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El desarrollo intelectual y emocional de los niños de 6 años

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A lo largo de los 6 años es lógico que el carácter de tu hijo varíe: deja de llorar tanto, come mejor, puede razonar y es más independiente. Comienza el colegio, ¡por fin la Primaria!, un mundo lleno de emociones se presenta ante los ojos de tu hijo. En pocas semanas observarás como deja atrás las características propias de la infancia y se mete de lleno en la niñez. Es la edad de la transición.

Desarrollo social y emocional de los niños de 6 años

– Pueden tener un mejor amigo y un enemigo.
– Les gusta tener compañeros de juego del mismo sexo.
– Juegan bien en grupos, pero de vez en cuando necesitan jugar solos.
– No les gusta la crítica o el no triunfar.
– Es común que acusen o culpen a los otros, por dos motivos: para poder comprender las reglas y para llamar la atención de los adultos.
– Piensan en ellos mismos más que en otras personas, hasta los 7 u 8 años.
– Pueden ayudar en tareas sencillas.
– Disfrutan cuidando o jugando con niños más pequeños.
– Tienen más necesidad de cariño y atención de los padres.
– Lo «bueno» o lo «malo» es lo que vosotros y los profesores, aprobáis y desaprobáis.
– Comienzan a desarrollar valores éticos, como la honestidad.
– Pueden enfadarse si son criticados, si ignoramos su trabajo o su comportamiento.
– Comienzan a preocuparse por los sentimientos y necesidades de los demás.
– Comienzan a desarrollar el sentido del humor.

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Desarrollo intelectual de los niños de 6 años

– Comienzan a expresar sus ideas.
– Mientras juegan, practican el lenguaje que aprenden en el colegio.
– Hablan con otros niños sobre ellos mismos y sus familias.
– La mayoría demuestran una viva imaginación.
– Pueden mantener la atención durante más tiempo y seguir con mayor concentración el hilo de una narración.
– Comienzan a comprender la hora y los días de la semana.
– Disfrutan con las rimas tontas, chistes, canciones y adivinanzas.

Consejos para entender a tu hijo de 6 años

–   No te dejes llevar por los posibles estados de crisis de tu hijo. Mucha paciencia con sus cambios de humor.
–   Respeta el nacimiento de su intimidad.
–   Mira como un crecimiento hacia delante la necesidad que tiene de estar con sus amigos.
–   No te apartes de su lado, todavía te necesita cerca, a
pesar de su aparente desapego.
–   Puede surgir fácilmente el miedo a dormirse, a la oscuridad y al colegio. Procura detectarlos y controlarlos.
–   Aprovecha sus interminables preguntas para entablar conversaciones que le puedan interesar y afianzar la comunicación entre vosotros.
– Aprende a dar la vuelta a la tortilla. Si le impones las tareas quizá las realice mal o de malos modos. En cambio, si te involucras con él, lo podéis pasar muy bien. Le encanta hacer cosas con otra persona.

Consejos prácticos para los padres de niños de 6 años

– Ambos padres debéis colaborar en el seguimiento de los deberes de los hijos. Comunicarse a diario cualquier asunto de interés.
– Que el niño cuente sus avances o problemas al padre que no ha trabajado ese día con él.
– Ponerse a trabajar siempre a la misma hora. Puede variar cada día de la semana, si tienen actividades extraescolares. Imprimirlo y ponerlo en sitio visible. Que adquiera el hábito de estudio.
– Respetar el tiempo de estudio y no interrumpirle con asuntos secundarios que podéis tratar más tarde.
– Reservar un lugar específico para trabajar y procurar que siempre sea el mismo.
– Atender a posibles alteraciones de carácter físico o emocional, que puedan influir en el cumplimiento de los deberes (dolores, malestares, preocupaciones, disgustos, enfados…).
– No presionar.
– Ofrecer una recompensa después de los deberes, permitiendo que realice alguna actividad que le satisfaga.
– Antes de empezar, dedicar unos minutos -pocos- a decidir el orden en que se harán las diferentes actividades.
– Hacia la mitad del tiempo, hacer una pequeña pausa para relajarse. Por ejemplo, ir al lavabo, escuchar una canción, dar una vuelta por la casa, etc.
– No aplazar las tareas. Es preciso organizar el tiempo y habituar al niño a esto.
– Que sean responsables ellos mismos de saber lo que tienen que hacer.
– No corregir los deberes. Si se hace el profesor desconocerá el nivel real de conocimientos del niño. La mayoría de los maestros dicen que sirve para poco, porque «que casualidad que en casa los haga siempre bien y en clase no».
– Responder a dudas concretas, guiando su razonamiento, pero no resolviéndoles el problema que no entienden.
– No perseguir a los hijos para que hagan los deberes, como mucho preguntarles al final del día si los han acabado o no. Los hijos deben «sufrir» las consecuencias de sus actos desde pequeños. En este caso el enfado o la mala nota por no llevarlos hechos o acabados.

Blanca Aznar Martín

Más información en el libro Tu hijo de 6 a 7 años, de Blanca Jordán de Urries. Editorial Palabra.

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