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Niños en territorio adulto: la tendencia a convertirse en adultos antes de tiempo

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A pocos se les escapa que los niños que tenemos en nuestra sociedad de hoy en día se adelantan a su edad: cada vez son menos niños y parece que abandonan antes la etapa infantil, incluso da la sensación de que desean abandonarla y en ocasiones, sus padres les ayudan a ello. Pero, ¿es bueno para estos niños sumergirse prematuramente en el mundo de los adultos, copiando sus comportamientos y hasta la forma de vestir?

Mientras que por una parte se hace notar la figura del adulto inmaduro y con miedo a las responsabilidades que encaja en lo que se describe como «Síndrome de Peter Pan», los expertos coinciden en que la infancia es cada vez más breve y los niños se adentran antes en el mundo de los adultos. Este aspecto cuenta además con afamados representantes: podemos ver ejemplos de niños convertidos en mini-adultos en las figuras de numerosos hijos de famosos que aparecen a menudo en las redes sociales.

Los niños y el consumismo

Todos sabemos que vivimos en una sociedad consumista, y los niños han acabado entrando en esta rueda al igual que los adultos. Basta con que miremos a nuestro alrededor y podremos ver con facilidad cómo los menores se desviven por su apariencia, por su vestimenta y tratan de adaptarse a las modas.

Las niñas se visten como adolescentes o veinteañeras porque así lo proponen las casas de moda infantiles y es aceptado por muchos padres.

Se les fomenta la vanidad desde edades muy tempranas, transmitiéndoles la idea de que han de gustar, cuidar su imagen y lucirse.

Esta mentalidad materialista y superficial es con frecuencia promovida por progenitores que proyectan en sus hijos lo que quisieron ser y tener y no pudieron, así como la necesidad de consolidar una imagen para los niños basada en sus propios gustos e inclinaciones.

Los medios de comunicación, con la televisión al frente, también han ayudado a extender una forma de vida basada en el consumismo, además llegar a constituir una importante fuente de ocio pasivo de los pequeños. De esta manera, los niños están sometidos precozmente a un gran número de noticias e información y juegan poco, o al menos, juegan poco entre ellos.

Están muy influidos por los contenidos de las pantallas ya sean series, publicidad, redes sociales o televisión. El consumo feroz en una sociedad económicamente desarrollada como la nuestra les afecta mucho. Viven muy de prisa contenidos de poca inconsistencia y valor cultural, y son cada vez más exigentes. Los adultos hemos perdido o no sabemos ofrecerles un entorno adecuado para que jueguen y evolucionen positivamente.

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Sus modelos a seguir

El influjo que ejercen los ídolos adolescentes (además de cantantes y otras estrellas mediáticas que se dirigen a un público más adulto) sobre los niños y adolescentes es demasiado fuerte como para que pase desapercibido.

Muchos padres que han podido acceder a las redes sociales que frecuentan hoy los niños han comprobado por sí mismos cómo niñas y niños de trece años o incluso menos posan como modelos y muestran posturas sugerentes, luciendo en ocasiones maquillajes exagerados y vestimentas provocativas nada apropiadas para su edad.

Padres con poco tiempo

¿Qué parte de responsabilidad tienen los padres en todo esto? La sociedad ha cambiado muchos en los últimos años; al trabajar ambos progenitores fuera de casa, no pueden atender a sus hijos tanto como quisieran. Y esta es otra causa que se une a favorecer el acortamiento de la infancia.

Aunque la situación a veces no es fácil, los padres deben involucrarse en la educación de sus hijos sin pretender convertirse en sus amigos.

Muchos padres tal vez se encuentren con el problema de que su hija se rebela si no la dejan vestirse como las demás. Pero tendrán que imponerse acercando a sus hijos a ese entorno donde la lectura, el juego y la comunicación afectiva primasen sobre lo superfluo y consumista. Es decir, negarse a lo que la moda quiere imponer, pero ofreciendo como alternativa actividades atractivas y educativas en las que se sientan felices.

Etapas sin completar

En los niños, el adelantarse a su edad no les aporta ninguna ventaja. Según matiza el psicólogo José Luis Sabido, es destacable el desajuste evolutivo que se da: «Las personas avanzamos saludablemente hacia la madurez superando unos ciclos, si éstos no se completan se produce un desajuste que requiere un sobreesfuerzo adaptativo; es como empezar el Bachiller habiendo cursado sólo 2 años de la ESO, al final nos costará mucho más aprobar el Bachiller y sin lugar a dudas nos exigirá un esfuerzo mayor que si hubiésemos avanzado naturalmente completando el ciclo anterior. El niño suele estar desubicado, no se siente cómodo; los miedos, inseguridades y dependencias emocionales se hacen más manifiestos, necesitan una muleta que les proporcione la seguridad que necesitan y acertar en su elección será crucial. En definitiva, iniciarán una fase con una acusada dependencia donde el factor de la influencia será crucial. Acertar en la elección de esa figura es extraordinariamente determinante».

Fruto de este desbarajuste producido por diferentes elementos, los niños terminan por mostrar actitudes desadaptadas. Sabido señala que «los miedos e inseguridades propios de la edad temprana han de conjugarlos con la autonomía y «autosuficiencia» percibida. En esta edad el sentimiento de pertenencia al grupo es fundamental. No quieren sentirse rechazados por nadie y necesitan destacar sobre los demás para ganarse su respeto y admiración, lo que suele traducirse en conductas primarias y poco elaboradas que, con demasiada frecuencia, desembocan en agresiones hacia sus iguales o hacia cualquier figura de autoridad (profesores, personas mayores, etc). Los niños presentan una actitud narcisista, hedonista y egocéntrica que, con el tiempo van depurando. En su relación con el medio van tomando conciencia del otro, de las necesidades ajenas y, por experiencia, aprenden a compartir y a respetar. Si este periodo se acorta apresuradamente, ellos siguen considerándose el centro del universo, sólo se interesan por lo que les produce placer y no aceptan nada que hiera su vanidad, su imagen o su ego».

El futuro de estos niños

Los niños que no viven una infancia plena, que van dejando de ser niños a fuerza de un entorno superficial y erotizado, tienen graves problemas en su adolescencia ya que han adelantado esta etapa en su infancia y de adultos carecerán de recursos para ser felices y hacer felices a los demás, o tendrán que sufrir mucho hasta conseguir normalizarse.

Al final, resulta que la infancia, una etapa sin preocupaciones y donde prima el juego y la diversión, pasa apresuradamente para estos niños, dando lugar a la intranquilidad y el ansia por aparentar y desenvolverse como un adulto.

Precocidad sexual

La televisión con sus programas juveniles y también Internet pasan a ser referentes de los niños y van quedando en sus recuerdos como ideales de querer ser o llegar a ser, y es así como van adelantando etapas. Y estas influencias que favorecen las actitudes adultas en los niños también se hacen notar en un aspecto muy concreto: la sexualidad y la precocidad sexual.

La erotización intensa que se vive actualmente ejerce una presión social tan fuerte que potencia el desarrollo sexual de los niños: cada vez es más baja la edad en la que los menores se inician en el sexo, que se sitúan en torno a los 14 años.

Marna Berrio

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