Una de las características que observamos en la educación que le brindamos a los niños es la «sobreprotección».
Ello ocurre cuando los bebés son todavía indefensos y no pueden valerse por sí mismos, así los padres les dedican su tiempo, espacio y economía, regalándole todo de sí a su querido hijo.
Todo marcharía bien si no fuera porque los padres adquieren una conducta inadecuada, al querer continuar con esta protección conforme vayan transcurriendo los años, creyendo que los hijos seguirán siendo dependientes de nosotros. Hay que reconocer que los niños necesitan descubrir los estímulos que surgen alrededor de ellos.
No es posible mantener esta inseguridad paternal, ya que demuestran una actitud sobreproteccionista, resultando inclusive ser egoístas.
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