La respuesta es clara: depende. De las circunstancias y necesidades de cada niño y del entorno de cada familia. Aún mejor que «los deberes» en sentido tradicional, es despertar su curiosidad con un tipo de conocimiento que no tengan tan ligado a la obligatoriedad del colegio.
Si buscamos en la literatura científica, encontraremos tantos estudios que defienden el descanso vacacional de los niños para regresar con más fuerza a las aulas como estudios que abogan por mantener el cerebro despierto y activo para que les sea más sencillo recuperar la tensión académica en el arranque de curso. Así que la ciencia no es demasiado clara al respecto.
Deberes como refuerzo
Si el objetivo es que refuercen materias en las que han ido más flojos durante el curso, quizá podemos pensar en una planificación temporal de esos deberes. A lo mejor pueden hacer algo al principio y las semanas antes del colegio, pero pueden descansar también algún periodo.
Deberes para ocupar el tiempo
Las vacaciones son maravillosas pero a veces los días tienen demasiadas horas que no sabemos bien cómo ocupar para evitar el temido «me aburro» y la más temida «pantallita». Establecer una rutina en los largos días del verano puede ser una buena manera de aprovechar mejor el tiempo. Algo de actividad cerebral nos puede ayudar.
¿Deberes o lecturas?
Que apostemos porque desengrasen el cerebro no implica necesariamente que tengan que ponerse a estudiar y a hacer ejercicios como en clase. Una buena opción es que dediquen un rato a leer e investigar en temas que les puedan interesar, y no sólo en manuales, sino también en revistas, libros visuales, atlas..
Indagar para las actividades del verano
Una buena forma de que mantengan el cerebro despierto sin que se den cuenta de que están trabajando es animarlos a que nos ayuden a buscar qué cosas quieren hacer en algún sitio que vayamos a visitar. Pueden prepararse mirando mapas y descubriendo cuáles son los lugares más recomendados y buscar información sobre la historia del lugar. También pueden hacer listas de restaurantes y compararlos. Estarán desarrollando destrezas de indagación muy importantes para el curso.
Los abuelos, historia viva
Si tenemos la suerte de compartir parte del verano con los mayores de la familia, una manera de «aprender» es que les cuenten su vida, porque es historia viva y la recordarán siempre. Así que si los tenemos un rato sentados junto a la mecedora, podemos estar seguros de que sus neuronas están en plena actividad.
Deberes en la vida cotidiana
Sin decirles que están haciendo deberes, podemos aprovechar cualquier rato que estemos con ellos para ir ejercitando sus cerebros, desde las cuentas en un restaurante hasta las vueltas al hacer la compra o cómo partir una tarta muy pequeña entre todos los que somos, saber algo más de los elementos químicos de lo que utilizamos en casa o explicarles cómo funcionan las corrientes de aire que nos refrescan por las noches o las mareas que nos dejan sin playa la mitad del día.