Los niños, a los 8 o 9 años comienzan a ser más independientes y a tener mayor confianza con sus amigos. A esta edad, dormir en casa de un amigo tiene un gran atractivo. Todo lo que signifique salirse de lo habitual es algo que llama su atención. Además, dormir fuera de casa puede convertirse en una buena ocasión para ayudarle a mejorar en autonomía, buenos modales y relaciones sociales.
Los beneficios que tiene para tu hijo dormir fuera de casa
Aunque muchas veces dormir fuera de casa genera temor en los padres, dejar a tu hijo pasar una noche fuera de casa, además de ser una aventura para él, le traerá una serie de beneficios que mejorarán su educación. Por tanto, te proponemos 4 beneficios de dormir fuera de casa para tus hijos:
1. Aprender a compartir
Dormir fuera de casa será una experiencia positiva si es invitado a casa de familias alegres, con buenos principios, por primos con los que se lleva bien, etc. Cuando se trata de hijos únicos o con pocos hermanos también les hace un gran bien compartir con ellos su alegría, esa generosidad obligatoria en la que viven, las grandes cenas, las peleas y los perdones, no cabe duda de que les agranda el corazón.
Por otro lado, no es bueno caer en ningún extremo: no dejarle jamás o dejarle siempre que lo pida. Si el niño pide constantemente salir fuera de casa los fines de semana hay que reflexionar sobre dos cosas: si es necesario potenciar más en él la importancia de hacer planes en familia, o si no se encuentra a gusto en casa y por eso idea mil cosas para salir de su propio hogar. Además, de cara a la adolescencia es posible que si están fuera del hogar por costumbre, después cueste mucho más que metan un pie en casa en esta etapa.
2. Una oportunidad para crecer en autonomía
Un error bastante frecuente en muchos padres consiste en pretender prolongar más allá de lo debido la infancia de los niños, impidiéndoles en la práctica que asuman responsabilidades. Sería perjudicial que, a partir de los siete u ocho años, se pensase que un hijo es aún demasiado pequeño para salir a dormir a casa de una familia conocida o de sus primos.
En este sentido, desde pequeños es necesario acostumbrarles a que coman y se vistan solos, a que se aprendan su nombre y dirección, a que comiencen a hacer recados sencillos, a darles encargos en casa. Enseñarles a ir haciendo por sí mismos lo que, razonablemente y de acuerdo con su edad, son capaces de hacer. Así, cuando se planteen nuevas situaciones típicas de cada etapa se encontrarán perfectamente preparados. Las actividades que impliquen un cierto alejamiento de la presencia y protección de los padres son modos muy adecuados para ir dando pasos en autonomía.
3. Aprender a ser educado fuera de casa
Una pregunta que los padres suelen plantearse es si su hijo se va a portar bien, si tiene ese nivel mínimo de educación que le lleve a comportarse correctamente en una casa extraña. Dormir fuera de casa es un buen momento para comprobar que lo aprendido en casa es capaz de ponerlo en práctica cuando está fuera.
El niño aprenderá a valorar la nueva situación en la que se encuentra y a darse cuenta que no puede actuar del mismo modo ni con la misma familiaridad en su casa que en una extraña. Pero, al igual que no hay responsabilidad sin libertad, es decir, sin ocasiones donde demostrarla, no se puede pretender que aprenda a tener buenos modales si no se le dan oportunidades. Puede que sepa que no se come con la boca abierta en la mesa, tras habérselo repetido incansablemente en casa, pero también hay que proporcionarle la posibilidad de que cuando llegue a casa de sus amigos cuide este detalle sin que se le diga.
4. Mejora de sus habilidades sociales
Desde que son pequeños hay que habituar a los niños a relacionarse con los demás y este tipo de situaciones puede servirles de ayuda. En la etapa de Primaria comienzan a ampliar su círculo de amistades, a salir de sí mismos y a darse cuenta de que los demás pueden ser amigos suyos. Aunque se trate de una chica o un chico tímido, convivir cierto tiempo con otros niños de su edad fuera de casa, le obligará a poner en práctica sus habilidades sociales: saludar, mostrarse amable, participar en la conversación, responder a las preguntas, etc. Todo un entrenamiento de cara al futuro.
María Lucea
Asesora: Maite Mijancos. Directora del IEEE
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