Son innumerables las ocasiones en la vida de nuestros hijos en las que no somos capaces de discernir entre una verdadera urgencia de un simple susto. Por esta razón, es bueno tener unas nociones de primeros auxilios, tanto para niños como para bebés, para que nos ayuden a interpretar los síntomas de los más pequeños de la casa, con un criterio analítico.
Los niños son niños y deben actuar como tales. Desde chiquititos van a sufrir caídas, contusiones y picaduras de insectos. No debemos ser excesivamente protectores pues, a la larga, influirá en el comportamiento del pequeño y podemos hacerle introvertido y miedoso. La precaución tiene que estar justificada y siempre con moderación.
El botiquín de primeros auxilios
– Debe estar en un lugar fresco y seco. Jamás en el baño.
– Accesible sólo para adultos, siempre lejos del alcance de los pequeños.
– Compuesto por: alcohol, termómetro, vaselina, tijeras, pinzas de depilar, bulbo aspirador nasal, tiritas, gasas, venda elástica y de tela, bolitas de algodón esterilizado, jabón líquido de manos, pomadas antisépticas, gotero o jeringa oral calibrados para dosificar medicamentos y compresas heladas (en el congelador).
Para medir la temperatura a los niños
– Nunca dejes sólo al niño mientras le tomas la temperatura. Tampoco lo hagas después de bañarle, o si se acaba de despertar.
– Vía rectal. Es el método más exacto y seguro.
– Axilar. En caso de diarrea o de rechazo del niño del método rectal.
– Oral. No será muy precisa si el niño acaba de comer, o de tomar algo frío o caliente.
– Timpánica. De rápida lectura.
– Cutánea. Método moderno, pero menos fiable.
Para tomar el pulso a los niños
– Puedes tomarle el pulso en cualquier arteria superficial, que pueda comprimirse contra un hueso: en la parte interna del brazo, o en el corazón.
– Debes hacerlo con los dedos índice, medio y anular, ya que en el pulgar se confunde con el propio pulso.
– No ejerzas una excesiva presión.
– Controla durante un minuto, anotando las cifras para verificar los cambios.
– El dato del pulso varía según la edad. Bebés de meses: 130-140 pulsaciones/ min. Niños: 80-100 pulsaciones/ min. Adultos: 72-80 pulsaciones/ min. Adultos mayores: 60 o < pulsaciones/ min.
La fiebre en los niños pequeños
– Causas frecuentes: procesos infecciosos, deshidratación, administración de fármacos y vacunas, o diferentes procesos inflamatorios, neurológicos o traumáticos.
– ¿De qué depende? De la edad y de la actividad física.
– ¿Cómo varía? Por la mañana puede ser dos décimas menos que por la tarde. Además, los niños pequeños tienen tendencia a hacer picos febriles más elevados que los mayores.
– Otros síntomas: decaimiento, irritabilidad, malestar general, respiración con dificultad, falta de apetito, dolor articular, sudoración excesiva o escalofríos, palidez, vómitos o diarrea.
– ¿Qué hacer? Desnuda a tu hijo y ponlo fresco. Refresca el ambiente y no lo arropes. Si es necesario, utiliza paños húmedos de agua fría, o incluso dale un baño templado.
Crisis convulsivas
– Causas principales: fiebre alta.
– ¿Qué hacer? Lo más importante es conservar la calma. Ayúdale a que no se golpee y obsérvale para explicar bien al médico lo ocurrido.
– Nunca le estimules, ni zarandees, ni intentes sujetarle.
– Siempre: garantiza su seguridad, ponle sobre algo blando, aflójale la ropa y avisa al médico.
Vómitos y diarrea
– Los vómitos son frecuentes en la edad infantil y en la mayoría de los casos no son de carácter urgente. Lo más importante es prevenir la deshidratación del pequeño.
– La diarrea. Aumenta el número, y/o se altera la consistencia de las heces en relación al ritmo habitual de cada bebé. Lo más importante es prevenir la deshidratación del pequeño.
Contusiones y heridas
– Contusiones. Llenar una bolsa con hielo, cubrirla con un paño y aplicársela, observando su evolución.
– Heridas. Lavar la zona bajo un chorro de agua tibia, secarla con gasas estériles en una dirección, usar un antiséptico para desinfectar (mercromina) y dejarla al aire si es posible, o poner una tirita o gasa.
– Heridas graves. Elevar la extremidad por encima del corazón, presionar la zona de hemorragia de forma directa y firme y, si se empapase de sangre el paño, colocar otro encima sin retirar el anterior. Si aún sigue sangrando, se tapona la arteria correspondiente y, si hay amputación, envolver la zona amputada en un trapo limpio y guardarla en una bolsa hermética, sumergiéndola en agua fría o, en su defecto, en hielo.
– Nunca secar las heridas con algodón porque deja restos, ni usar povidona yodada (Betadine) en el primer mes de vida. Tampoco aplicar pomadas que contengan heparina sódica.
– Si es un cristal, no es conveniente sacarlo porque puede cortarle más al salir y, en cualquier caso, nunca hacer un torniquete o colocar el miembro amputado en contacto directo con hielo.
Quemaduras y electrocución
– Quemaduras por fuego. Lo primero apagar el fuego tapando al niño con una manta, que no sea inflamable, para que el fuego se quede sin oxígeno y se apague. Si no tenéis nada con que tapar, hacerle rodar por el suelo.
– Quemaduras por electrocución. Lo principal es no tocar al niño con las manos, sino separarlo de la corriente con un objeto de madera o plástico.
– Nunca rompáis las ampollas de una quemadura y, en el caso de las producidas por corriente eléctrica, nunca ponerle nada sobre la piel. En grandes quemaduras, como en incendios, no quitarle la ropa.
Ana Aznar
Asesoras: Lucía Belmar, fisioterapeuta y experta en Primeros Auxilios y Rosalina Pérez, psicóloga y experta en Primeros Auxilios.
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