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Al salir del colegio, ¿hay alguien en casa?

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Suena el timbre de final de las clases y todos los escolares se lanzan, en carrera alocada, hacia la salida del colegio. Llega la hora de la merienda, de los dibujos animados, de los amigos y de los deberes. Pero, en algunos casos, al salir del colegio, nadie está en casa. La perspectiva no es tan atrayente, si tras una agotadora jornada en el colegio, lo que les espera una casa vacía. Esta soledad puede crear no sólo problemas psicológicos y afectivos a los niños, sino que entraña ciertos riesgos de seguridad.

Al meter la llave en la cerradura, algunos niños ya saben que no les espera nadie. Algunos chicos ya se han acomodado a esta situación y no les afecta en absoluto, pero otros pueden intentar combatir la soledad de diversos modos. Por ejemplo, precipitándose sobre la televisión o sobre la consola de video-juegos. Y así, escasamente cinco minutos antes de que lleguen sus padres, dejar ese entretenimiento para hacer los deberes.

Otros, sin la vigilancia de sus padres, adquieren el mal hábito de quedarse en la calle, en vez de volver a casa cuanto antes. Quizá con la pandilla o quizá solos, pero vagabundean de un lado a otro perdiendo el tiempo y exponiéndose a muchos otros peligros: lugares inconvenientes como salas de billares y video-juegos, personas con malas intenciones, diversiones poco aconsejables… Eso sí, poco antes de que lleguen sus padres, ya habrá llegado a casa, y nadie se imaginará la falta de seguridad que ha tenido durante toda la tarde.

Niños solos al salir del colegio

Nuestro hijo no actúa con malicia: es que hace falta mucha fuerza de voluntad para volver directamente a casa en vez de quedarse en la calle dando vueltas cuando no los espera nadie. Las circunstancias de cada familia son distintas y, en algunos casos, quizá no quede más remedio que dejar solos a los chicos. Pero, desde que empeizan el colegio hasta los doce años, aproximadamente, no hay que ver esta situación como normal; es conveniente que exista cierta supervisión de movimientos.

La seguridad física ocupa un lugar importante entre la preocupación de los padres, pero no sólo al andar por la calle: también dentro del propio hogar. No tiene por qué ocurrir, pero con los chicos solos en casa es más fácil que se produzcan accidentes. Por eso, hemos de establecer un plan de acción con los hijos: que sepan qué hacer si tienen un accidente, a qué teléfono llamar, a qué vecino o familiar acudir y, si tiene edad y madurez suficiente, enseñarle algunos primeros auxilios.

Problemas afectivos de los niños solos

Sin embargo, son más preocupantes los problemas psicológicos y afectivos que pueda generar esta situación. De hecho, chicos y chicas se resienten sobre todo de la soledad y del aburrimiento. Esto puede causar que quizá lleguen a tener la sensación de que importan poco a sus padres, incluso de que no les quieren. Por eso lo resuelven a su modo, enganchándose a la televisión o a los video-juegos, es decir, a lo que conlleva menos esfuerzo. Dejar los deberes a íltima hora, porque no hay nadie delante que le exija ni que se interese.

Para paliar este efecto negativo, al llegar a casa (probablemente después de un día agotador) habrá que dejar los problemas propios y profesionales colgados en el perchero para volcarse con los hijos y el cónyuge. Nuestro hijo nos espera ilusionado para contarnos lo que ha hecho ese d¡a, para enseñarnos un examen o un dibujo… Con esfuerzo por nuestra parte, efectivamente, pero nuestros hijos han de comprobar que se cumple en la práctica lo que ya saben: «mis padres me quieren».

Buscar ayudas para evitar dejar a los niños solos



Contar con alguien que cuide a los chicos hasta que lleguemos nosotros, puede convertirse en la mejor solución, aunque probablemente no sea posible para todas las familias. El ingenio suple muchas veces la falta de recursos económicos: existen varios trucos e ideas que algunas familias han puesto en práctica para evitar que un chico o una chica de estas edades se quede solo. Todo ello se encamina a lograr una seguridad en el entorno del chico, para evitar los peligros exteriores.

1. Cuidadora o niñera. Hay quien puede permitirse una cuidadora que se haga cargo de los chicos, esperándoles en el colegio o en casa, controlando su hora de llegada, donde juegan, cuando hacen la tarea y estudian, etc. Si se puede venir a ayudar ciertos días a la semana, se puede hacer coincidir con aquellas tardes en que los padres tienen más problemas para volver pronto.

2. Abuelos o familiares. A veces, puede confiarse esta tarea a los abuelos o a algún familiar que viva más o menos cerca. Incluso puede ayudarnos algún vecino amigo nuestro o alguna madre del colegio con un domicilio cercano al nuestro. Podemos ponernos de acuerdo con ella para repartirnos las tardes: un día tiene ella un montón de chicos en casa y otro somos nosotros. También podemos disponer en casa de un estudiante universitario de confianza que se preste y quiera ganar algún dinerillo.

Hay que fomentar la idea en los hijos de que siempre va a haber alguien esperándoles en casa, aunque no sean los padres porque no pueden. De este modo se evitan estos problemas. Después, en cambio, no resulta tan importante que pase todo la tarde acompa*ado. Si el chico es responsable, la asistenta, el familiar, etc. pueden marcharse tranquilamente cuando nos retrasamos un poco.

Actividades extraescolares a la salida del colegio

Otra idea para mantener ocupado y seguro a nuestro hijo algunas tardes consiste en aprovechar las actividades extraescolares en el colegio o en alguna academia o club cercano al colegio o al domicilio. Sin imponerlas ni agobiar al hijo con nuevas clases, podemos estudiar los horarios y ajustarlos para asegurarnos, aunque no lo presenciemos, de que nuestro hijo no pierde el tiempo por ahí. Sobre todo, durante esas tardes más conflictivas para nosotros.

Puede hacer deporte, o algo de arte, o simplemente estudio dirigido, pero con una idea clara: la importancia de estas actividades radica en el aprendizaje de los conocimientos más adecuados a su personalidad y no hemos de utilizarlas como «segundas niñeras». Respetando esta idea, podemos apoyarnos en ellas para tener a nuestro hijo controlado y retrasarnos un poco m s, justamente esa tarde que tiene judo, por ejemplo.

Para las tardes que no realice este tipo de actividades, otra idea puede ser que nuestro hijo se quede a jugar en el patio del colegio con sus amigos hasta que nosotros lleguemos a recogerle. Dentro del recinto se encuentra más seguro y a salvo de cualquier peligro. En algunos colegios, también existen bibliotecas para estudiar, leer o hacer deberes, aunque a estas edades no suele ser tan atractivo como el deporte.

Un horario y unos deberes para los niños

Para ayudarle a vivir el orden y para que no pierda el tiempo, nuestro hijo debería tener claro un horario para las horas de la tarde, después del colegio. Tanto si hay alguien cuid ndole, como si le hemos apuntado a alguna actividad extraescolar, deber saber qué tiene que hacer en cada momento: a qué hora merienda, a qué hora hace los deberes y estudia, a qué hora puede ver los dibujos o ponerse a jugar.

Una de las actividades más importantes de la tarde son los deberes del colegio, y a ellos necesitar dedicar cierto tiempo… y también necesitar contar con sus padres. Le surgirán un montón de dudas y de preguntas. Aprovechar mejor ese tiempo si le ayudamos, haciéndole pensar y dándose cuenta de que sabe más de lo que se imagina. Algunas tardes no ser posible por nuestro trabajo, pero habr que encontrar algo de tiempo por la noche para repasar con los ejercicios y demostrarle que nos importa mucho todo lo suyo: hasta el mapa de España con los ríos y afluentes más importantes que ha dibujado.

Consejos para evitar dejar a los niños solos a la salida del colegio

1. Alguna tarde que faltemos, podemos llamarle por telfono, no para vigilar, sino para darle seguridad y que compruebe que efectivamente estamos pendiente de l. La ocasin puede ser preguntar por un examen, etc.

2. Los días que nos retrasemos más por la tarde, los chicos pueden quedarse más tiempo en el colegio, a la salida de las clases: ya sea jugando en el patio o estudiando en la biblioteca.

3. El hermano mayor puede cuidar también de los pequeños si es responsable, pero no podemos cargarle a él todos los deberes: merienda, vigilar al pequeño, preguntar la lección… Ayuda,, pero no sustituye a un padre o madre.

4. Si existen un par de hermanos de la misma franja de edad, puede resultar más fácil para ellos quedarse solos, especialmente cuando uno es suficientemente maduro. Si ninguno de los dos es responsables, el efecto puede ser el contrario.

5. Los hijos han de conocer por qué faltan sus padres, y dónde se encuentran. Algún día podemos llevarles una tarde a nuestro lugar de trabajo y encargarles algún asuntillo de poca monta.

6. Los hijos deben tener claro que siempre habrá alguien en casa esperándoles, ya sea la asistenta, un familiar, un vecino, o cualquier otro medio por el que optemos.

Podemos poner en práctica la idea de compartir recursos para que nuestros hijos estén siempre acompañados al salir del colegio. Con una hermana, vecina, o madre del colegio nos repartiremos las tardes para recoger a los niños. También se puede compartir un estudiante, pagándolo entre dos.

Ricardo Regidor

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