Pasar la noche fuera de casa, ya sea de campamento o en la casa de un amigo, puede suponer una aventura enriquecedora y divertida para los más pequeños. Pero, como todas las aventuras, pueden generar pequeños miedos en los niños. Para que todo salga bien, prepara la salida y presta atención a sus temores.
En general, es sencillo conseguir que un niño duerma sin problemas fuera de casa sin que esté nervioso y mostrando un enorme entusiasmo por la salida. En cambio, para otros niños romper con la rutina a la que están acostumbrados está más ligada con el miedo que por la emoción. En estos casos, nos encontraremos con uno niño que pondrá reparos y deberemos de estar preparados para resolver sus miedos ante la separación: ¿Y si me pongo enfermo? ¿Dónde estarán mis padres sin mí? ¿Y si les pasa algo cuando no estoy?
Al sentirse angustiados los niños pueden presentar los síntomas físicos por excelencia del nerviosismo, como dolor en el estómago, las manos frías y sudorosas, dolores de cabeza o náuseas.
La edad apropiada para dormir fuera de casa
En general, entre los seis y los ocho años cualquier niño está preparado para vivir la aventura de dormir fuera de casa. Con ello, podrán compartir experiencias y juegos y descubrirán una forma nueva de relacionarse con los otros niños. Esto ayudará a reforzar su autoestima.
Pasar la noche fuera de casa
Para conseguir que sea una aventura divertida para los niños, los padres deben de seguir una serie de pautas:
– Consigue que su hijo exprese sus miedos y preguntas y responde a estas con calma.
– Asegúrate de que el niño está bien informado de las actividades que podrá realizar al dormir fuera de casa o en el campamento y motívale para que el deseo sea más fuerte que el temor.
– Centra su atención en las actividades que más le gustan, ya sea nadar, jugar al fútbol o montar en bicicleta.
– Haz que la comunicación en estos casos sea más fácil con tus hijos.
– Invita al niño a participar en los preparativos para dormir fuera de casa.
Consejos para reducir el miedo de los niños
– No permitas al niño evitar la situación. No te ablandes y dejes que se salga con la suya.
– No te impacientes. Evita frases como “¡Vas y punto!” Esto creará en el niño aun más rechazo a dormir fuera de casa al adquirirlo como una imposición.
– Evita el consuelo excesivo. Consolar a los niños con frases como “Estarás bien” contribuye a que los niños tiendan a desconfiar de la opinión de sus padres.
Marisol Nuevo Espín
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