A partir de los tres años aproximadamente, los niños suelen cogerle gusto a mover la cabeza para contestar con un rotundo y contundente «no» a muchas de las cosas que les pedimos o proponemos. Comienza la etapa del ‘no’. Este negativismo, que no tiene mayor importancia, es tan sólo el reflejo de una etapa de confusión.
Los 3 años se denomina la edad del ¡no! Es en esta etapa cuando nuestro hijo comienza a descubrir su «yo», y el «no» es una señal de autoafirmación. El pequeño empieza a desafiar a los padres y eso forma parte de su crecimiento. Le sirve para aprender y descubrir su propio camino, expresar su individualidad y adquirir un cierto sentido de autonomía. Esta etapa del ‘no’ se suele llegar a prolongar, incluso, hasta los 6 años, edad en la que el niño experimenta una pequeña adolescencia.
Cómo frenar la etapa del ‘no’
La actitud de los padres es muy importante y, en la mayoría de las ocasiones, determinante en el modo en el que el niño se desarrolla y va creciendo como persona, pero en este caso esta pequeña rebeldía del niño es una necesidad propia.
Forma parte de su propia evolución y se llega a producir con independencia de la actitud de los padres. Eso sí, una vez que se haya producido, el modo en el que los padres respondan ante dicha rebelión, marcará un desarrollo determinado en el comportamiento y los hábitos del niño.
La desobediencica y la etapa del ‘no’
La etapa del «no» y la desobediencia tienen conductas en común. El niño que trata de autoafirmarse y reta constantemente a los padres, utiliza como arma principal la desobediencia. Quiere marcar su territorio y el modo de hacerlo es conseguir lo que desea y no lo que los padres le piden. Pero esto no significa que sean desobedientes, es decir, puede que en ese momento desobedezcan, pero tienen interiorizado el modo en el que deben comportarse.
Por el contrario, no todo niño que desobedece está en una etapa de autoafirmación, sino que es posible que no tenga interiorizada la obediencia como parte de su comportamiento habitual en la vida.
Se pueden entender o justificar esos «no», pero no consentir. Este es uno de los momentos más importantes en el que los padres no se pueden relajar, y mucho menos justificar esas conductas como posibles. El niño va a tratar de hacer lo que quiere y no lo que se le marca, pero eso no implica que lo que elija sea bueno para él. En esta edad descubre que tiene también capacidad de elegir y no de hacer sólo lo que se le pide. Es un nuevo descubrimiento pero no tiene la madurez suficiente para elegir correctamente.
Probablemente, tienda a elegir aquello que le resulte más cómodo, que implique menos esfuerzo, y que le proporcione una satisfacción, aparentemente, completa e inmediata. Pero no sabe que esas satisfacciones inmediatas no tienen por qué ser las mejores para él. Por lo tanto, no podemos permitir que nuestro hijo elija o decida todo. Debemos ayudarles a elegir bien, aunque esto suponga enfrentarnos a sus rebeldías y sus «No». En definitiva, es el momento de marcar una buena autoridad.
Conchita Requero
Asesora: María Campo Martínez. Directora de Escuelas Infantiles Kimba.
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