La lectura abre las puertas a un mundo repleto de historias infinitas y en donde la imaginación puede desarrollarse viviendo estas aventuras junto a sus protagonistas. Intrigantes narraciones policiales, emocionantes viajes espaciales, una excursión al lejano Oeste. Hacer que un niño se interese por estos amigos de papel, o electrónicos en algunos casos, es todo un acierto.
Si bien hay muchos factores que influyen en el hecho de que el niño pueda enamorarse de la lectura, hay otros que se escapan de la mano de los padres. Esta es la conclusión a la que ha llegado el estudio liderado por Elsje van Bergen, doctora de la Universidad Vrije (Amsterdam) en donde se ha comprobado que la genética puede explicar que algunos menores sientan un mayor gusto por la lectura y otros no.
Herencia genética
Este estudio pretende demostrar que no solo la cantidad de lectura que realiza el niño tiene influencia en que este sea un consumidor habitual de libros. Otros factores, como por ejemplo la genética en este caso, pueden influir en que un pequeño desarrolle pasión por esta actividad. Así se ha determinado después de recopilar datos relacionados con 11.000 menores de entre siete y ocho años.
La cantidad de lectura en un niño sólo implicó el desarrollo de pasión por esta actividad en un 16% de los casos. Otros factores como la motivación que se transmita desde casa o la escuela, o en este caso la genética, se demostraron más influyentes. Por ejemplo, un menor con dislexia o un trastorno parecido, tendrá menos posibilidad de convertirse en un lector asiduo que otro sin estos problemas.
Otra muestra de cómo el comportamiento genético influye en la pasión por la lectura es el hecho de que entre mellizos hay más posibilidad de que cada uno de ellos tengan gustos distintos por esta actividad, que en el caso de los gemelos, quienes comparten mayor información en este sentido. Por último, este trabajo hace referencia a aquellos niños con TDAH, trastorno que puede heredarse entre padres e hijos y que hace más improbable que un menor pueda quedarse realizando una actividad que requiere tanta atención como leer un libro.
Cómo incentivar la lectura
La motivación que ofrezcan los padres también puede contribuir a que los más pequeños desarrollen su pasión por la lectura.
– Aprovechar los gustos del niño. ¿Cuál es la pasión de los hijos? Conocer estos detalles puede ayudar a decidir qué libro puede atraer más. Ciencia ficción, fantasía, novela policiaca, hay muchos temas y nada ayuda más que saber cuál es del gusto.
– Predicar con el ejemplo. Los padres son el espejo en donde se mira el niño, si ellos leen, hay mucha más posibilidad de que los hijos tomen ejemplo y practiquen esta actividad por ellos mismos.
– No convertirlo en una obligación. La mejor forma de presentar la lectura a los niños es como algo divertido, no como una obligación que debe ser aceptado sí o sí. Se conseguirán mejores resultados si se muestra esta práctica como algo que los va a transportar a mundos maravillosos.
Damián Montero
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