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Aprender a relacionarse: ideas para sociabilizar a los niños

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La familia es el primer lugar donde el niño se relaciona, es decir, se sociabiliza. Aquí, aprende las normas, hábitos y conductas básicas de convivencia necesarias para su madurez social. Los padres y los hermanos representan así las primeras personas con las que desarrollar esta capacidad.

Hacia los tres años, confluyen dos circunstancias que amplían el mundo de relaciones del niño: por un lado, comienza un abandono progresivo del egocentrismo respecto al mundo exterior; por otro, su incorporación al mundo escolar, donde descubrirá a sus iguales y ampliará sus posibilidades de relación y comunicación.

Aprender a relacionarse jugando

En primero de Educación Infantil, surgirá la necesidad en el niño de compartir sus juegos y su tiempo con otros pequeños, regulará su conducta en relación con los demás y tendrá en cuenta los deseos, necesidades y opiniones de los otros. Aprenderá normas, hábitos y conductas deseables en sus relaciones a través del juego.

A pesar de todo, un niño que no haya asistido a la guardería antes de los tres años puede tener la misma socialización, si su entorno familiar ha facilitado unas relaciones de comunicación, diálogo, participación, ayuda y espíritu de servicio y apertura a los demás.

La comunicación desde un primer momento debe ser fluida, dinámica y afectuosa; es la etapa en la que el niño crea unos lazos afectivos muy fuertes con las personas que se encargan de su cuidado, ya que éstas serán sus figuras de apego. Al hablarles, verbalizar lo que estamos haciendo, estimularle con palabras de afecto y cariño, estamos contribuyendo a su desarrollo del lenguaje y a su capacidad de comunicación, de relación y afecto; además, desarrollaremos su sensibilidad y emociones básicas para su posterior desarrollo social.

Otras medidas eficaces son: llevarle a lugares de esparcimiento y diversión para que se acostumbre a relacionarse con otros niños; y, organizar excursiones con otras familias que tengan niños de edades similares.

Modo de relacionarse con sus iguales

Aprender a relacionarse jugando

Hasta los tres años, el niño muestra una característica intelectual significativa: él es el centro y todo lo demás debe adaptarse a su pensamiento. El juego de un niño de 2 ó 3 años es en solitario o en paralelo con los demás; la escolarización facilitará la relación con sus iguales, para abandonar su egocentrismo (incapacidad para tener en cuenta el punto de vista de los demás) y mediante el juego desarrollará su capacidad socio-afectiva.

Hacia los 5 ó 6 años, tendrá ya consolidadas las relaciones sociales y el juego empezará a ser más estable, buscando a sus amigos para divertirse, imaginando e ideando juegos compartidos o adoptando determinados roles.

Niñas y niños no se relacionan igual

Ambos comparten unas características psicoevolutivas comunes en un tiempo cronológico determinado, aunque difieren en su ritmo madurativo, sus gustos por determinados juegos y roles sociales. El ritmo de desarrollo socializador depende del grado madurativo de cada uno.

La diferencia más significativa entre ellos está en los medios y modos de socialización, porque sus juegos y los roles que imitan son distintos. Un niño busca más la relación a través del movimiento motor grueso, en el que está implicado todo su cuerpo: le gusta correr, ir detrás de un balón o jugar a luchar con otros niños, aunque siempre hay pequeños que son más sedentarios. La niña, sin embargo, normalmente comunica con el gesto y la palabra; le gusta el juego simbólico y asume roles de adultos, imitando normalmente a su mamá o a la profesora.

Ambos se relacionan de forma diferente con su entorno y con los que les rodean, porque tienen gustos y necesidades socio-afectivas distintas. Cada uno asume su rol social por imitación de adulto con el cual se identifica como igual. Aprende a distinguir las diferencias con naturalidad y adopta su papel, buscando a su vez la compañía de los que reconoce como iguales.

Consejos para fomentar la sociabilidad de los niños

– No le pongáis nunca en evidencia con comentarios negativos como: «Eres un antipático», «¡Qué tímido eres!». Al etiquetarlo estamos retroalimentando su introversión y avergonzándole más aún.

– Facilitarle las relaciones, invitando a casa a sus amiguitos. Al estar «en su terreno» se sentirá más seguro y reforzaremos su autoestima.

– Si es necesario, sentarnos los primeros días con él a jugar en el parque, hablar con los niños e ir introduciendo a vuestro hijo en la conversación.

– Hablar con él sobre lo bien que se lo ha pasado, tras una tarde de juego y lo que más le ha gustado hacer.

– En caso de conflicto, tomarlo con naturalidad, no angustiaros. Después, en casa, animarle a que cuente qué le ha pasado, porqué, cómo se siente y cómo lo vamos a solucionar. Una vez que le hemos escuchado es necesario que le demos estrategias para solucionar y saber actuar en situaciones similares, incluso dramatizando la situación y enseñándole cómo comportarse.

– No insitas delante de la gente si en ese momento no quiere saludar. Procura no hacer comentarios negativos sobre su comportamiento en público, solo para quedar bien delante de los amigos, porque se los creerá y estarás reforzando su comportamiento negativo.

Ana Aznar
Asesoramiento: Malena Muñoz Garrosa

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