Jugar divierte, entretiene y además educa. Es una de las actividades más recomendadas para los más pequeños y que además se aconseja compartir con ellos. Sin embargo, en los últimos años los niños han reducido el tiempo dedicado a estos fines y además dejan de hacerlo antes, perdiéndose unas de las mejores experiencias en su desarrollo tanto físico como emocional.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado la Fundación Crecer Jugando en la publicación que hizo el pasado 28 de mayo con motivo del Día Internacional del Juego. Una jornada en la que desde el Observatorio del Juego Infantil se recuerda que «el juego libre es el mecanismo esencial de la educación en la infancia, porque a través de él los niños y las niñas se inician en el acervo cultural, las tradiciones de su comunidad, sus valores y normas».
Aumento de la ansiedad infantil
El estudio realizado por la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, los niños muestran los mismos intereses que los adultos de forma precoz. Uno de los motivos que han dado lugar a esta situación es que el paso al instituto sucede con 11 años y no con 14, ya que el salto a la secundaria implica, casi siempre, un rechazo a los referentes del mundo infantil, y son el juego y los juguetes los principales referentes.
Si bien el tiempo de juego ha descendido, han aumentado los casos de ansiedad infantil. Así lo afirma el artículo del «American Journal of Play» titulado «El descenso del juego y el aumento de la psicopatología». En los últimos 50 años el juego libre con otros niños se ha visto reducido de forma significativa mientras que los casos de estrés, depresión o sentimientos de indefensión han aumentado entre niños, adolescentes y adultos jóvenes.
A lo largo de los años el juego ha sido la esencia de la infancia. «Restar a los niños y niñas el espacio y tiempo para jugar supone impedirles, no sólo uno de sus derechos fundamentales, sino en el fondo, la capacidad de vivir en plenitud su infancia», señala Gonzalo Jover, director del Observatorio del Juego Infantil.
Menos compañeros de juego
Los hermanos han sido siempre los mejores compañeros de juego por excelencia y los más cercanos para compartir estas experiencias. En la actualidad la tasa de natalidad se ha reducido y son más los casos de familias con hijos únicos. De esta forma es más difícil que los pequeños tengan a alguien cerca.
Ante esta situación, se recuerda la importancia del juego en el desarrollo de los más pequeños. Estas actividades contribuyen a:
– Desarrollar competencias e intereses intrínsecos
– Aprender cómo tomar decisiones, solucionar problemas, tener autocontrol y seguir reglas. Estas reglas, además, no tienen que estar escritas o ser explícitas, sino que son sobreentendidas por los participantes en el juego.
– Aprender cómo regular y controlar sus emociones.
– Hacer amigos y aprender de otros como iguales.
Damián Montero
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