La capacidad de sorprenderse es una cualidad que está ligada a la infancia, y este estado de asombro y maravilla parece desvanecerse con el tiempo. Los niños, en su frescura y curiosidad, encuentran magia en lo cotidiano, mientras que los adultos a menudo se sumergen en la rutina y la familiaridad.
El asombro emocional de los niños
¿Cuáles son las razones de por qué los niños experimentan la sorpresa de manera más intensa que los adultos y por qué este fenómeno influye en su desarrollo emocional y cognitivo?
A nivel emocional y de comportamiento, éstas son algunas de las razones por las que los niños se asombran más que los adultos:
1. Curiosidad infinita
Los niños poseen una curiosidad infinita que alimenta su deseo de explorar el mundo que los rodea. Cada descubrimiento, por pequeño que sea, les llena de asombro. A medida que crecen, los adultos tienden a desarrollar patrones de pensamiento más estructurados y menos propensos a sorprenderse, ya que la novedad se ve eclipsada por la experiencia acumulada.
2. Mente abierta y flexibilidad cognitiva
La mente de un niño es como una esponja, lista para absorber nuevas experiencias y perspectivas. Su capacidad para adaptarse a lo desconocido fomenta la sorpresa, ya que cada encuentro se percibe como único y emocionante. Los adultos, con su bagaje de experiencias, a veces pueden carecer de esa apertura mental y flexibilidad cognitiva que caracteriza a los niños.
3. Falta de expectativas preconcebidas
Los niños carecen de muchas expectativas preconcebidas sobre cómo debería ser el mundo. Este «lienzo en blanco» les permite abordar cada situación con una mente libre de prejuicios, aumentando la probabilidad de sorprenderse. Los adultos, por otro lado, pueden estar condicionados por sus experiencias pasadas, limitando su capacidad de asombro ante lo desconocido.
4. Creatividad e imaginación desbordante
La imaginación desbordante de los niños contribuye significativamente a su capacidad de sorpresa. Ven el mundo con ojos llenos de posibilidades y creatividad, permitiéndoles encontrar maravillas en lugares inesperados. Los adultos, a veces atrapados en la realidad pragmática, pueden perder esa chispa creativa que inspira la sorpresa.
5. Ausencia de cautela social
Los niños tienden a carecer de la cautela social que los adultos han desarrollado con el tiempo. Su expresión emocional es más libre, lo que les permite mostrar abiertamente su asombro y entusiasmo. Los adultos, conscientes de las normas sociales, a veces reprimen sus reacciones, perdiendo así la intensidad de la sorpresa.
La capacidad de sorprenderse es un regalo que los niños llevan consigo, pero que a menudo los adultos descuidan. Aprender a preservar y cultivar esa asombrosa capacidad puede enriquecer nuestras vidas, permitiéndonos ver el mundo con ojos renovados. Mantener viva la chispa de la sorpresa puede ser la clave para mantener viva la llama de la curiosidad y la alegría a lo largo de toda la vida.
Y ¿qué dice la ciencia sobre la sorpresa infantil?
La ciencia respalda la idea de que los niños tienden a experimentar más sorpresa que los adultos, y esto se puede atribuir a diversos factores relacionados con el desarrollo cognitivo, emocional y social. Según apuntan investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza), estos hallazgos científicos que respaldan esta observación:
1. Neurobiología del asombro
Investigaciones en neurociencia han demostrado que el cerebro de los niños se encuentra en constante desarrollo, especialmente las áreas relacionadas con la atención, la emoción y la memoria. La novedad y la sorpresa activan regiones cerebrales asociadas con la liberación de dopamina, el neurotransmisor del placer, lo que hace que las experiencias sean más intensas y emocionantes para los niños.
2. Desarrollo cognitivo
La teoría del desarrollo cognitivo de Piaget sugiere que los niños atraviesan diversas etapas de desarrollo intelectual. Durante la etapa preoperacional (2 a 7 años), los niños tienden a ser más imaginativos y menos influenciados por la lógica adulta. Esto contribuye a una mayor capacidad para sorprenderse, ya que su pensamiento es menos estructurado y más orientado hacia la exploración.
3. Psicología del desarrollo emocional
La psicología del desarrollo destaca la importancia de las emociones en la formación de la personalidad. Los niños, al tener una gama más amplia de emociones y una menor inhibición emocional, pueden experimentar y expresar la sorpresa de manera más abierta. Los adultos, por el contrario, a menudo están condicionados por las normas sociales y culturales que limitan la expresión emocional.
4. Enfoque en la novedad
Estudios indican que los niños tienen una predisposición natural a centrarse en lo novedoso y lo inesperado. La sorpresa, al ser una respuesta a lo nuevo, se alinea con este enfoque innato de los niños hacia la exploración y el descubrimiento.
5. Influencia del entorno social
La cultura y el entorno social también desempeñan un papel crucial. Los adultos suelen estar más inmersos en estructuras sociales y expectativas, lo que puede limitar su disposición a sorprenderse. Los niños, al estar en las primeras etapas de socialización, son más propensos a dejarse llevar por su asombro sin las restricciones sociales que los adultos han internalizado con el tiempo.
Por tanto, la observación de que los niños se sorprenden más que los adultos puede entenderse a través de la interacción compleja de factores neurobiológicos, cognitivos y emocionales que caracterizan el desarrollo infantil.
Marisol Nuevo Espín
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