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Cómo se manifiestan los celos

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A pesar de esforzarnos por educar bien a los hijos, no hay duda que las mayores atenciones suelen recaer siempre en el más pequeño, lo que puede traducirse en celos por parte del mayor. Saber cómo se manifiestan esos celos, su edad de aparición y el por qué de sus sentimientos puede ayudar al niño a superar su etapa de celos hacia su hermano/a.

El ‘hermano celoso’ suele percibir que la llegada de un bebé le arrebata la exclusividad y siente que tendrá que compartir el amor de sus padres «con uno más», surgiendo en su pequeña cabecita muchas dudas que se manifiestan como celos.

Por qué sienten celos los hermanos mayores

Los celos infantiles surgen ante las amenazas -erróneas o no- que el niño percibe respecto de la vinculación afectiva, preferentemente con su madre. Es una actitud íntimamente relacionada con la conducta de apego, que el niño adquiere los primeros meses de vida. Ésta se manifiesta a través del deseo que tiene de mantenerse físicamente cerca de su madre. Así, a la hora de explorar el entorno busca la aprobación y confirmación de que sus actividades no entrañan ningún peligro.

Normalmente, los celos surgen como respuesta defensiva cuando la madre comienza a ocuparse casi exclusivamente del hermanito más pequeño. Si el apego y los vínculos afectivos se rompieran, las consecuencias que sufriría el niño serían cuantiosas, por lo que es normal que sienta su mundo amenazado. Los celos y la ansiedad no son más que las manifestaciones del desequilibrio afectivo en un periodo especialmente sensitivo.

Cuándo aparecen los celos entre hermanos

Los celos infantiles no suelen aparecer antes del año y medio de vida, prolongándose durante toda la primera infancia hasta alrededor de los 7 años. Lo más frecuente es que el nacimiento de un nuevo hermano sea el principal factor desencadenante del comportamiento celoso, variando las manifestaciones según la edad.

A la edad de 2 años puede manifestar sentimientos de abandono: atacando a sus padres cuando cuidan o alaban al hermano pequeño, ante el entusiasmo de sus primeros pasos o cogiéndole sus juguetes, etc. Si el comportamiento celoso es bastante importante, el niño puede sufrir sentimientos de culpabilidad e intentar compensar a su hermano con manifestaciones exageradas de afecto.

La llegada de un nuevo hermano puede generar más o menos celos dependiendo de la diferencia de edad con los anteriores, del sexo de éstos y del lugar que se ocupe en la familia, que hace tener mayor o menor protagonismo. Por ejemplo, el primero siempre será el mayor y no tendrá rivalidad en esto. Aunque en ocasiones sea inevitable que ronde por su cabeza el «y yo, ¿qué?», con un poco de paciencia, cierta previsión y dosis extra de cariño, podréis lograr que el niño llegue a considerar este acontecimiento como uno de los más apasionantes y felices de su vida.

Los primeros días tras la vuelta a casa hay que poner especial atención en el destronado para que no se sienta desplazado del cariño de sus padres. Es probable que esté irritable y malhumorado, pero de nada valdrán los discursos y desde luego, no es el momento de reñirle. Lo que necesita son continuas demostraciones de cariño. No escatiméis en besos, abrazos, caricias, etc. Es también el momento de hacerle ver que ya no es el pequeño, lo que conlleva ciertos privilegios: poder sentarse a comer con sus padres, lavarse las manos sin ayuda o llevar las gafas a papá, pueden ser ventajas maravillosas para él, que evitarán el deseo de imitar la conducta del bebé –hacerse pis en la cama, llorar continuamente- para llamar la atención.

Cómo se manifiestan los celos

–  Se retrae en el habla. Se expresa con gestos, pero no explica verbalmente las cosas.

–  Aparición de la enuresis.

–  Agresiones a los hermanos más pequeños.

–  Pierde el apetito, vomita o hace «numeritos» en las horas de desayunar, comer o cenar.

–  Pierde el ritmo de sueño.

–  Aparecen con más frecuencia las pataletas o rabietas.

–  Se pone a llorar con facilidad por cualquier cosa.

–  Se le cae el pelo, sobre todo en niños aparentemente tranquilos y que manifiestan amor hacia el recién llegado.

–  Se comporta como un niño más pequeño de lo que corresponde a su edad.

–  Pega al padre o a la madre cuando se enfada.

–  Tiene más conflictos con los compañeros de clase.

–  Al competir busca la humillación del otro y no el triunfo en sí mismo.

–  No suele hablar del nuevo hermano o muestra una actitud de sobreafecto con éste.

–  Cuando se alaba a otros, reclama también elogios para él.

–  No suele alegrase de las cosas buenas que le ocurren al resto de los hermanos.

–  Desde el nacimiento del bebé, le cuesta más compartir.

María Lucea

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