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Qué puedes hacer cuando tu hijo tiene una rabieta

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Las rabietas son la forma en que el niño expresa su malestar ante las contrariedades, frustraciones o falta de conformidad con algo. Los niños se expresan con rabietas porque no saben argumentar, explicar verbalmente su disconformidad o negociar para conseguir aquello que desean.

La rabieta se manifiesta como lloros, gritos, negativa a escuchar lo que se dice o a cumplir órdenes. A veces se pueden llegar a presentar agresiones físicas cuando intentamos acercarnos o razonar con el niño.

Las rabietas son, para los niños de hasta 5 años, un comportamiento normal ante las contrariedades. A partir de los 5 años su frecuencia e intensidad tienden a reducirse, debido a que el niño dispone de más recursos para canalizar sus frustraciones.

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¿Qué hacer cuando un niño tiene una rabieta?

Súper importante: ignorarlo; es decir, no prestarle ninguna atención mientras le dura la rabieta. No mirarlo, no escucharlo, no poner cara de enfado, no hacer gestos que el niño pueda interpretar como alguna forma de atención. Ante esta actitud probablemente el niño empeorará la intensidad de la rabieta. Hay que tener mucha paciencia y perseverar.

Sólo cuando estemos en situaciones comprometidas, en la calle, en casa de unos amigos, etc., no nos quedará más remedio que agarrar al niño y llevárnoslo bajo el brazo, pero siempre sin hacerle ningún comentario, razonamiento o queja. Nunca hay que intentar parar una rabieta con comentarios o razonamientos. Solo servirán para que el niño se sienta más atendido y repita esa actitud más a menudo.

Cuando se le acabe la rabieta podemos hablar con el niño. Si la causa de ésta ha sido nuestra negativa a hacer algo que a él le apetecía, le explicaremos entonces el porqué de nuestra negativa y se le pueden plantear también formas de negociación o alternativas. De esta manera el niño entenderá las razones del adulto y podrá buscar una solución satisfactoria para ambos.

En ocasiones no será fácil conocer las causas de su malestar, ya que a menudo existen problemas que el niño no puede expresar, como problemas de relación con otros niños, con la maestra, etc., o dificultades para conseguir el éxito en las diferentes actividades escolares como el deporte, etc. En este caso podemos ayudarle a entender dichas causas y buscar soluciones.

Como conclusión, diremos que la mejor manera de reducir las rabietas es ignorarlas y potenciar otras formas de comportamiento más adecuadas, como son expresar los sentimientos ante situaciones molestas, hablar o negociar con los adultos.

Marisol Nuevo Espín

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