El fenómeno de los niños influencers ha crecido exponencialmente en los últimos años. Con millones de seguidores en plataformas como Instagram, YouTube y TikTok, estos jóvenes generan contenido que va desde juegos y tutoriales hasta reseñas de productos. A pesar de su popularidad, la falta de regulación específica para proteger sus derechos y bienestar es preocupante.
En España, uno de cada tres jóvenes declara que le gustaría dedicarse a la creación de contenido, y uno de cada diez ya lo está intentando, según la encuesta Harris Poll/LEGO*. Cada vez hay más jóvenes que ven la creación de contenido como una posible carrera profesional.
Según explica Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «los influencers son ídolos, son sus referentes en muchos aspectos, además, son percibidos como personas que, sin apenas esfuerzo o incluso sin hacer más que divertirse, ganan grandes cantidades de dinero. Todo ello aviva el deseo de emularles».
El auge de los niños ‘influencers’
Los niños influencers han capturado la atención de audiencias globales. Padres y empresas ven en ellos una oportunidad de negocio lucrativa. Las marcas colaboran con estos jóvenes para promocionar productos dirigidos a otros niños y familias, explotando su autenticidad y conexión con su audiencia.
Sin embargo, está claro que sin ayuda familiar estos niños influencers no tendrían tanto alcance ni posibilidades de tener tanto impacto social y económico. «Un factor determinante es contar con un entorno familiar muy motivado y comprometido con la actividad pública del niño, es evidente que sin la complicidad de un adulto no hay ningún niño o niña que pueda convertirse en una estrella de las redes sociales, y mucho menos todavía mantener ese estatus a lo largo del tiempo. Entre otras cosas, porque la mayor parte de este star system infantil ni siquiera tiene la edad mínima oficialmente exigida para poder crearse un perfil en estas plataformas», explica Lalueza.
Niños ‘influencers’: falta de regulación
Importantes sumas de dinero por cada post o stories, rodajes o eventos de cualquier índole son el pan de cada día para algunos niños y niñas influencers. A diferencia de la industria del entretenimiento tradicional, donde existen leyes y normas que protegen a los niños actores, los niños influencers operan en un área gris. No hay leyes claras que regulen el tiempo que dedican a crear contenido, la gestión de sus ingresos o su derecho a la privacidad. Esta falta de regulación expone a los niños a posibles abusos y explotación.
«El trabajo de los niños y niñas influencers no está regulado específicamente en el ordenamiento jurídico español», explica Mònica Ricou, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. «Se considerarían personas menores trabajadoras siempre que haya contraprestación económica», añade y, por tanto, estarían sometidos a la normativa de protección del menor al derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen (LO 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor).
«Aun así, el artículo 6 del Estatuto de los Trabajadores prohíbe la admisión al trabajo de los menores de 16 años y el artículo 9 de la Ley del Estatuto del Trabajo autónomo se pronuncia en el mismo sentido, indicando incluso ‘que ni siquiera (trabajar) para sus familiares‘», detalla Ricou. Tampoco pueden realizar trabajos nocturnos ni aquellas actividades o puestos de trabajo respecto a los que se establezcan limitaciones a su contratación según la Ley de prevención de riesgos laborales. «Estas legislaciones forman parte de convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y, por tanto, de obligado cumplimiento para todos los Estados miembros», advierte Ricou.
Consecuencias y preocupaciones del trabajo de los niños ‘influencers’
Impacto en la educación y el desarrollo. La presión para producir contenido constante puede interferir con su educación y desarrollo personal. Cuando se habla de niños y adolescentes influencers, el foco mediático tiende a tener una fecha de caducidad cercana. «Sería necesario garantizar que los niños influencers disfrutan de todo lo que pueda aportarles la celebridad, pero siendo conscientes de que puede desvanecerse en cualquier momento y sin desatender otros aspectos fundamentales de esta etapa de la vida tan trascendental en términos formativos y en la que las obligaciones no tendrían que asfixiar nunca las opciones más lúdicas», añade Lalueza, también investigador del grupo GAME de la UOC.
Privacidad y seguridad. Compartir detalles de su vida diaria puede poner en riesgo su seguridad y bienestar. Las grandes beneficiadas son las redes sociales, quienes albergan y difunden estos perfiles y reciben horas de conexión en sus plataformas. Y, a la vez, quedan exentas de cualquier responsabilidad en la protección de los niños influencers. «Resulta muy paradójico ver a influencers triunfar en una plataforma de la que, estrictamente, por su edad, ni siquiera podrían ser usuarios. Sin embargo, en ejercicio de su patria potestad, son los padres o tutores legales los que tienen la responsabilidad de velar por los derechos de imagen del menor, y no la plataforma», explica Lalueza.
Explotación financiera. Sin una gestión adecuada, los ingresos generados pueden no ser debidamente administrados en beneficio del niño. «La frontera que separa hacer cosas para poder mostrarlas en redes o bien mostrar en redes las cosas que se hacen dentro de la vida cotidiana del menor o de sus padres puede ser muy difusa. Además, cuando la actividad es muy lucrativa, se propicia la explotación o incluso la autoexplotación, porque se genera la idea de que cada minuto no invertido en las redes equivale a perder una pequeña fortuna», explica el experto.
La última legislación en torno al sector de los influencers promovida por el Gobierno este mes de marzo busca regular los contenidos y la publicidad, pero no incluía el trabajo de los niños influencers. Para Lalueza, aunque se presente como una actividad lúdica que simplemente se muestra a los seguidores, si genera ingresos debería concebirse como una actividad laboral. En esta misma línea, Ricou subraya la necesidad de una legislación para proteger a estos menores. «Desde la Organización Internacional del Trabajo se podría elaborar un convenio internacional en este sentido, su protección representa también el cumplimiento del objetivo 8: trabajo decente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y del artículo 32 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea sobre la prohibición del trabajo infantil», concluye la experta.
Niños actores o actrices, cantantes infantiles y demás gozan de ciertas regulaciones, a diferencia de los niños influencers. «La autoridad laboral solo autorizará la intervención de menores de 16 años en espectáculos públicos (se entiende las industrias tradicionales) en casos excepcionales. Eso sí, no debe suponer peligro para su salud ni para su formación profesional y humana», explica la experta. La legislación no pone, de momento, ningún tipo de límite o control al trabajo en redes sociales por parte de menores de edad, sólo que tengan la edad mínima para desarrollar la prestación laboral. «Se podría valorar introducir la exposición en redes sociales en un nuevo apartado del artículo 6 del ET y precisar bien los peligros para la salud y formación profesional y humana. Es un vacío que deja en completa desprotección a las y los menores», advierte Ricou.
Es crucial que se establezcan leyes y regulaciones claras para proteger a los niños influencers. Esto incluye garantizar que reciban una educación adecuada, proteger su privacidad y asegurar que sus ingresos sean gestionados de manera justa. Los padres también deben ser conscientes de los riesgos y responsabilidades que conlleva exponer a sus hijos en redes sociales.
Los niños influencers representan un fenómeno cultural significativo que requiere una atención urgente para garantizar su protección y bienestar. La implementación de regulaciones específicas es esencial para equilibrar las oportunidades que ofrece esta nueva forma de entretenimiento con la protección de los derechos de los niños.
Marisol Nuevo Espín
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