Gritar no es la mejor manera de educar. Es cierto que muchas veces los padres no saben cómo reaccionar después de una rabieta prolongada o ante una travesura en la que el niño se ha pasado de la raya. Pero no, alzar la voz debe desaparecer de nuestra lista de opciones en estos casos.
Educar sin gritar es decir lo mismo a los hijos, pero con otro volumen y tono. No es tan difícil y los efectos serán más positivos y efectivos. ¿Por qué? El primer motivo es obvio: los padres son un ejemplo para los niños. Si siempre se les grita, los pequeños creerán que dar voces es normal.
Cinco razones para no gritar para educar
1. Gritar convierte a los niños en sordos. «Cualquier explicación o aprendizaje que queramos darles con el grito será inútil, porque los oídos de nuestros hijos se cierran automáticamente después de oírlo». Así lo explica Mireia Navarro Vera, directora del centro de psicología y logopedia El Teu Espai.
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2. Gritar no ayuda a gestionar las emociones. Si solo gritamos a nuestros hijos (o lo hacemos con frecuencia), lo que les estamos enseñando es a «gestionar la ira y la rabia con agresividad», asegura Navarro. Debemos fomentar el autocontrol.
3. Gritar asusta. Que los niños aprendan ciertas actitudes requiere tiempo y, sobre todo, esfuerzo. Sin embargo, cuando les gritamos les asustamos y, después, les enfadamos. No habremos conseguido que actúen como deseábamos ni que interioricen lo que tratábamos de enseñar.
4. Gritar aleja a nuestros hijos de nosotros. «Perdemos autoridad positiva», dice esta psicóloga que asegura que con este comportamiento provocamos «malestar emocional» y «ponemos una piedra en un muro que nos separa».
5. Gritar a los hijos les baja la autoestima. ¿Cómo nos sentiríamos si quien más queremos solo nos grita y nos dice lo mal que hacemos las cosas? Probablemente, nuestra autoestima se vería afectada. Eso pasa a los niños. «Lejos de sentir que estamos orgullosos de sus logros y sus esfuerzos, lo que sienten es que nunca están a la altura, hagan lo que hagan, siempre aparecen los gritos y borran cualquier sentimiento de haber hecho algo bien», alerta esta experta.
Damián Montero
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