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No hacer trampas, cómo educar a los hijos en la deportividad

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¿Cómo Inculcar El Valor De La Deportividad En Los Más Pequeños?

¿Cómo inculcar el valor de la deportividad a los niños? – ISTOCK

Hay muchos caminos para alcanzar nuestras metas. En algunos casos pueden ser cortos, en otros sin embargo se hacen largos y tediosos, requiriendo esfuerzo y constancia. Estos en estos momentos cuando alguien puede pensar, ¿habrá atajos? Y, en ocasiones, estos intentos de llegar antes pasan por hacer trampas. Una situación que podemos ver en los más pequeños cuando, por ejemplo, tratan de ganar en un juego a través de artimañas.

Otras situaciones en las que los hijos pueden recurrir a las trampas son los exámenes, en los que ante la falta de preparación, se opta por copiar u otras ideas para intentar aprobar por estas vías. Por ello, uno de los valores que deben inculcarse es el de la deportividad, aprender a conseguir lo que se quiere a través del esfuerzo y a aceptar, cuando toque, la derrota. De esta manera, los más pequeños de la casa sabrán enfrentarse a todo tipo de situaciones y a querer mejorar.

Importancia de sus referencias

Desde el centro Serrat-Valera de Psicología se recuerda que hacer trampas no es algo que sea propio de los niños, sino que estos lo aprenden su entorno, incluso de sus propios padres. A poco que miremos en su entorno veremos cómo hay quien intenta ir por el camino corto para salirse con la suya. Por ello, se hace necesario hablar con los hijos a la hora de inculcarles valores y hacerles reflexionar a partir de preguntas como:

– ¿Crees que X (persona que sea referencia para ellos: personaje de cuentos, padres, abuelos, etc.) engañan y hacen trampas?

– ¿Por qué crees que otros hacen trampas? ¿Qué crees que esperan conseguir cuando toman esta decisión?

– ¿Qué crees que puedes hacer tú para mejorar la sociedad y evitar la mentira?

Por otro lado, los padres también deben apostar por una crianza en la que se apueste por el crecimiento personal y no en logros superfluos como el dinero. Es decir, invitar al niño a querer ser mejor persona y, como dijimos al principio, querer superarse en lugar de optar por el camino fácil. Hay que hacer que el pequeño entienda que esas victorias tienen un escaso valor ya que no son fruto de sus cualidades, sino de la mentira.

Apostar por la deportividad

Además, los padres pueden poner en marcha una serie de acciones encaminadas a reducir la posibilidad de que los más pequeños hagan trampas:

– Transmitir el deseo y motivación por el crecimiento personal. La familia debe ser el primer referente que haga querer, al niño, superarse cada día y entender el valor que tiene el esfuerzo en su futuro y éxito.

– Fomentar el amor por el aprendizaje. No hay que aplaudir únicamente el resultado académico, sino lo que el niño haya captado e interiorizado en este proceso de enseñanza.

– Si se descubre alguna mentira o trampa, ¿es este un episodio aislado? ¿Ha habido más ocasiones en las que haya demostrado este comportamiento?

– Ser un buen ejemplo, comportándose siempre desde el respeto y la honestidad para que los niños vean esta la mejor manera de encarar la vida.

– Premiar el esfuerzo frente al resultado para animar a que sigan comportándose de ese modo y evolucionen como personas.

– Tener en cuenta que es posible que vean estos comportamientos en otros niños, si es así y el niño saca este tema, invitarle a que él mismo reflexione sobre si es un comportamiento correcto el que han visto.

Damián Montero

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