Las vacaciones van terminando y lo hacen para todo. Los más pequeños de la casa también deben hacer frente al final de este periodo de descanso y afrontar la idea del regreso a la rutina de la escuela y a toda obligación relacionada con ella. Algo que, aunque necesario, cuesta de asumir. Pasar de la diversión a los madrugones y a las horas sentadas en el pupitre es algo que puede abrumarlos.
No es de extrañar por tanto que el estrés postvacacional pueda afectar a los más pequeños de la casa. Un asunto que es capaz de causar un mal arranque del curso escolar, lo que puede repercutir en las notas y en el éxito académico de los niños. Por este motivo es importante aprovechar estos días y las primeras jornadas de colegio para minimizar estos efectos.
Ser algo ‘permisivos’
La vuelta al cole se traduce como ‘regreso a las obligaciones’. Los niños deben obedecer normas, ajustarse a horarios y tanto encorsetamiento puede hacer que los niños se vean abrumados al no tener libertad. Por ello hay que ser permisivos hasta cierto punto para no terminar por agobiar a los más pequeños tal y como recomiendan desde la Universidad de Kansas.
«Cada vez que los niños pueden decidir, se siente libres», explica la profesora Lori Levin, quien añade que ofrecer distintas opciones, como por ejemplo qué ropa ponerse de qué quieren el bocadillo, «ayuda a los estudiantes a tener la sensación de ser dueños del proceso de preparación para la escuela». Un ejemplo es darle varias opciones para esta comida, recomendables y nutrititvas, en el recreo y que sean ellos quienes elijan.
En relación con la comida no hay que olvidarse del desayuno. Para aguantar antas horas en el colegio se necesitan energías y esta comida brinda los nutrientes necesarios para aguantar hasta el bocadillo del recreo. Sentarse en la mesa a estas horas puede ser la diferencia entre atender a la lección o sentirse abrumado por estas primeras lecciones de la mañana.
El descanso también es muy importante. La falta de sueño puede provocar una sensación de fatiga en el niño que haga que no pueda atender en la escuela. Una sensación estresante para los más pequeños. Para ello nada mejor que dormir las horas recomendadas por los expertos. Aprovechar los últimos coletazos del verano para reajustar estos horarios en los más pequeños es un buen comienzo.
Hablar con los hijos
Muchas veces el estrés no es causado por la vuelta a la rutina sino por algo que los alumnos han encontrado en la escuela y que los agobia. Un nuevo temario que se les antoja más difícil, un cambio de centro en donde no tienen tantos amigos, un profesor que puede parecer demasiado exigente, inicio de un nuevo curso escolar. Para saber si esto abruma a los hijos nada mejor que hablar con ellos.
Al final de cada jornada se debe aprovechar la cena o los momentos posteriores a ella para compartir experiencias con los más pequeños. Se les puede poner como ejemplo ocasiones en las que el trabajo también haya provocado sensaciones similares en los padres. Una buena forma de hacerles entender que estos momentos son normales en todos y que aunque cueste creerlo, hay solución.
Damián Montero
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