Los anuncios de publicidad tienen como objetivo marcar pautas de consumo y de conductas en el público. El problema surge cuando ese público son los niños ya que, la publicidad, una comunicación de tipo persuasivo que persigue cambiar, reforzar o crear actitudes hacia un producto o un servicio, conseguirá lograr este objetivo de forma mucho más sencilla cuando se dirige a los más pequeños.
Así, el momento de los anuncios de publicidad, mientras que para los adultos es una interrupción innecesaria e indeseada, la audiencia infantil lo espera con el mayor interés posible, hasta el punto que muchos niños los aguardan con mayor ansiedad que sus series de dibujos animados favoritas, sobre todo en la época en la que los juguetes son los protagonistas publicitarios como sucede en Navidad. Ante esta situación, los padres deben:
– Enseñarles a aplicar el sentido común.
– Estimular su sentido crítico.
– Marcarles unos límites.
Los niños, el blanco de la industria del juguete
Los más pequeños son un objetivo relativamente fácil para los estímulos publicitarios, ya que tienen mucha menor capacidad crítica que los adultos, es decir, cuentan con menos herramientas intelectuales a la hora de enfrentarse a la publicidad. Tanto es así que, a edades tempranas, ni siquiera son capaces de distinguir entre los dibujos animados y los espacios comerciales, entendiendo los anuncios como un entretenimiento más.
Por eso, en el caso de los anuncios de juguetes, aunque ellos no tienen capacidad de compra directa, la publicidad va dirigida a ellos para aprovechar otra facultad no menos importante: la capacidad de influir en sus padres, que son quienes finalmente compran. Es decir que, la estrategia publicitaria se centra en: influir en los menores para que, en un segundo paso, éstos influyan en sus padres, tíos y abuelos que son quienes acudirán a la tienda.
Cómo educar a tu hijo frente a la publicidad
1. Ver la televisión juntos. Compartir un rato para ver la televisión, además de ser una buena manera de pasar tiempo juntos, será la manera más certera de educar a tu hijo frente a la publicidad. La solución no es por tanto censurar el contenido televisivo sino estar a su lado cuando ve la televisión y comentar juntos esos aspectos que le preocupan o que no entiende de lo que está viendo. En definitiva, un momento perfecto para educar.
2. Conoce los intereses lúdicos de tu hijo. Cada niño es diferente y cada uno de ellos tiene unas necesidades diferentes. Por eso, es necesario que conozcas los intereses lúdicos de tu hijo, esa información será fundamental para elegir entre todas las peticiones de juguetes las que mejor se adapten a sus necesidades. Así, serás capaz de ayudarle a tu hijo a elegir el juguete que más se ajusta a él y a reorientar sus peticiones en el caso de que el juguete elegido no fuera el adecuado.
3. Enséñale a elegir. Existen multitud de anuncios de juguetes, sin embargo, un niño no puede tenerlos todos. Aunque al ver un juguete por la televisión el primer impulso será pronunciar la famosa frase de ¡me lo pido! lo importante reside justo en el minuto siguiente. Será el momento de recordarle los peligros del consumismo desenfrenado y enseñarle a aceptar que no se puede tenerlo todo.
4. Ayúdale a escribir la carta a los Reyes. Normalmente, el niño pide una serie de juguetes y los padres después deciden los que compran o los que se quedan en simple deseo. Sin embargo, en vez de tomar esa decisión a posteriori utilizando un sentido crítico que aun los más pequeños no tienen , lo más adecuado es hacerle reflexionar para elegir correctamente los juguetes. Por ello, escribir la carta a los Reyes Magos de forma conjunta entre padres e hijos será la mejor manera de conseguirlo.
6 años, aparición del pensamiento crítico en los niños
La capacidad de razonamiento y de lógica aparece a partir de los seis años, edad a la que se considera que los menores comienzan a adquirir el pensamiento crítico. Otra etapa clave en el desarrollo es la adolescencia, el momento en el que se va adquiriendo abstracto. Por eso, los esfuerzos de los padres de educar a sus hijos frente a la publicidad, desarrollando su pensamiento crítico se centra precisamente en las edades comprendidas entre los cuatro años y la pre adolescencia, una franja de edad en la que los niños son más sensible a los impactos publicitarios.
Patricia Núñez de Arenas
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