Alrededor de los 6 años comienzan a desaparecer las siestas y las horas de sueño de la noche cobran mayor importancia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños de 6 a 12 años duerman entre 10 y 12 horas diarias, las cuales deben ser de calidad, lo que significa dormir de manera ininterrumpida para que las fases del sueño puedan proceder en orden y siguiendo su debida progresión.
Dormir es el anhelo de los mayores y el horror de los menores. Esto se debe a que los niños tienen una visión del mundo en términos de presente y no de futuro. Para un niño, dormir significa perderse todas las cosas interesantes que suceden o que podrían suceder mientras están durmiendo. Entre los 6 y 12 años, el niño empieza a desarrollar la capacidad de ser consciente de que existen repercusiones a largo plazo de sus acciones, por tanto, se dará cuenta de que si no duerme se encontrará más cansado y lento durante el día.
Dormir lo suficiente mejora el rendimiento escolar, mejora la atención y el comportamiento e influye en el metabolismo, en el peso y la altura de los niños.
Dormir bien mejora el rendimiento en el colegio
Cuando dormimos, nuestro cuerpo y cerebro descansan, preparándose para un nuevo día. Las horas estimadas de sueño por franja de edad reflejan el número de horas aproximadas que necesita un cuerpo con el fin de prepararse para otro día de vida. Respecto al cerebro, dormir es necesario para un funcionamiento adecuado de la atención, la toma de decisiones, la capacidad de corregir errores, la creatividad, la codificación de memorias y el acceso a las mismas.
En el 2010, un grupo de científicos examinó el rendimiento académico en niños de entre 6 y 17 años en relación con sus horas de sueño. Concluyeron que aquellos niños que dormían menos horas y/o tenían menos calidad de sueño, tenían un rendimiento en el colegio significativamente inferior al de aquellos niños que dormían las horas prescritas por la OMS y/o que tenían una buena calidad de sueño. Las horas de sueño y la calidad del sueño también afectan directamente al desarrollo socio-emocional de los niños.
En 2011 se publicó en la revista científica «Sleep» un estudio longitudinal en niños de 10 años, donde se midió su capacidad empática y su calidad de sueño. Los científicos en este estudio tuvieron en cuenta la capacidad de identificar y de reaccionar ante diferentes emociones, según si el sueño de los niños era ininterrumpido, en un ambiente de silencio y en condiciones cómodas. Se concluyó que aquellos niños que vivían en casas donde había mucho ruido, luz y movimiento durante la noche, obtenían puntuaciones significativamente inferiores al procesar emociones.
El sueño influye en el peso y altura de los niños
En cuanto concierne al físico, no dormir afecta el metabolismo y por tanto a la salud. En enero del 2011 se publicó en la revista «Pediatrics» un estudio de 308 niños, entre los 4 y 10 años, donde se demostró una fuerte correlación entre niños con índice de masa corporal (IMC) de sobrepeso y no dormir las horas de sueño sugeridas por la OMS. Los niños del estudio con IMC categoría normal, correlacionaron significativamente con dormir las horas de sueño sugeridas por la OMS.
Las horas de sueño también influyen en la altura de nuestros hijos. Varias investigaciones realizadas durante las últimas 4 décadas han demostrado que durante las horas de sueño se activa la segregación de la hormona de crecimiento. Si bien la altura de nuestros hijos viene determinada en su gran mayoría por los genes, hay un margen que depende de la nutrición, deporte y sueño que se realiza en las edades criticas de crecimiento.
Marisol Nuevo Espín
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