¿Quién dijo que educar a un hijo era fácil? La crianza de los niños es un largo camino en el que no todo es blanco, ni todo es negro. Saber encontrar el término medio es una virtud que es difícil de alcanzar, en especial cuando este punto no es fijo y la escala de grises es bastante grande. ¿Cuándo se está ayudando y cuándo una actitud puede estar entorpeciendo el buen desarrollo y aprendizaje de los niños?
Tal y como indica Julia Johnson Attaway, del Child Mind Institute, hay que saber cuándo se está siendo permisivo con un hijo y cuándo se le está apoyando en sus metas. Una primera manera de saberlo es conocer las habilidades del niño, sabiendo de lo que es capaz de hacer por si mismo y de lo que no. Por otro lado, habrá que fijarse en si se está enseñanza en un determinado sentido o si se está salvando la papeleta cada vez que el pequeño se enfrenta a una situación.
Proceso de aprendizaje
Aprender es un proceso que no sigue la misma hoja de ruta en todos los niños. Los padres deben ser parte de este entrenamiento en el que el hijo va adquiriendo diversas habilidades hasta alcanzar la autosuficiencia. Sin embargo, lo que puede ser fácil para unos, se vuelve complicado para otros. Es en estos momentos en donde las figuras paternas deben pasar a ser un apoyo, pero, nunca hay que convertirse en el solucionador constante.
¿Cómo saber cuándo se está apoyando a un niño o cuándo se está asumiendo tareas que un hijo puede hacer? «La vida irá dando todo tipo de desafíos a los niños», explica el doctor David Anderson, psicólogo en el Child Mind Institute, quien añade que «el objetivo de apoyarlos es aumentar su resiliencia y a desarrollar estrategias de afrontamiento».
Una regla general es la siguiente: el apoyo siempre debe empoderar a los hijos para avanzar hacia una mayor independencia. De esta manera se reconocen las dificultades, pero no se eliminan de la vida de los niños. Hay que trabajar con los hijos mientras estos aprenden a superar obstáculos, a manejar miedos y a generar confianza para el futuro. Como reza el viejo refrán, darle la caña de pescar en lugar de entregarles los peces.
¿Cómo debe ser el apoyo a los hijos?
De nuevo, toca preguntarse, ¿donde está el punto intermedio? Estos son algunos consejos:
– Aprender sobre las dificultades del aprendizaje de los hijos para saber en qué hay que apoyarlos y en qué materias los hijos se desenvuelven.
– Reconocer los sentimientos de los hijos, para saber cuándo se sienten asustados o incómodos ante determinadas circunstancias y apoyarlos en este camino.
– Proporcionarles una sensación de confort cuando experimenten estas emociones y que de esta manera se sientan preparados para afrontarlas.
– Modelar habilidades sanas para que puedan lidiar con la frustración, así como la ira y ansiedad y poner las bases para modelar la perseverancia.
– Proporcionar unas reglas apropiadas de manera que se establezcan hábitos positivos con los que moldear el comportamiento.
– No dejar pasar por algo sus pequeños avances, elogiando el esfuerzo y perseverancia, así como los resultados.
– Discutir las reglas de la casa y sus consecuencias en caso de no ser cumplidas.
– Entrenar a los hijos para que puedan afrontar los problemas y saber cómo manejarlos.
Por el contrario, ser permisivo supone querer proteger a los hijos en todo momento, evitándoles experimentar miedo, fracaso, problemas o vergüenza. Si bien es cierto que cada edad entraña diversos riesgos y hay situaciones para las que en la infancia no se está preparado para afrontar, con los peligros más pequeños hay que comenzar a educar para que los afronten con confianza, ayudándoles a crecer.
En definitiva, ser permisivo es:
– Evitar a los hijos todas las situaciones incómodas.
– Asumir las responsabilidades de los hijos.
– Hablar en nombre los hijos, en lugar de dejar que aprendan a expresarse.
– No ser constante en el cumplimiento de las reglas de la casa porque se tiene miedo de que los hijos van a dejar de querer a sus padres.
– Reaccionar exageradamente ante las rabietas.
– Intervenir con otros adultos para evitar que los hijos experimenten desilusión.
– Protegerlos de las consecuencias naturales de sus acciones.
Damián Montero
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