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Cómo enseñar a los niños a expresar sus emociones

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Manifestar los sentimientos es una costumbre muy sana, que también se aprende y se educa. Pero, ¿cómo podemos enseñar a los niños a expresar sus emociones y a controlarlas al mismo tiempo? Un momento clave en la adquisición de la autorregulación emocional se da tras el inicio del lenguaje y los cambios cognitivos asociados.

En esta etapa, los niños ya pueden expresar con más claridad sus emociones y, por tanto, ser más conscientes de lo que les ocurre. Una pauta importante es que los padres ayuden a poner en palabras lo que sienten los hijos en esos momentos («lo que te ocurre es que te da rabia no poder abrir esa tapa…») o los propios padres («ahora papá está enfadado contigo porque…»). Identificar los propios estados emocionales y saber expresarlos verbalmente es un paso fundamental para el posterior dominio de sí mismo.

El deseo de autonomía del niño en la autorregulación emocional

También en esta etapa comienza de forma más clara el deseo de autonomía del niño. El «yo solo» implica la necesidad de distanciarse de los padres para ir ganando en autonomía. Las rabietas, más frecuentes en estas edades, pueden entenderse como el contraste entre el deseo de tomar sus decisiones, con la inmadurez para tolerar emocionalmente los primeros límites contrarios a sus pretensiones. Ayudar a los niños a manejar estos episodios es otra pieza elemental en el proceso de madurez en su capacidad de autorregulación.

Límites claros, imprescindibles para los niños

Claves de la autorregulación emocional

Los límites claros y proporcionales son claves en esta etapa. Los estilos educativos sobreprotectores (carente de límites) no facilitarían al niño la experiencia de tolerar la frustración o su malestar y recuperar el control emocional tras no conseguir su propósito, ya que sólo aprenderían a calmarse con la consecución de sus deseos.

Por otro lado, los estilos educativos excesivamente autoritarios tampoco facilitarían la regulación emocional pues, aunque aparentemente el niño no tenga rabietas (no se altera si se les impone un límite), no lo hacen por haber adquirido control emocional, sino porque han aprendido que expresarse emocionalmente es castigado. Estos niños suelen presentar una gran inseguridad (ya que sólo hacen lo que se espera de ellos sin saber tomar decisiones propias) y corren el riesgo de presentar en el futuro una importante incapacidad para el manejo emocional, que suele acompañarse de cuadros de ansiedad.

Aprovecha las rabietas para trabajar la autorregulación emocional

Aprovechar estas rabietas para trabajar con los niños estrategias de autorregulación es muy útil. Cuando las rabietas ocurren se puede llevar al pequeño a retirarse del lugar donde se han alterado y tratar de ayudarles a calmarse en un rincón de la casa (se le puede llamar «el rincón de la paz o de la tranquilidad»). Una vez tranquilizado se puede razonar con ellos y ayudarles a expresar verbalmente lo que ha ocurrido. Repetir de forma rutinaria estas pautas ayudará a crear en el niño estrategias internas de autorregulación.

Según el niño crezca -y se incorpore al mundo escolar y social- irá encontrando nuevas situaciones para aprender a regularse emocionalmente. Es importante recordar que para lograr la madurez emocional cada niño sigue su propio curso. Lo que unos consiguen rápidamente, otros lo logran con más esfuerzo. Lo fundamental es perseverar y ayudarles pensando que les estamos preparando para la vida adulta.

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