Los niños y niñas de hoy en día nacen en un mundo totalmente digital, donde los dispositivos electrónicos están fácilmente accesibles. Esta realidad genera preocupaciones y debates entre familias, profesionales de la infancia, educadores, psicólogos y pediatras, entre otros.
Se plantean preguntas comunes, como el impacto del uso de las pantallas en los niños, cómo saber si hacen un uso excesivo y cuál es la diferencia entre un uso habitual y una adicción a las pantallas. Se recomienda evitar el uso de pantallas antes de los dos años y limitarlo a menos de una hora al día entre los dos y los cinco años para evitar efectos negativos.
¿Cómo afecta el uso de las pantallas a los niños?
¿Cómo saber si mi hijo o hija hace un uso excesivo? ¿Cuál es la diferencia entre un uso habitual y una adicción a las pantallas? Según citan múltiples estudios recientes, su reiterada exposición se vincula a efectos negativos en la salud emocional y física. Organizaciones especializadas en ayuda humanitaria y de salud pública, como por ejemplo UNICEF y la OMS, alertan del riesgo que tiene el abuso de las pantallas en los menores de seis años.
Estos son algunos de los impactos que puede generar el uso inadecuado de las pantallas:
– Retraso global en su desarrollo cerebral y físico.
– Alteraciones del sueño y sedentarismo.
– Inatención, irritabilidad e hiperactividad.
– Dificultades conductuales y de regulación.
– Retraso o trastorno en la adquisición y la expresión del lenguaje.
– Menor capacidad lectora.
– Dificultades relacionales.
– Riesgo de depresión y ansiedad.
Limitar el uso de pantallas a los niños
En este sentido, evitar el uso antes de los dos años y limitarlo a menos de una hora al día entre los dos y los cinco años, evitará la repercusión negativa que puede tener en niños tan pequeños, y las posibles consecuencias que puedan aparecer en un futuro cuando estos sean más grandes.
Es común ver a niños y niñas usando dispositivos con pantallas en momentos como viajes en coche o durante las comidas, lo que puede limitar oportunidades de aprendizaje. El uso de dispositivos como sustituto de la presencia física y emocional del adulto puede afectar negativamente el desarrollo de los niños, disminuyendo su capacidad simbólica, de razonamiento, entendimiento y autorregulación emocional.
Por ejemplo, no es recomendable que los niños miren las pantallas mientras están comiendo, antes de ir a dormir o cuando tienen una rabieta. Mirar la pantalla en exceso les puede privar de oportunidades de aprendizaje cuando empiezan a comer ellos solos con los cubiertos, para gestionar sus emociones si siempre intentamos calmar sus rabietas con la tablet o cuando pretenden relajarse para conciliar el sueño.
Para establecer conexiones neuronales en la primera infancia, es necesario prestar atención y fomentar el juego físico, ya que es a través de él que los niños aprenden y se desarrollan. Es importante fomentar la relación personal, el juego compartido y los hábitos y rutinas del día a día de manera equilibrada, y establecer una interacción saludable con el ámbito digital. Nunca es tarde para comenzar a fomentar un desarrollo saludable en los niños.
Rosa Garcia Roura. Especializada en Comunicación e Innovación Pedagógica e integrante del equipo de Comunicación de Cavall de Cartró
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