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El don de la dislexia: cómo salir del atolladero de las palabras

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Por lo general, cuando se habla de dislexia sólo se piensa en los problemas de escritura, ortografía y matemáticas que un niño tiene en la escuela. Algunos lo asocian con cambios en el orden de las palabras o las letras; otros, con un aprendizaje lento. Pero estas dificultades son sólo un aspecto de la dislexia, el negativo, que tiene su base en la misma habilidad que pueden hacer de él una persona más inteligente y creativa de lo normal.

Cuenta Ron Davis en su libro El don de la dislexia: «Una vez que me invitaron a un programa de televisión, me preguntaron sobre el lado «positivo» de la dislexia. Como parte de mi respuesta, enumeré una docena más o menos de disléxicos famosos. La presentadora del programa comentó entonces: «¿No es sorprendente que todos ellos hayan podido ser genios, a pesar de sufrir dislexia?». No había entendido: su genialidad no se dio a pesar de su dislexia, sino ¡gracias a ella!».

Según este autor, la función mental que origina la dislexia es un don, una habilidad natural. La mente de un niño disléxico funciona de la misma manera que la de ciertos genios, aunque esto no quiera decir que automáticamente lo sean. Sin embargo, es importante darse cuenta de que esos problemas con la lectura, escritura, ortografía, matemáticas no significa que sean tontos o retrasados. La misma capacidad mental que permite la genialidad es la que causa sus problemas.

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Pensar con imágenes

Está ampliamente aceptado que los seres humanos pensamos de dos formas diferentes: de un modo verbal o de un modo visual, a través de imágenes. Las personas pensamos tanto de un modo como de otro, aunque, por ser humanos, tendemos a la especialización. Cada uno escoge una de las dos modalidades como su modo primario de pensamiento, y la otra como el modo secundario.

Durante el período en que se forma la dislexia, entre los tres y los trece años, el chico o chica es básicamente un pensador en imágenes. Este proceso, como si tuviera una cámara de vídeo en el cerebro, es varias veces más rápido que hacerlo con palabras. Sin embargo, al enfrentarse con el lenguaje hay algunas partes más fáciles de visualizar que otras. De los artículos, conjunciones… no es posible crear una imagen como de «caballo».

Cuando un chico es básicamente un pensador en imágenes y se encuentra en esta situación ha de detenerse continuamente, concentrarse… Su manera de pensar no le sirve con el lenguaje y los símbolos, lo que genera una confusión cada vez mayor hasta llegar a un punto crítico y se desorienta. Esto implica que, en ese momento, la percepción se altera y distorsiona.

¿Qué es la desorientación?

La desorientación es algo común, que nos sucede a todos. Por ejemplo, al dar diez vueltas rápidamente sobre uno mismo se experimenta la desorientación en forma de mareo: vemos que todo da vueltas a nuestro alrededor. O en un semáforo, si avanza el coche de al lado, puede dar la sensación de que somos nosotros quienes retrocedemos. Durante una desorientación el cerebro ve moverse cosas que realmente no se mueven; o el cuerpo siente como si se moviera. El cerebro altera las percepciones reales y hace que se experimenten como realidades.

Si bien la desorientación es una experiencia común, los disléxicos la llevan más allá de lo ordinario, ya que incluso pueden producirla ellos mismos, percibiendo cosas desde más de una perspectiva y obteniendo más información que otras personas. Algo que, en la actividad creativa, puede llamarse intuición, invención, inspiración… Sin embargo, este procedimiento aplicado al lenguaje puede producir los problemas de aprendizaje.

Situación complicada

Parece una situación complicada. El disléxico necesita aprender a pensar con las mismas palabras que causan su desorientación. La forma de salir de este callejón sin salida es proporcionar una técnica para controlarla. Tiene una capacidad que simplemente se atasca ante un proceso de aprendizaje diseñado por y para las palabras.

Y si no se logra salir del atolladero, los problemas persisten toda la vida. Por el contrario, si su don se libera son personas que piensan entre 400 y 2000 veces más rápido. Algunos ejemplos son Albert Einstein, Walt Disney o Michael Jordan.

Método Davis

Este Método Davis está siendo introducido en nuestro país por «La puerta de las letras». Mediante técnicas específicas, los especialistas de esta entidad intentan construir un puente entre el mundo del pensamiento visual y el de los estímulos verbales del sistema de aprendizaje. Los resultados son permanentes y superan el 97% de éxitos.

La edad límite inferior establecida son los siete años, pero antes de acceder al curso es necesario superar un pequeño test para garantizar que la persona tenga esa habilidad perceptiva visual.

Ricardo Regidor

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