Hay varias formas de enfrentarse a los problemas y a las tareas pendientes. Hay quienes simplemente cumplen con aquello que se les pide, otros que van un paso más allá y lo hacen de forma extraordinaria, y un paso más allá están aquellas personas que nunca están contentos con el nivel demostrado. El perfeccionismo, bien llevado, es una virtud que permite alcanzar lo mejor de uno mismo.
Sin embargo, también es posible que las personas perfeccionistas nunca estén contentas con su desempeño. De esta forma, cualquier labor que realicen se termina convirtiendo en una obsesión. Pero, ¿cómo se forma esta característica? ¿Hay explicaciones genéticas, es fruto de la educación? Desde la Academia Americana de Pediatría se dan varias pistas para que los padres de estos hijos sepan a lo que se enfrentan.
El origen del perfeccionismo
Los pediatras americanos dan las siguientes pistas para entender a qué se debe el perfeccionismo y que pueden desde pararlo, hasta evitar su expansión:
Mentalidad inconformista
Las personas jóvenes con mentalidad inconformista creen que su inteligencia se puede desarrollar con esfuerzo. Cuando no producen los resultados deseados se ven como fracasados y no como aprendices. Y estos niños siempre necesitan retroalimentación porque entienden que necesitan las valoraciones de los demás.
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Mentalidad fija
Las personas con una mentalidad creen que las personas son inteligentes o no lo son, y el fracaso demuestra que no lo son. «¿Tendré éxito o fracasaré? ¿Me veré listo o tonto? ¿Ganaré o perderé?».
Modelos inadecuados
En la sociedad actual se venera el éxito y ridiculiza el fracaso. Los modelos en la cultura actual tienden a personificar un desempeño perfecto en sus ámbitos y por ello obtienen recompensas, pero cuando se equivocan reciben innumerables críticas por ello e incluso se les aparta.
Estilo de crianza permisivo
Los padres demasiado permisivos creen apoyar a sus hijos, pero poner pocos límites o normas, supone eludir el rol de tutor que se necesita en la crianza de los más hijos. Esto hace que los más pequeños siempre busquen la aprobación de los mayores, nunca cesando en esta labor para encontrar constantes elogios.
Miedo a decepcionar
Los niños perfeccionistas tienen un intenso deseo de evitar decepcionar a sus padres, en especial si fueron criados en un entorno de crianza permisivo. Otros se ven impulsados por el temor a no estar al nivel que ellos mismos se han puesto. Los niños que solo se perciben como valiosos cuando logran el éxito podrían sufrir de importantes disonancias cognitivas cuando intentan aceptar un fracaso o una limitación en el desempeño o en sus habilidades.
Aplicación de estilos laborales a la crianza personal
Algunos padres con éxito en el mundo laboral aplican los mismos criterios de eficiencia, productividad y desempeño a la vida familiar. Cuando esto ocurre, los éxitos o reveses percibidos de sus hijos se convierten en marcadores del éxito de los propios padres. Esto podría intensificar el estrés de los hijos, ya sea en forma directa, a través de la presión de los padres o a través de su propio impulso de complacer a los adultos.
Damián Montero
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