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Navidad: ¿qué hacer cuando estás aburrido?

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¿Un día en casa como los que pasamos durante las vacaciones de Navidad significa aburrimiento? No, todo lo contrario. Es una oportunidad para desarrollar la imaginación que todo niño lleva dentro. Cultivar y educar la imaginación ayudará a tu hijo a prepararse para entender los conceptos abstractos, potenciará su creatividad y lo que es más importante, avivará la ilusión y motivación por aprender cosas nuevas.

Por Imaginación se entiende la facultad que tenemos para percibir un objeto que no se encuentra presente. Así, los niños desarrollan su imaginación, representando ese objeto que se «han imaginado» o han visto anteriormente mediante un dibujo, construyéndolo con diferentes materiales, o explicándolo a través del lenguaje.

Si se educa y se dirige correctamente la imaginación, proporcionaremos a nuestros hijos una riquísima fuente de operaciones y ocurrencias y de esta manera, enriqueceremos su pensamiento creativo, además de que podrá desarrollar con más éxito todos sus talentos.

Pero también, se puede hacer un mal uso de ella: cuando el niño se evade de la realidad e imagina mundos que no existen (la fantasía errónea), algo que le puede perjudicar. Por lo tanto, mediante la imaginación podemos «adentrarnos» en situaciones que no tenemos delante, tanto para evadirnos como para buscar soluciones.

Crear situaciones nuevas: las ventajas de la imaginación

La imaginación está muy relacionada con la creatividad, es decir, con la capacidad de elaborar algo nuevo, diferente, de encontrar solución a los problemas. Pero la imaginación tiene que estar cultivada, o lo que es lo mismo, gobernada por la voluntad y el esfuerzo para que desarrolle el sentido que nosotros le marquemos. Así, educar, potenciar y guiar la imaginación de nuestro hijo, conlleva una serie de ventajas:

1. Facilita el pensamiento, porque pensamos con ayuda de imágenes.

2. Permite adentrarse en el misterio.

3. Ayuda a aprender, a buscar recuerdos para lograr ejemplos o pensamientos abstractos.» Fomenta la curiosidad, el espíritu aventurero y asumir retos.

4. Se potencia también la memoria, que ayuda a recordar más y mejor las cosas.

5. Mejora la creatividad porque la imaginación es muy plástica.

6. Facilita la dosis necesaria de ilusión y motivación para el cumplimiento del deber en la vida cotidiana. Por tanto, potencia el esfuerzo.

7. Aviva deseos de hacer cosas grandes y diferentes.

Cuando la imaginación se educa con voluntad

La educación de la voluntad es clave para el cultivo de la imaginación. Decía y se puede aplicar aquí, Pablo Picasso: «La inspiración existe, pero debe encontrarte trabajando». Cuántas veces el «no se me ocurre nada», el «me aburro», son falta de esfuerzo, de interés, de atención, de no querer ponerse a hacer nada. De esta manera, cada vez le apetece menos hacer algo. Por lo tanto, hay que ayudar a nuestros hijos a poner un poquito de esfuerzo para que saquen fuera toda la imaginación que llevan dentro.

A veces, nos puede sorprender nuestro hijo porque se «inventa» demasiadas cosas. No sabemos si es un mentiroso o es «Antoñito el fantástico». Por eso, una variación de la imaginación es la fantasía. Se entiende por fantasía la representación o verbalización de lo que nunca existió. Hay que tener cuidado con la fantasía de nuestro hijo, porque quizás nos esté contando algo que realmente ha ocurrido (por mucho que a nosotros nos parezca irreal), pero también, hay que ayudarle a centrarse en la realidad.

Una imaginación «a su aire», «desbocada» nos aleja de la realidad y adormece la voluntad. Así, demasiada fantasía, «estar en Babia», puede conllevar una apatía por hacer las cosas, falta de concentración, estar siempre distraído, vagueando etc..

Ideas para cultivar la imaginación de tus hijos

Te damos una serie de ideas para cultivar la imaginación de tus hijos:

1. Leer en voz alta cuentos e historias con ilustraciones y que adivinen que piensan los personajes.

2. Fabricar sus propios juguetes, por ejemplo, hacer muñecos de guiñol, coches con botellitas etc. También pueden fabricar algo (una nave espacial, un parque de atracciones) con materiales, utensilios o juguetes.

3. Facilitarles trajes viejos o telas para que se disfracen, y que representen después distintas escenas.» Con otros niños, inventar historias, como por ejemplo, una consulta de un médico.

4. Realizar una exposición de dibujos con títulos en los cuadros y colgarlos en la pared.

5. Preguntarles y pedirles opinión sobre cosas del hogar; ¿cómo podemos decorar la casa en Navidad? ¿qué hay que hacer para gastar menos agua? ¿qué podemos hacer para no gastar tanto dinero?

Para desarrollar también la imaginación, hay que hacerles pensar e «imaginar» (valga la redundancia). Así, les preguntaremos de vez en cuando: ¿qué harías tú si..: te tocara la lotería, fueras la primera persona que llegará a la luna, fueras una princesa, fueras un mago etc.?

Marisol Nuevo Espín

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