Aunque pasar tiempo con los más pequeños es algo maravilloso, hay determinadas situaciones en las que padres e hijos no pueden estar juntos. El trabajo, un compromiso al que ellos no pueden ir o un viaje son algunas situaciones en las que los adultos deben dejar al cuidado de otras personas a los más pequeños.
Puede suceder en estas ocasiones que los niños sientan ansiedad por tener que separarse de sus padres y quedarse en casa con otras personas. Sin embargo hay que saber manejar estas situaciones para hacer más llevaderos estos momentos inevitables a los más pequeños.
Sentimientos de los padres
Cuando toca salir por la puerta de la casa y dejar a los niños al cuidado de otras personas, es inevitable sentirse algo mal al verlos llorar y tristes por alejarse de sus padres. Estas son algunas sensaciones que quedan en los adultos que tienen que despedirse de sus hijos:
– Culpa. Sentirse el responsable de esta ansiedad en los niños es algo que causa un sentimiento de culpa en los padres. A nadie le gusta provocar mal a nadie y menos a los hijos. Pero los adultos deben entender que en realidad no están causando daño y que es algo natural e inevitable.
– Nerviosismo. ¿Estará bien? ¿Habrá enfermado en la ausencia de los padres? Es habitual pensar que el niño puede estar mal. Pero hay que confiar en esa persona que está cuidando del niño.
Ayudarles a superar la ansiedad
Ya que estas situaciones son inevitables, hay que saber ayudar a los más pequeños a sobrellevarlas y hacer que la ansiedad que sienten en estos momentos se reduzca en la medida de lo posible:
– No posponer la situación. Hay padres que posponen dejar a sus hijos al cuidado de otros por miedo a estas reacciones. Sin embargo esto solo contribuye a que cuando se decidan a hacerlo finalmente cueste todavía más.
– Sonreírles. Contra el llanto lo mejor es sonreír. Preocuparse y poner mala cara sólo hará que el niño se agobie aún más y se ponga más nervioso.
– Hacerles entender que la vuelta será antes de lo que creen. Los niños han de comprender que no es un adiós definitivo, sólo es un hasta luego. Que durante un breve instante los padres estarán fuera pero que volverán antes de lo que piensan.
– Confianza con el cuidador. Siempre es mejor que los niños conozcan a la persona que los van a cuidar. Recurrir a un familiar cercano como un tío o un abuelo es la mejor opción. Un amigo cercano o un vecino también son una alternativa a tener en cuenta.
– Nunca amenazarlos. Recurrir a la amenaza de que o si se quedan en casa con el cuidador o se les castiga, solo contribuirá a que vean estas situaciones como un momento terrible y peor de lo que ya es. Tienen que entender estos momentos como algo normal no como una obligación que de no cumplirse, puede desembocar en un castigo.
Damián Montero
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