Cuando un hijo nace no podemos saber en qué tipo de personas se terminarán convirtiendo. Esta pregunta se va respondiendo a medida que crecen y con el pasar de los años aparecen una serie de hábitos que pueden ser molestos o ser sinónimo de mala educación. Morderse las uñas, hurgarse la nariz, o chuparse el pulgar son solo algunos ejemplos que indican desde el Intermountain Primary Children’s Hospital.
Aunque estos hábitos molestos pueden preocupar a los padres, hay que tener en cuenta que solo se trata de una fase en el proceso del desarrollo de toda persona y no es una causa de alarma. Solo hay que esperar a que siga la evolución que se espera en cada niño y a que cambie por otras rutinas, o sean los niños capaces de parar al aparecer estos comportamientos.
¿Qué es un hábito molesto y qué no lo es?
Los profesionales del Intermountain Primary Children’s Hospital indican que un hábito molesto es un patrón en el comportamiento que se repite y que un niño hace incluso sin darse cuenta. Los más pequeños pueden mostrar cierto nivel de inconsciencia al realizarlos, aunque sus padres sí que pueden tener cierto desgradado frente a estos hábitos.
Puede que un niño no tenga un hábito molesto, y que de la noche a la mañana los muestre. Y es que pueden «contagiarse» dentro de un mismo grupo de amigos, o compañeros de clase. Estos son algunos de los más habituales entre los hijos y que pueden ser demasiado desagradables para los padres:
– Morderse las uñas. Se calcula que entre un 30 y un 60% de los niños se pueden las uñas, incluso las de los pies.
– Hurgarse la nariz. Uno de los más molestos, y desagradables, que pueden aparecer en la infancia y que se puede alargar hasta la etapa adulta.
– Chuparse el pulgar. Este es uno de los hábitos que más pronto aparecen ya que es un movimiento reflejo en el que el bebé trata de buscar el pecho de la madre. Aunque pueda parecer inocente, los problemas aparecen en torno a los 4 o 5 años en forma de deformaciones dentales o infecciones.
Cómo enfrentar los hábitos molestos
Si has detectado que tus hijos presentan alguno de estos hábitos molestos, estos son algunos métodos para enfrentarlos y tratar de remediarlos-.
– Decirle, con calma, que este hábito no es correcto y puede acarrear problemas. Castigarlo, ponerlo en ridículo o criticarlo podría hacer que su conducta aumentara.
– Implicar a los hijos en el proceso de poner fin al hábito molesto. Los padres no les pueden pedir a sus hijos lo que ellos creen que po drían hacer para detener el hábito. En vez de eso, hay que establecer fórmulas para trabajar los dos juntos para romper con ese hábito molesto.
– Sugerirles conductas alternativas. Por ejemplo, si el niño se muerde las uñas, en vez de decirle: «no te muerdas las uñas», probar a decirle: «mueve los dedos». Esto aumentará su toma de conciencia sobre el hábito y le podrá servir como recordatorio.
– Reforzar y elogiar su autocontrol. Cada vez que un hijo se controle y evite chuparse el pulgar, hay que reforzar su comportamiento felicitándolo.
– Ser consistente del refuerzo de las conductas adecuadas.
Damián Montero
Te puede interesar:
– El niño elegante: buenas maneras al natural
– Aprender buenos modales y normas de educación