Enseñar a nuestros hijos unos hábitos de higiene no sólo entraña el aprendizaje de unas pautas que le beneficiarán de cara a su limpieza personal, sino que, además, la higiene fomenta virtudes en los niños. Los hábitos relacionados con la higiene fomentna virtudes en los niños tales como la constancia, la fuerza de voluntad o el orden.
Aunque no siempre es sencillo conseguir llevar a cabo estos hábitos, porque suele ocurrir que nuestro hijo sea reticente a cumplirlos o no le dé importancia a la suciedad, estamos construyendo los pilares de una buena educación para el futuro.
Pero, ¿por qué enseñar unos hábitos de higiene supone también un aprendizaje en virtudes? Al enseñar a nuestro hijo unos buenos hábitos de higiene se puede lograr que mejoren otras cualidades y que el niño sea:
– Cuidadoso con su aspecto exterior.
– Ordenado. Estos hábitos conllevan una rutina que hay que cumplir y tener en orden los objetos que se necesitan para la limpieza personal.
– Autoexigente: no les vale cualquier modo de hacer las cosas, sino que valorarán las cosas bien hechas.
– Respetuoso con los demás. Uno no sólo se limpia y cuida su imagen por su propia conveniencia, sino también para agradar a los demás.
¿Qué valores aprenden los niños con la higiene personal?
De aprender a esforzarse por estar y ser limpio, se desprenden una serie de valores como son:
– El aprender a hacer las cosas bien por el gusto de hacerlas bien. Una buena higiene implica una buena imagen y esto lleva implícito el hecho de que las cosas se quieran hacer bien por sí mismas. Los niños deben aprender a que deben ir limpios y aseados porque todo lo que hagan deben hacerlo bien, incluso eso.
– Respeto a los demás: el hecho de ir aseado implica una satisfacción propia, pero también un respeto a los demás. El niño tiene que ser consciente del derecho que tiene el resto de personas a sentirse a gusto a su lado.
– Constancia: como todo hábito, el aseo debe ser diario no cuando al niño le apetezca o le cueste menos, sino todos los días con independencia de lo fácil que lo tenga para lograrlo, o lo mucho que le pueda costar.
– Capacidad de esfuerzo: el hecho de hacer las cosas bien y aprender a tener una buena higiene implica, en muchas ocasiones, un esfuerzo mayor o incluso más tiempo. Pero debemos enseñarles que ese esfuerzo tiene una recompensa, principalmente, para sí mismo.
– Vencer a la pereza: a los niños, por naturaleza, les cuesta mucho llevar a cabo unos buenos hábitos de higiene. Prefieren dedicar su tiempo a jugar o hacer otras cosas que ducharse, lavarse los dientes… pero deben saber luchar y vencer la pereza para que puedan hacerlo tantas veces de manera consecutiva que puedan llegar a convertirse en un hábito.
¿Qué hábitos de higiene se pueden enseñar a los niños?
Si nuestro hijo es aún muy pequeño, pero tiene suficiente capacidad para aprender a ir aseado (de 3 a 5 años), estos son los hábitos que puede ir asimilando:
– Lavarse las manos antes y después de comer.
– Utilizar los cubiertos adecuadamente en la mesa.
– Bañarse. Ducharse es algo que requiere algo de destreza y rapidez, por eso es mejor que le enseñemos cuando sea un poquito más mayor, a partir de los 6 años.
– Peinarse.
– Control de esfínteres: que aprenda a ir solito al baño y no se haga sus necesidades encima.
– Llevar ropa limpia.
Conchita Requero
Asesora: María Campo, directora de Escuelas Infantiles Kimba
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