Un buen descanso resulta absolutamente esencial, pues es durante las horas de sueño cuando el cuerpo crece y se repara. Más importante aún resulta para los niños, inmersos en pleno proceso de desarrollo. ¿Cómo escoger un buen colchón para ellos? Te ofrecemos todas las claves.
La importancia capital de un buen descanso
¿Por qué necesitamos dormir? Bueno, digamos que es como pasar por un taller de mantenimiento. Nuestro cuerpo se relaja y nuestra actividad desciende a mínimos. Liberado del estrés y las exigencias de dicha actividad, nuestro sistema aprovecha para eliminar residuos, despejar la mente y reparar tejidos dañados y células. Cabe añadir que es entonces cuando la hormona del crecimiento (GH) actúa a mayor rendimiento. Esta última, además de estimular el crecimiento de los órganos, huesos y masa muscular, interviene en la homeostasis y refuerza al sistema inmunológico.
No obstante, la SEN (Sociedad Española de Neurología) estima que hasta un 25% de la población infantil no goza de un sueño de calidad. ¿Qué es un sueño de calidad? Se debe dormir un adecuado número de horas (estas varían según cada persona), pero este no es el único factor. Un buen ambiente de sueño resulta absolutamente indispensable. Y el colchón es siempre una parte fundamental de la ecuación. De hecho, en algunos portales (como este sitio) de venta comprobarás cómo se incide en la importancia de adquirir aquel que mejor se ajuste a sus necesidades.
Colchones plenamente adaptados a las necesidades de los niños
Vas a tener que cambiar su colchón cada cierto número de años, ya que las necesidades varían mucho en poco tiempo. Por ejemplo, una persona que se encuentra en sus primeros años de desarrollo necesitará un colchón firme pero cómodo. Nunca un colchón blando, pues se corre el peligro de que sufra algún problema respiratorio si la postura no es la adecuada. Además, se debe vigilar especialmente la higiene: material hipoalergénico y transpirable, además de tratamiento antiácaros.
En una segunda etapa, quizá convenga hacer uso de una cama y un colchón extensible, que se adapte a su rápido crecimiento. No es buena idea que el colchón sea excesivamente grande para su edad, puesto que está demostrado que ello puede generar cierta sensación de desprotección. Este debe seguir caracterizándose por su firmeza. Unas medidas de 90×200 parecen adecuadas para niños de hasta 10 años.
De aquí en adelante, se debe tener muy en cuenta el peso (que crecerá sustancialmente). Y la necesidad de rigidez dará paso a la necesidad de adaptabilidad (si bien aún no en el mismo grado que un adulto).
Adapta tu elección a su etapa actual de desarrollo
Hagamos ahora un pequeño repaso por las diferentes etapas de su desarrollo.
– Hasta los dos años.
Un recién nacido puede dormir hasta 18 horas al día. Colchones pequeños, firmes e higiénicos. Nunca blandos.
– Entre los 2 y los 8-9 años.
Durante esta etapa es usual que duerman entre 13 y 10 horas cada noche. Colchones de tamaño medio y rigidez aún elevada.
– Entre los 9 y los 14-15 años.
Las necesidades cambian y las horas de sueño se reducen a un margen de entre 10 y 8. Colchones de rigidez media y para pesos de hasta 80 kilos.
– Periodo hasta la adultez.
Lo usual es que empiecen a trasnochar con frecuencia. Y el número de horas de sueño se reduce a unas 7 u 8 como media. Colchones que se adaptan al cuerpo y para pesos de hasta 100 kilos.
Por tanto…
No dejes nunca de lado un aspecto tan fundamental como su colchón. Presta atención a sus necesidades para favorecer un desarrollo sano y seguro. Y preocúpate de añadir los complementos que resulten adecuados (cubrecamas, almohadas, etcétera).
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