Lucía Galán, más conocida como Lucía Mi Pediatra, nos ha vuelto a sorprender con un tema fascinante que ha llenado miles de conversaciones de padres y madres a la puerta del colegio: los mitos sobre la salud física y mental de los niños. Esta pediatra, galardonada con infinidad de premios y reconocimientos, entre ellos Mejor Divulgadora de España, desmiente con evidencias científicas como premisa, los bulos más disparatados escuchados en casa o en el parque, en redes sociales o en medios de comunicación.
En Los virus no entran por los pies, la doctora Lucía Galán vuelca en esta obra su experiencia de más de 20 años en el ejercicio de la pediatría. Cargada de experiencias personales como madre, mujer y profesional, hablamos hoy con ella de algunas de estas falsedades en materia de salud infantil para que no nos creamos a pies juntillas todo lo que se rumorea.
Muchos son los mitos que he oído a lo largo de mi vida, pero reconozco que leyendo el libro algunos me han resultado sorprendentes porque yo ni siquiera los conocía. La manida frase que se relaciona con el título del libro, «no andes descalza/o que te vas a poner malo/a», ¿es un mito?
Si, tranquila, que los virus no entran por los pies. Los virus son unos microorganismos vivos que normalmente habitan en nuestra garganta o en nuestra nariz o como mucho en nuestras manos durante unas horas por habernos tocado la boca o la nariz y se transmiten por el contacto directo de una persona que tiene ese virus junto a otra que no lo tiene en un espacio cerrado, no ventilado, o en un contacto muy directo cuando estornudamos, nos reímos o tosemos. Pero no tiene nada que ver el caminar descalzo por un suelo frío para que nos contagiemos de una infección respiratoria. O sea, evidencia científica cero y los virus no entran por los pies, entran por la nariz y por la boca.
También hemos escuchado muchas veces que los niños deben ir a la guardería y estar expuestos a gérmenes y bacterias para desarrollar un sistema inmunológico fuerte. ¿Esto también es un mito?
Sí, hemos oído que los niños deben estar expuestos a gérmenes y bacterias, que es dejarle andar por el suelo o que vaya a la guardería porque así se inmuniza. Pues no, realmente los niños… De hecho, la Asociación Española de Pediatría y la Americana también no recomiendan la escolarización de niños menores de dos años precisamente por esto, porque se ha demostrado que multiplican por tres las infecciones que presentan, sobre todo en invierno. Y realmente la mayor parte de las infecciones que padecen no generan inmunidad. Quiero decir que un niño puede tener bronquiolitis varias veces de su vida, catarros, otitis, amigdalitis, diarreas… Entonces, ni el sistema inmune se hace más fuerte ni se inmuniza frente a esas infecciones. Y además, el sistema inmune de los niños menores de dos años es por naturaleza más inmaduro que el de un niño más mayor, con lo cual se defienden peor de estas infecciones. Entonces, les duran más los síntomas, les dura más la fiebre…. Y ese es el motivo real por el que en ocasiones, en niños, por ejemplo, que son prematuros o que tienen alguna enfermedad de base o niños que tienen muchas bronquitis de repetición, no aconsejamos escolarizarlos cuando son bebés.
Entonces, ¿eso de la inmunidad es un cuento que no tiene base científica?
Ahora bien, revisando la bibliografía científica… he encontrado que los niños que van a la escuela infantil tienen cierta inmunidad limitada, pero la tienen frente a algún tipo de resfriado común. Es decir, que luego, cuando tienen 6-7 años, tienen menos resfriados comunes. Pero claro, esto no tiene nada que ver con las amigdalitis, con las otitis, con las gastroenteritis, con las bronquitis, o sea, que parece que se defienden un poco mejor frente al resfriado, que son estornudos y un poco de mocos, pero no les inmuniza ni les protege frente al resto de infecciones que vemos en el día a día.
Hablamos ahora de otro mito, esta vez relacionado con la alimentación, en concreto con la obesidad. ¿Es cierto que los niños pueden comer de todo, de todo lo que quieran, sin preocuparse por su salud, porque están en crecimiento?
Ya, esto ha hecho mucho daño. Si es cierto que los niños pueden comer de todo, lo que pasa es que no todos los alimentos son igualmente interesantes desde el punto de vista nutricional. Entonces, yo creo que aquí la cantidad y la calidad del alimento es lo que es determinante. Entonces, lo que tenemos que explicar muy bien a los padres es que la forma en la que alimentamos a nuestros hijos en la primera infancia va a tener un impacto muy importante en su salud a medio y a largo plazo. Lo que se ha descubierto hace unos años es la importancia de los mil primeros días.
¿Qué es esto de la importancia de los mil primeros días?
Que lo que coman las mujeres embarazadas y lo que demos de comer a nuestros hijos en sus dos primeros años va a aumentar o disminuir el riesgo de enfermedades tan importantes como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión, la obesidad o el riesgo cardiovascular. ¡Fíjate qué herramienta más poderosa tenemos! Alimentando a nuestros hijos de una forma saludable, podemos prevenir enfermedades que en la vida adulta pueden ser mortales. Y esto es un descubrimiento que ya se hizo hace unos años, que es realmente revelador, ¿no?
Entonces, ¿lo que comemos puede influir en nuestra salud muy a largo plazo?
Sí, por eso debemos huir de mensajes extremistas de «prohibido determinados alimentos», no tocar, ni olerlos, ni verlos. Es decir, los niños, efectivamente, pueden comer de todo. Pero lo que marcan los hábitos de vida saludable de un niño y su estado de salud es lo que compramos en la lista de la compra semanal, lo que tenemos en la despensa, lo que tenemos en la nevera. Realmente, lo que les damos de comer todos los días. Ahora bien, llega el verano y te sientas en una terracita y os tomáis un helado o unas patatitas o… Y por supuesto sí, quiero decir que no se trata de demonizar ningún alimento, pero sí se trata de que los padres tengan una cultura nutricional sobre qué alimentos protegen frente a determinadas enfermedades y qué alimentos consumidos de forma continuada son perjudiciales. Eso sí es nuestra responsabilidad como padres. Igual que les educamos en infinidad de cuestiones, tener una alimentación saludable impacta directamente en su salud. Por eso es tan importante.
Otro tema relacionado con la alimentación es que las dietas vegetarianas o veganas son perjudiciales para el crecimiento y desarrollo de los niños y que es importante que los niños tomen proteínas biológicas para su crecimiento. ¿Esto es un mito?
Sí, es un mito. De hecho, cada vez hay más bibliografía de que la alimentación vegetariana en la infancia, lejos de ser perjudicial, es saludable. Lo que pasa es que sí que es verdad que para iniciar una alimentación vegetariana en un niño…, los padres requieren una formación nutricional importante para que ese niño no tenga ninguna carencia. Entonces, por ejemplo, hay que suplementarles con vitamina B12 a todos los niños que inician este tipo de dietas y los padres necesitan un consejo dietético y nutricional. Pero una alimentación vegetariana o vegana en un niño o un adolescente no es perjudicial, eso es un mito. No es perjudicial si se hace con conocimiento, como todo. Claro.
Pasamos ahora al tema de la sobreprotección y los accidentes infantiles. Siempre se ha dicho eso de, «oye, no le quites el ojo de encima, porque todavía es menor de tres años y le puede pasar cualquier cosa». ¿Qué opinas sobre la sobreprotección incluso en entornos seguros?
Los accidentes infantiles son una de las primeras causas de mortalidad en la infancia y en la adolescencia. Entonces, esto es un dato que está ahí, que está presente en cada revisión que se hace y es una realidad. Ahora bien, de ahí a caer en el sobreproteccionismo, hay un paso muy grande. El pico máximo de accidentes infantiles se da entre el primer año y los cuatro años, que es cuando empiezan a caminar y son fundamentalmente caídas, caídas en piscinas, ahogamientos, traumatismos craneoencefálicos, caídas desde cambiadores, caídas de superficies elevadas…
¿Qué buen consejo nos puedes dar en este sentido?
El mejor es que el bebé tiene que estar en el cambiador siempre con la mano encima de la barriguita, no podemos dejarlo nunca solo, tampoco debemos dejarlos en la cama. Los niños hasta los cinco o seis años no se deben subir a altura solos. Son cosas muy de sentido común pero que tenemos que repetirlas año tras año.
Y luego tenemos otro pico de accidentes, en la adolescencia…
Por la naturaleza en sí misma del chico adolescente, que percibe de una forma mucho menos objetiva el riesgo, las ganas de explorar, de experimentar… hace que tengan accidentes de todo tipo: accidentes de tráfico, accidentes en piscinas, en la playa, en rocas…. Esto también pasa por la educación que les damos a nuestros hijos en casa.
Entonces, sin caer en la sobreprotección, ¿qué tenemos que tener presente?
Sobre todo que los accidentes ocurren y que hay unas medidas eficaces para prevenirlos. Los fármacos tienen que estar guardados en altura, los productos de limpieza también y el tacataca hay que tirarlo a la basura porque es peligroso y multiplica por tres el riesgo de los accidentes en los niños. En el coche tienen que ir a contramarcha hasta los cuatro años o más porque esto reduce un 80% las lesiones medulares graves. En el libro hago un recorrido sobre los puntos fuertes que considero que los padres deberían de conocer para evitar accidentes graves. Ahora bien, los niños por supuesto tienen que jugar, tienen que correr, tienen que saltar, tienen que caerse, tienen que vivir.
Marisol Nuevo Espín
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