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Cómo enseñar a no confiar en desconocidos

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No hay nada que pueda aterrar más a unos padres que un desconocido pueda hacer daño o llevarse a su hijo. Por eso, debemos enseñarle a no confiar en un desconocido, por muy amable y simpático que parezca. Pero por desgracia, debemos hacerle ver que hay gente que puede hacerle daño, por lo que le debemos enseñarle a no confiar en desconocidos.

Con el mundo recién estrenado, el niño se encuentra en una de las etapas más abiertas de su vida. Todo le fascina. No tiene miedo a nada y se lanza confiado a mil aventuras.

Buenas y malas personas

Poco a poco y sin dramatismos, tendremos que explicarle que el mundo está lleno de personas buenísimas, pero que también hay otras que son malas. Son pocas, pero pueden hacer mucho daño. Hay que hacerle ver esto de una forma adaptada a su manera de ver las cosas y con explicaciones sencillas pero precisas, como que «esas personas malas son muy listas y no quieren que se les reconozcan, porque la policía se las llevaría a la cárcel. Así que van como si fuesen normales y no podemos distinguirlos». Por este camino, podremos conducirle a la conclusión: «lo mejor es no hacer caso a ninguna persona desconocida que se nos acerque. Seguramente es una persona buena, pero por si acaso…».



Debemos tener siempre en cuenta la sensibilidad de nuestro hijo para saber hasta dónde han de llegar nuestras explicaciones. Una vez entienda la existencia del peligro, no tiene sentido que le insistamos, pues acabaríamos creándole angustias y recelos.

Ejemplo y juego para enseñar a los niños

Nuestro propio ejemplo y los comentarios que le hacemos a diario también pueden ser un buen instrumento: «ya que nos hemos perdido, vamos a preguntarle a aquel guardia dónde estamos, porque al señor que está en el banco no le conocemos de nada».
También podemos jugar con él a imaginar situaciones: «¿qué harías si te encontraras solo en la calle? ¿Y si un hombre te hiciera señas desde su coche?…» Tras plantearle las cuestiones, podemos ir dándole soluciones: «Buscaría al dependiente de la tienda más cercana, avisaría a mamá…»

Cómo enseñar a los niños a ser selectivos

Nuestro objetivo es que comprenda que sólo debe fiarse de las personas de su entorno familiar o a las que su padre y madre hayan revestido de autoridad, como los profesores o la policía. Esas ideas irán calando poco a poco y aprenderá a ser más selectivo.

Probablemente, al ser tan pequeño, no tenemos previsto dejarle andar solo, pero siempre cabe la posibilidad de que se extravíe. En cuanto aprenda a hablar, lo primero que debemos enseñarle es su nombre, apellidos y dirección. Además, debemos explicarle que en esas ocasiones debe quedarse quieto en el sitio para que podamos encontrarle. Si necesita preguntar el camino que ha de tomar, es preferible que se dirija a un policía o un guardia, o que entre en una tienda o quiosco. Nunca debe dirigirse a un desconocido en la calle, porque si desapareciera, no podríamos localizarle, mientras que en una tienda o local comercial siempre tendremos más garantías.

Avisar a los mayores

No hay problema en si nuestro hijo devuelve la sonrisa o el saludo a un adulto simpático, pero hemos de advertirle claramente que no debe ir a más: no tiene que acompañar a nadie que no conozca ni aceptar regalos, ni acercarse a vehículos de gente extraña. Debe saber que, si algún extraño le hace alguna proposición de este tipo, debe acudir lo antes posible a avisar a sus padres o al adulto de confianza con el que se encuentre.

Por otra parte, si conocemos alguna historia cercana o actual sobre algún niño desaparecido, podemos contársela a nuestro hijo para que se haga una idea clara del peligro que supone fiarse de desconocidos. No es necesario que caigamos en la truculencia ni en los detalles escabrosos, tan sólo se trata de que asimile que estas desgracias pasan realmente, y que por eso es necesario poner las precauciones adecuadas para que no le pase nada.

Consejos para evitar que confíen en desconocidos

– Aún a riesgo de producir a nuestro hijo alguna angustia, debemos advertirle de los peligros que puede encontrar en la calle y explicarle cómo debe evitarlos.

– No se trata de infundir en el niño una desconfianza plena hacia la Humanidad, sino de hacerle comprender que existen unas pocas personas malas que se esconden en ella.

– El dramatismo que mostremos en nuestras advertencias debe ser siempre proporcionado a la sensibilidad de nuestro hijo, pues no debemos provocarle angustias y temores innecesarios.

– Nuestro hijo debe tener claro que en caso de apuro, no tiene que dirigirse a cualquier viandante, sino a un policía o entrar en una tienda.

– Tal vez un desconocido se pueda acercar a hablar con el niño y darle su propio nombre, para de esta manera, dar a entender que ya «no es un desconocido». Tenemos que advertir a nuestro hijo de esta situación e insistir en que, aunque un extraño le diga cómo se llama o incluso afirme que conoce a los padres, no debe hablar con él ni acercarse.

No es bueno forzar a nuestro hijo a recibir muestras de cariño si no quiere, aunque se trate de familiares o personas conocidas. Si le obligamos a aceptar caricias que no desea, puede tener más tarde dificultad para distinguir entre una muestra de afecto adecuada y un acercamiento inadecuado.

– El niño debe saber su nombre, apellido y dirección. Pero si es muy pequeño y la olvida, podemos meter una tarjeta con sus datos en el bolsillo de su pantalón o abrigo. Otra opción, si tememos que pueda perder la tarjeta, es apuntarle los datos en el brazo con un bolígrafo o rotulador.

Conchita Requero

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