La comunicación es una de las bases en toda educación. Pero para poder desarrollarla de manera correcta, hay que conocer las claves de una correcta conversación. Y, desde luego, en el arte del diálogo no entran los gritos. Por ello hay que aprender a educar sin alzar la voz cuando se quiere inculcar un nuevo valor en los hijos, o advertirles de que no han hecho algo bien y que tienen un comportamiento que corregir.
Es fácil perder los nervios, en especial cuando se observa que los hijos no responden a las advertencias que se les da. Es en estos momentos cuando más se producen los gritos. El equipo de Psicología Monzo advierte que el alzar la voz no es un recurso educativo adecuado, ni para el niño ni para los padres. Y es que no dejan de ser un efecto de la rabia y que pueden afectar al desarrollo psicológico de los más pequeños.
Causas de los gritos
Cuando los padres ven que sus hijos no les hacen caso, es habitual que vayan subiendo el volumen de su voz como recurso para despertar la atención de los más pequeños. Incluso los más pacientes pierden los nervios y terminan gritando. ¿Por qué se dan estas situaciones?
– Es un recurso rápido y al alcance de todos.
– Aparenta infundir un carácter de autoridad a quien alza la voz.
– Es cierto que consigue captar la atención del niño, pero solo a corto plazo y como fruto del miedo.
– Parece que cuando se grita es porque algo importante ha sucedido.
Como se ha dicho, el grito es causa de la pérdida de los nervios y es solo una solución a corto plazo. Además, los resultados se consiguen por el miedo, no porque el niño haya comprendido lo que se le comunique e interiorice el correspondiente cambio. El diálogo y la buena comunicación siempre es la mejor opción para inculcar nuevos valores.
Educar sin gritar
Se puede educar sin gritar, aunque esto suponga que en alguna ocasión se alce la voz. Pero es necesario desarrollar las habilidades y estrategias que permitan educar de manera positiva hasta alcanzar un modelo que apueste por la comprensión, paciencia y estrategias efectivas con el que el aprendizaje se produzca sin un modelo en el que se pierdan los nervios. Esto pasa por aprender a relacionarse en el hogar.
De esta forma se cuidará de la autoestima de los hijos y se evitarán comportamientos negativos. La empatía y el refuerzo positivo es mejor que el grito y la pérdida de nervios. Estos son algunos consejos cuando se quiera educar:
– Usar mensajes claros y breves. Hay que recordar que los hijos no recuerdan si escuchan parrafadas. Así que es mejor transmitir mensajes claros y breves sobre lo que se consiente y lo que no.
– Sustituir los reproches o los juicios demoledores por una expresión respetuosa de las opiniones de los padres y sentimientos.
– Enfocarse juntos en la solución a los conflictos: en lugar de prestar atención y repetir todo lo negativo.
Damián Montero
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