Frases como «primero recoge y después puedes jugar» o «venga, vamos a aprender las letras que ya has perdido mucho el tiempo jugando», se repiten muchas veces en nuestros hogares e incluso en el aula. Sin embargo, todos los expertos aseguran que el niño en estas edades tiene que desarrollar todas sus capacidades de aprendizaje a través del juego.
Para conseguir que los niños aprendan o trabajen mientras juegan es preciso sistematizar el juego, es decir, tener unos objetivos claros respecto a lo que se potencia a través de cada uno de los juegos para determinar qué es lo quiero enseñar y qué juego debo proponer.
La actividad más importante y clave en la Educación Infantil es el juego. Todos los expertos así lo aseguran. Sin embargo, todavía es necesario convencerse de que los niños aprenden con mayor facilidad mediante actividades lúdicas.
Begoña Sánchez-Laiseca, maestra y experta en Educación Infantil asegura que, aunque se ha avanzado mucho en cuanto a la incorporación del juego como actividad propia de la metodología en la Educación Infantil, «todavía se sigue separando mucho el trabajo y el juego, y debemos integrarlo más».
En ocasiones, se sigue pensando que el juego distrae las tareas del aprendizaje, cuando es todo lo contrario: la complementa. Es decir, se tiene todavía un concepto erróneo del juego: primero «acabo» la tarea y después «juego y me divierto». El niño de Educación Infantil tiene que aprender jugando. El concepto adecuado incluye el trabajo y el juego como componentes que equilibran la acción. Para el niño, el juego es el medio por el que se relaciona e informa acerca de su mundo. Viene a ser como el trabajo para los adultos.
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Motivación al esfuerzo voluntario
La característica principal del binomio juego y aprendo es que la atención del niño se dirige a saber realmente cómo se hacen las cosas. Acompañado de imaginación y aspectos lúdicos, la ansiedad del niño por aprender, disminuye. A través del juego, también aumenta el nivel de esfuerzo voluntario.
Por otra parte, el adulto-educador al proponer las actividades lúdicas, permite que sean los propios niños los que descubran las estrategias que deben poner en el juego para «hacerlos bien», evitando sustituir lo que deben pensar y descubrir por sí mismos. De esta forma, se da sentido a su esfuerzo.
El juego supone que el niño aprende divirtiéndose y convierte el trabajo en una actividad gratificante. El juego desarrolla las capacidades del niño.
Sistematizar el juego de los niños
Para saber qué queremos conseguir con las actividades lúdicas en el aprendizaje de los niños de estas edades, hay que sistematizar el juego, que cumpla con un requisitos y objetivos.
Para la utilización sistemática de las actividades de juego, hay que determinar de antemano las características de cada juego y su potencial relación con el aprendizaje. Así encontramos juegos que facilitan:
1. Para mirar y ver. El objetivo es el desarrollo de la atención voluntaria. Para ello, podemos colocar ante ellos una serie de objetos con una determinada distribución espacial en una estantería o mesa y sin que lo vean, modificar dicha colocación para que determinen qué ha cambiado. Otro juego, con varios niños, es hacer salir a alguno de ellos de la habitación o la clase para preparar entre el resto del grupo un gesto, por ejemplo «tocarse la nariz» que deben hacer todos delante del que tiene que adivinarlo.
2. Para escuchar y oír: ecolalias. Son los juegos en que se repiten en eco la terminación de las palabras. Es un «juego poético» sobre la prosodia-los sonidos de las palabras y que incide en el aprendizaje de la segmentación fonética de las mismas. Todos conocemos el «caracol-col-col» se trata de hacer lo mismo con cualquier palabra: mazapán-pan-pan.
3. Desarrollar el lenguaje oral. Con frases concretas ayudamos al niño a desarrollar su comunicación y expresión, le enseñamos a hablar correctamente: Relatar-narrar: «había un vez»; predecir y anticipar: el…va a…; proyectar la acción: vamos a….; dirigir y orientar: ¿vale que….; Razonar: porque….; Imaginar: quisiera….Los cuentos son indispensables en estas edades, aprenden las secuencias históricas (el antes y el después), las moralejas etc…
4. Para pensar. Juegos de esconder en una caja o bolsa ante su vista dos tipos de objetos, por ejemplo lápices y gomas, hasta que puedan expresar lógicamente que es lo que, sin que lo vean, voy a sacar, si saco de uno en uno los objetos que he colocado dentro y adivinar.
5. A buscar palabras. Utilizamos un juego en el que se les pregunta por ejemplo «si han desayunado leche con colacao» en el que no se puede decir ni sí, ni no, ni blanco, ni negro y tienen que descubrir nuevas formas de respuesta.
Jaime Márquez
Asesoramiento: Begoña Sánchez-Laiseca, maestra y experta en Educación Infantil
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