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Disciplina en niños, encuentra el equilibrio entre la firmeza y la cercanía

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A la hora de impartir disciplina es importante encontrar el equilibrio entre la autoridad y la cercanía.

A la hora de impartir disciplina es importante encontrar el equilibrio entre la autoridad y la cercanía. – ISTOCK

Educar a los más pequeños de la casa es un trabajo duro y que requiere de constancia en el día a día. También hay que saber encontrar el camino que se debe seguir, sabiendo poner normas pero también identificando las situaciones en las que dejar de ser la autoridad para ser alguien cercano. De eso se trata, de dar con el equilibrio entre ambas actitudes.

Con este fin, desde la Fundación Nemours se ofrecen varios consejos para ayudar a que los padres críen a sus hijos de la mejor forma posible. Una guía en donde se recomiendan distintos pasos por cada etapa de los niños. Por supuesto, cada familia también debe educar a los más pequeños de acuerdo a sus propios valores.

De 0 a 2 años

A estas edades son muy curiosos, y a los padres les toca eliminar de su entorno cualquier tentación que suponga un peligro para los más pequeños, como por ejemplo los productos de limpieza. Cuando los pequeños se acerquen a algún objeto peligroso o prohibido, hay que decirles un claro: «No», y alejarlo de ese lugar o dirgir su atención hacia otra actividad.

Una técnica para los niños de 2 años es la conocida como «tiempo fuera» o «pausa obligada», que consiste en obligar al niño a pasar tiempo solo y en un lugar en donde no existan de estímulos ni distracciones. Los castigos físicos como cachetes y bofetadas quedan totalmente.

Tampoco hay que olvidar que los niños a estas edades son esponjas y aprenden observando a los adultos, sobre todo, a sus padres. Por ello, hay que asegurarse de ser un buen ejemplo para su hijo. Un marco en el que ir mirándose y tomando nota para ir conformando la identidad que marcará su desarrollo.

De 3 a 5 años

A partir de estas edades los niños empezarán a entender que sus acciones tienen unas consecuencias. Por ello es recomendable empezar a hablarles de las normas del hogar, así como de lo que sucederá si no se cumplen. Cuando se lleve a cabo uno de estos castigos, los padres deberán explicarles a sus hijos por qué han tomado esa decisión y recordarle la regla que se han saltado.

Aunque parezca que ignorar un comportamiento inaceptable ocasional no tendrá consecuencias, para el niño sentará un precedente. Los límites deben ser claros e inamovibles. Hay que dejar claro qué comportamientos no están permitidos y merecen un castigo, y también recordar las actitudes que se esperan de ellos. La disciplina no consiste solo en castigar, sino también en reconocer cuando se hacen bien las cosas. De nuevo la técnica del «tiempo fuera» es adecuada cuando se aprecia un mal comportamiento en los más pequeños.

De 6 a 8 años

Se debe seguir apostando por la consistencia y la coherencia en la aplicación de normas. Los padres deben ser firmes cuando aprecien un comportamiento que no es aceptable en sus hijos, de modo contrario no reforzará su figura de autoridad, si bien es posible un pequeño margen de error, este no debe ser muy grande ya como se dijo antes sentaría un precedente.

También hay que tener en cuenta el grado del castigo que se aplique. Si la reprimenda es excesiva, los niños pueden sentirse desmotivados o que sus padres simplemente quieren hacerles la puñeta.

De 9 a 12 años

A los niños de estas edades debe mantenerse la relación acción-consecuencia. También hay que enseñar a aceptar las responsabilidades que poco a poco les van llegando, y los efectos de eludirlas. El más claro ejemplo es el de no cumplir los deberes, labor que los padres nunca deberán asumir (en todo caso apoyar). De esta forma, en caso de incumplir, serán ellos quienes deban responder ante el profesor y además enfrentar el castigo que les espera en casa.

Damián Montero

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