Hace ya algún tiempo una canción titulada «Antes Muerta que Sencilla», de la joven cantante española Mª Isabel y que los pequeños bailaron y cantaron a todas horas, disfrutando con el desparpajo que desprendía de la joven artista. Sin embargo, aquello supuso la transmisión de comportamientos de mayores antes de tiempo, motivando que varios menores vistieran, bailasen, se movieran o hablasen de forma que no se correspondía con su niñez.
Esto supone tener como referente a otro niño que realiza comportamientos impropios de lo que se espera a su edad, que adquiere cierta fama, sale por la tele y encima es famoso. En este caso será difícil conseguir que nuestros hijos no quieran copiar su comportamiento para lograr sus mismos resultados y alcanzar el estrellato del mismo modo que ha hecho su héroe. En definitiva, es más que probable que en algún momento el más pequeño de la casa nos diga: «mamá, papá: quiero ser artista«.
Modelos a imitar
Llegados a este punto puede ser difícil no encontrar encantador que nuestros hijos quieran ser artistas, sin embargo hay que prestar atención en los modelos de referencia que tienen los más pequeños ya que estos pueden no ser los más adecuados. Para José Luis Calvo, vicepresidente de la Asociación Pro Derechos del Niño (Prodeni), no se trata de impedir que los niños desarrollen sus talentos artísticos ya que es positivo el aprendizaje precoz en la educación, cultura (artes, deporte…) de los niños y niñas.
Poco a poco los niños y niñas adquieren pronto los conocimientos y destrezas que en la edad adulta podrán desarrollar con total esplendor y madurez. «Ahora bien, en el ámbito que tratamos, dicho aprendizaje precoz se contamina porque no se produce de forma natural y metódica, sino a imitación de los modelos adultos y entran de lleno en la comercialización del arte», afirma Calvo.
Así, si un niño tiene talento, hay que vestirle y animarle a que actúe como lo que es: un niño. No se le debe someter a los movimientos, gestos, insinuaciones, coreografía… de los adultos, buscando la efectividad comercial, el espectáculo rentable. Es decir, no se debe hacer del menor un artista adulto a escala de niño ya que al niño se le priva de su propia expresividad, naturalidad. Se exageran los maquillajes, modo de expresarse, el contenido intrascendente y poco educativo de las letras etc.
El vestuario debe ir acorde con el de su edad y no los escotes, minifaldas de las artistas adultas, ni los gestos insinuantes y provocativos. No se trata de puritanismo, se trata de vivir cada etapa evolutiva conforme a la edad de la persona. Cada cosa debe suceder conforme a la edad en la que esté el niño, y saltarse etapas del desarrollo emocional y psicológico del menor puede tener efectos negativos a la postre.
En cuanto al maquillaje, el adecuado para las apariciones en programas de televisión o en un festival de colegio, sin más añadidos ni buscar la extravagancia. Y las canciones acordes con su momento evolutivo. Cada edad tendría su tratamiento (habría que cuidarlo), no es lo mismo una niña de seis años cantando que una adolescente de 15. Los niños artistas deben ser modelos para los niños de su edad, y no un canal a través del cual transmitir cánones de famoso adultos.
Saltándose etapas
A veces percibimos la incoherencia de una sociedad en la que la mayoría de sus miembros quieren permanecer siempre jóvenes. Sin embargo también se acortan los tiempos de infancia y se les aporta información de adultos, responsabilidades que no les son propias para su edad. Hay que tener mucho cuidado para que sus referentes y los valores que estos transmiten a nuestros hijos no terminen por robarles la infancia.
La intervención de los niños en publicidad para temas que no les son propios, en programas de televisión, en las pasarelas va en aumento. De este modo vemos niños «estrellas» vestidos de adultos, que bailan como adultos, que se comportan como adultos. En definitiva los más pequeños están viendo que sus héroes no son niños con comportamientos de niños, sino que actúan como adultos, por lo que ellos también querrán ser como ellos.
Esto en definitiva supone saltarse etapas del desarrollo emocional propio de los niños, de una ruptura manifiesta de la inocencia y la sencillez de la niñez. La edad de la infancia debe ser respetada como tal, ello no es impedimento para que los niños participen puntualmente en alguna actividad relacionada con el mundo artístico, aunque esto no ha de ser lo prioritario en sus vidas.
Marta Santín
Asesoramiento: José Luis Calvo, videpresidente de la Asociación Prodeni
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