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¿Qué les aportan los viajes a los niños?

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Lo que los niños pueden aprender gracias a los viajes

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Muchas son las actividades que se pueden hacer en familia. Un catálogo que va variando según la época del año, como por ejemplo los viajes aprovechando las vacaciones de verano. Una elección que tiene muchos beneficios para el niño ya que se trata de la oportunidad perfecta para estrechar lazos familiares entre los padres y los más pequeños, al mismo tiempo que se conoce otras culturas.

Además, estos momentos también suponen una salida de la rutina habitual que se conoce durante todos los meses del año. En definitiva, viajar con niños es una opción que les reporta múltiples beneficios tanto a ellos, como a los padres, quienes tendrán la oportunidad de vivir momentos irrepetibles junto a sus hijos tanto en el trayecto como en el destino.

Aprendizaje en el viaje

Viajar significa aprender. No solo porque al llegar a un destino las visitas culturales a museos y otro tipo de lugares con su correspondiente historia otorguen al niño determinados conocimientos. Sino porque estos trayectos suponen el aprendizaje de determinadas normas de conducta social y comportamiento. El pequeño sale de su zona de confort, y aunque esté acompañado de sus padres, se va a ver inmerso en otro ambiente al que tendrá que enfrentarse.

Esto supondrá que el niño entienda que la forma de ver la vida que conoce habitualmente no es la única. Lo que al mismo tiempo generará en él una mayor tolerancia ante aquellas personas y ambientes que no se adapta a lo que vive habitualmente. Viajar amplía sus miras y hace que maduren en el terreno social conociendo otros contextos.

El hecho de enfrentarse a nuevos entornos también mejorará su capacidad de adaptación. Salir de la zona de confort supone vivir en un ambiente que es ajeno, pero que no tiene por qué ser malo. El niño aprenderá durante este viaje que puede permanecer en lugares distintos, sin que ello suponga ningún perjuicio para él. Todo lo contrario, conocerá cosas nuevas que no podría haber visto en su rutina habitual.

También el viaje en si mismo puede enseñar valores al niño, como por ejemplo la paciencia. El hecho de estar encerrado en un mismo espacio durante horas antes de llegar a un destino hará que el pequeño aprenda que nada es inmediato y que hay que saber esperar. Además, en estos trayectos también se puede aprovechar para estrechar los vínculos paterno-filiales y conocerse mutuamente.



Participación familiar

Los viajes también pueden ser una buena opción para aumentar la implicación de los menores en la vida familiar. Empezando por la planificación del mismo, durante la cual se le puede preguntar a los niños cuáles destinos querrían visitar en vacaciones y haciéndolos partícipes en la toma de decisiones. De este modo se sentirán más integrados dentro de la estructura del hogar.

Al concluir el viaje, la familia también puede volver a ser un espacio de debate al preguntarle al niño qué les parecieron estas vacaciones. De esta forma, el hogar volverá a ser un núcleo de debate en donde el menor reforzará su pensamiento crítico al tener que explicar su postura. Los padres también deben procurar alimentar este aspecto preguntándole los motivos a sus hijos y no quedándose en los ‘qués’ sino en los ‘por qués’.

Por último, los padres pueden preguntar a los más pequeños qué les gustaría ver en la próxima ocasión para que de este modo el viaje pueda seguir siendo un tema de conversación en el hogar, aunque no se esté realizando. Una excusa para hablar entre todos los miembros de la familia durante todo el año y en donde el niño puede ir aprendiendo a defender su postura.

Damián Montero

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