Categorías:

Los niños enmadrados: enganchados a sus padres

Tabla de contenidos

Hay niños especialmente enganchados a sus padres a quienes les cuesta ir adquiriendo una necesaria autonomía. Se trata de niños a los que durante años se le ha sobreprotegido con la mejor de las intenciones. Con los niños enmadadrados, podemos poner en práctica una estrategia especial que les permita ir superando esa «ansiedad a la separación» que tanto les limita.

Por lo general, los niños enmadrados se caracterizan por un rasgo común: se trata de pequeños que experimentan una ansiedad desproporcionada cuando se separan real o supuestamente de sus seres queridos y, en especial, de su madre.

Estar enmadrado es un mecanismo de defensa

Este tipo de sentimientos son considerados positivos siempre cuando se mantengan dentro de unos límites. Para muchos expertos se trata, incluso, de un mecanismo protector del propio niño. Es decir, nuestro pequeño desea estar a nuestro lado porque, sencillamente, es consciente de que le protegeremos y cuidaremos de que no le ocurra nada malo.

Con el paso del tiempo, este singular sistema de defensa suele quedar sustituido por los típicos «temores infantiles«. Y es que, el miedo a la oscuridad, a los extraños… no son más que la forma mediante la cual nuestro pequeño, una vez que ha comenzado a adquirir cierta autonomía, lucha contra todo aquello que le podría hacer daño.

Pegar el salto hacia la autonomía

Los problemas surgen precisamente cuando el niño que tiene mamitis no «da ese inevitable salto» hacia la autonomía. A pesar de contar con cinco o seis años, nuestro pequeño continúa enganchado a «nuestras faldas» y es precisamente la separación lo que teme. En ocasiones, este apego llega a tal punto que el niño no tolera siquiera las separaciones más breves como una tarde a solas con sus abuelos mientras nosotros realizamos unas gestiones, sin ir más lejos, y se convierte en un drama que termina en lágrimas e inconsolables pucheros.

Cuando todos estos síntomas aparecen es importante intentar descubrir cuál es el problema real del niño.

Los síntomas que manifiestan los niños enmadrados

Este tipo de sentimientos suelen manifestarse de formas muy concretas. Así, por ejemplo, si nuestro hijo/a es un niño/a un poco enmadrado puede que exprese su miedo a la separación a través de pesadillas nocturnas. El tema de estos sueños será siempre el mismo: Su mamá se va y no regresa más o él, por qué no, se pierde y no consigue encontrar a sus padres.

También es habitual que aparezcan ciertos síntomas de carácter físico tales como dolores de cabeza, vómitos, etc. Algunos niños, además, manifiestan su ansiedad mediante pataletas, súplicas y lloros. Y todo ello con un único fin: que su mamá no le deje ni un solo instante.

En muchas ocasiones, estos niños se niegan a ir al colegio. No porque no les gusten las clases o los compañeros sino, simplemente, porque no pueden soportar estar lejos de sus padres. Como norma general, distinguir este problema del clásico «no me gusta el cole» es fácil pues la «ansiedad a la separación» suele surgir mucho antes que el miedo al colegio.

Siempre hay un motivo por el que están enganchados a sus padres

Hay muchos motivos por los que un niño/a podría estar enmadrado. Lo más probable es que, sin darnos cuenta, tengamos una cierta tendencia a sobreprotegerle demasiado. Esto le habrá impedido ir adquiriendo una cierta autonomía y, en consecuencia, comenzar a desenvolverse con naturalidad en todas aquellas situaciones en las que no estemos nosotros presentes.

Y es que, cuando los padres controlamos a nuestros pequeños en exceso y no les damos la oportunidad de que sean ellos mismos los que empiecen a solucionar sus problemas, lo habitual es que el niño termine convirtiéndose en un pequeño dependiente e inseguro.

Si este es nuestro caso, debemos de animar a nuestro hijo a que sea independiente. Sólo así podrá adquirir la madurez necesaria para enfrentarse a las dificultades que, sin lugar a dudas, irán surgiendo en su día a día.

Detonante habitual: una experiencia traumática

Otro de los motivos por el que puede estar enmadrado es por una experiencia traumática. En ocasiones, los problemas familiares (una enfermedad, por ejemplo) pueden llegar a convertirse en el detonante más habitual de este tipo de problemas.

También si el niño ha sufrido ciertas carencias afectivas puede llegar a experimentar un cierto temor a ser abandonado. Este es el caso de aquellos pequeños cuyos padres se encuentran especialmente volcados en su trabajo, que viajan constantemente, etc.

Existen, además, ciertas situaciones típicas que suelen provocar este tipo de mecanismos de defensa. El nacimiento de un hermano, el cambio de escuela o el ingreso en un hospital, por ejemplo, pueden llegar a debilitar inevitablemente la seguridad en sí mismo de nuestro hijo y, por lo tanto, provocar una mayor dependencia hacia nosotros.

Medicina para niños enmadrados

La mejor medicina para un pequeño enmadrado suele ser el apoyo de sus padres. Está demostrado que no existe nada como el constante apoyo paterno para que un niño consiga adquirir esa autonomía de la que tanto adolece.

Y todo ello, eso sí, en un clima de estabilidad que le ayude a sentirse seguro en todo momento. Es decir, nosotros podemos animar a nuestro pequeño a que acuda a casa de sus amigos a jugar, pero antes debe sentirse completamente seguro: Cuando regrese (el niño debe ser absolutamente consciente de ello) estaremos en casa esperándole por lo que no debe preocuparse más que por divertirse con los demás niños.

Un buen truco en estos casos es habituarle poco a poco a pasar algún tiempo con sus abuelos o con sus primos; con personas, en definitiva, en las que confíe y quiera. De este modo, le resultará mucho más sencillo aprender a asimilar la «separación» por mucho que «madre sólo pueda haber una».

Consejos para desenganchar a los niños enmadrados

1. Anima a los amigos de tu hijo/ a que vengan a casa a jugar. Una vez establecida una relación de confianza, le costará mucho menos ser él el que acuda a este tipo de citas.

2. No faltes nunca a tu palabra. Si prometimos al niño ir a recogerle a una hora determinada estemos allí puntualmente. En caso contrario estaríamos fomentado su inseguridad y dependencia.

3. No hay nada mejor para aprender a «separarse» que practicando. Si todos los fines de semana, por ejemplo, dejamos a nuestro pequeño una hora con sus abuelos llegará un momento en que no sólo no sufra ningún tipo de ansiedad sino que, por el contrario, estará deseando que llegue el sábado.

4. No te comportes de forma insegura delante del niño. Transmitirle constantemente nuestros miedos terminaría por convertirle en un niño/a inevitablemente enmadrado y dependiente.

5. Evita controlar constantemente a tu hijo/a. Aunque sea en casa debemos darle una cierta independencia y libertad. De este modo, aprenderá a estar solo y no necesitar nuestra constante compañía.

Si tenemos algún familiar de confianza fuera de la ciudad (abuelos, tíos, padrinos…) aprovechemos la oportunidad para llevar al niño a su casa. Pasar un fin de semana con ellos puede ser la mejor forma de que nuestro pequeño comience a desenmadrarse.

Ignacio Iturbe
Asesoramiento: Teresa Artola. Pedagoga y psicóloga

Te puede interesar:

– La mamitis en los niños y bebés

– La ansiedad por separación en niños

– Los miedos y fobias más frecuentes en los niños

Otros artículos interesantes