El descanso es una actividad muy importante en el desarrollo de toda persona. No solo porque durante estas horas nocturnas, o diurnas en el caso de la siesta, se recargan las pilas necesarias para afrontar un día de esfuerzos. Cuando uno va a la cama entra en el mundo onírico y sueña, algo muy básico para los más pequeños de la casa. Porque aunque no sean reales, sí que tienen beneficios.
Los sueños son básicos para los niños porque pueden ayudar a entenderlos mejor. Así lo indica la doctora Graciela Dondo quien explica que el mundo onírico de los niños, y de todos, representa una explicación de sus temores, sus ansias y sus expectativas de futuro. En definitiva, una carta de presentación de todo lo que los hijos no cuentan o ni siquiera saben que existe.
Sueños y pictogramas
La doctora Dondo explica que el sueño no pertenece al mismo registro que el diálogo. Lo más lógico sería relacionarlo con el pictograma. Citando a Freud, «el contenido de un sueño nos es dado según una pictografía que intentamos transferir al lenguaje de pensamientos del sueño». En definitiva, una escritura en forma de imagen que consiste en dibujar los objetos que han de explicarse con palabras.
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El sueño dibuja estas escenas y gracias a imágenes, los pensamientos muestran el inconsciente y, para la persona, que entra en este mundo onírico estas experiencias son iguales a la realidad. Si bien la narración de estas vivencias nunca se narran en su totalidad, sí que pueden dar pistas sobre lo que están pensando los más pequeños.
Por ejemplo, las pesadillas quieren decir que algo está reconcomiendo a los más pequeños. Un episodio de bullying o la ansiedad causada por la cercanía de un examen pueden derivar en un terrorífico sueño. Las imágenes de este mundo onírico son producto del proceso de condensación y desplazamiento, fundamentalmente, se trasponenen el estado de vigilia, a través de la elaboración secundaria, al proceso secundario, el que rige los procesos del lenguaje y el pensamiento.
Conocer los sueños de los más pequeños
Como ya se puede ver, conocer los sueños de los más pequeños es muy importante. Para hablar de este mundo onírico, nada mejor que establecer un diálogo habitual con los hijos:
– Empatía. El primer paso para atender a los más pequeños es ponerse en su lugar. Quizás contar algún sueño puede causarles vergüenza, por eso hay que tratar de que se relajen a la hora de hablar con los padres para que sientan calma en todo momento y cuenten con la confianza necesaria.
– Hablar. La comunicación debe ser recíproca y los padres también deben conversar con los más pequeños sobre sus emociones, sueños y demás elementos que conformen su día a día.
– Escuchar. Oír no es escuchar, cuando el niño hable, la atención debe centrarse en él. Además, de este modo podrán realizarse algunas preguntas sobre los sueños que están manifestando.
Damián Montero
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