Identificarse con diversos personajes, especialmente de ficción y con poderes, es algo natural en los niños y niñas cuando tienen entre 3 y 10 años. No se trata tan solo del hecho de disfrazarse: haciendo que vuelan o que lanzan rayos X pueden explorar todo lo que les rodea de una manera mucho más imaginativa. Así, pueden vivir una rica variedad de experiencias: pueden convertirse en detectives, en profesores o en piratas.
«Me pido el Inspector Gadget». «Y yo seré el supermalo». De un momento a otro, y en un abrir y cerrar de ojos, los más pequeños se «convierten» en sus héroes predilectos. A estas edades, los personajes imaginarios forman parte de su desarrollo: es el modo en que comienzan a conocer el mundo que les ha tocado vivir. Ya sea encarnando a Superman o a Bella, esos héroes les permiten llegar más allá de lo que se permite a unos simples niños de carne y hueso.
La edad de la fantasía en el juego infantil
Entre los 3 y los 6 años se encuentran en la edad de la fantasía, donde todo ocurre con una lógica distinta. Su mundo es distinto del de los adultos porque su imaginación les brinda posibilidades mucho más creativas e inesperadas: un simple muñeco puede volar y ellos mismos pueden convertirse en bandidos famosos. La fantasía es para ellos un modo de aprender. Con su imaginación crean situaciones y se colocan a sí mismos dentro de ellas, y se transforman en las personas todopoderosas que no son en la realidad.
¿Qué les atrae de los superhéroes? Los muñecos que admiran pueden romper las reglas (ahora que ellos empiezan a tener que cumplirlas), ir volando donde quieran, vencer a los malos con un rayo mágico… Jugar a ser héroe les permite por un momento vivir en un mundo hecho a medida.
Héroes cercanos
Antes de que los centros comerciales y los anuncios de la televisión les invadan con sus héroes de moda, nuestros hijos ya cuentan con su colección particular de héroes: papá, mamá, el hermano mayor, la canguro… En un principio, los niños toman gran parte de los rasgos de su personalidad de las actitudes de los que le rodean. A medida que crecen, nuestros hijos descubren otros modelos diferentes (los profesores, los personajes de la tele o de los cuentos…) y van ampliando su cantera de héroes.
No olvidemos que nosotros tenemos como privilegio ese primer puesto dentro de su Olimpo particular. Y aunque ni papá ni mamá tengan superpoderes, y sí Buzz Lightyear o Batman, hemos de tomar conciencia del estrado en el que nos colocan. Quizá durante estos fantasiosos años nos toque pasar un poco desapercibidos (relegados por un simple muñeco de dibujos animados)… pero ya llegará nuestra hora. En ocasiones, nuestros hijos pueden heredar, incluso, los héroes de sus padres o de algún hermano mayor.
Genios y creativos
Es conveniente que los niños usen esa capacidad de fantasía, que jueguen mucho, que inventen, pinten, se disfracen, hablen, etc. Probablemente, se convertirán en el futuro en personas mucho más creativas. Pero también tenemos que vigilar e intervenir en el momento oportuno, para que puedan separar su pensamiento racional de su imaginación y vayan asimilando la realidad como es.
Nuestro papel de padres consistirá en ayudarles a diferenciar la realidad de lo que solo existe en su cabeza, algo fundamental para que puedan ir madurando. Pero solo distinguiremos estos dos mundos cuando sea necesario. No hemos de tener demasiada prisa, ya que no está mal que de vez en cuando se dejen llevar por su portentosa imaginación.
De la fantasía del juego a la realidad
De todas formas, más importante que ponerles los pies en la tierra, recurriendo a argumentos «lógicos», puede ser que participemos de sus juegos fantasiosos. Pero, como todos sabemos, a estas edades no resulta tan fácil jugar con ellos. Para ellos, resulta algo natural: su desbordante imaginación les permite inventar su propio personaje a partir de muy poca información.
En primer lugar, deberemos participar y no convertirnos en meros espectadores de los juegos de nuestros hijos, sabiendo ponerse a su altura. Esto supondrá, en más de una ocasión, tirarnos al suelo, hacer de caballo, beber de verdad esa taza de té, morirnos con grandes aspavientos cuando nos disparen, etc. Hemos de ayudar a nuestros hijos a ejercer su creatividad, permitiendo que sean ellos los protagonistas y los directores de los juegos, y no nosotros.
Por último, el tiempo de juego de los hijos ha de tener un hueco inamovible en nuestro horario, un tiempo que le dedicamos a ellos por entero y en el que no entran las prisas.
Las ventajas de usar la fantasía en el juego
El uso de la fantasía tiene muchas ventajas para los niños y las niñas, además de la función que cumple en su desarrollo natural y en su maduración:
– La fantasía favorece su creatividad, imaginación y sensibilidad. A estas edades, nos sorprenderá con sus razonamientos y salidas curiosas, porque están naturalmente predispuestos a ello.
– La fantasía facilita su capacidad de entretenerse y no aburrirse. Pueden inventarse mil modos de jugar, sin necesidad de aparatos de televisión, videojuegos, etc.
– La fantasía favorece su inteligencia, porque se trata de un ejercicio intelectual en toda regla.
El ratoncito Pérez
Algunos padres se preguntan si es bueno para los niños creer en historias fabulosas como la del ratoncito Pérez. La respuesta es sí. Durante esa etapa es natural creer en los regalos del ratoncito, que no desentonan en una edad de quimeras y cuentos, en la que los límites entre la fantasía y realidad no se encuentran aún definidos.
Entre los 3 y los 6 años, la fantasía es normal, y no hay que temer que el sentido de la realidad quede después deformado. Cuando los niños crecen comprenden que era un juego y no se les debe pinchar el globo de la ilusión por prejuicios racionalistas. La mente infantil no es como la nuestra.
Cuando se identifican con personajes de ficción
1. El que nuestros hijos prefieran un héroe u otro no siempre depende de ellos, pues muchas veces lo imponen los dictados de la moda, los grandes estudios cinematográficos… Hay que tener cuidado de los impactos publicitarios que reciben a estas edades.
2. Es importante descubrir a los hijos las áreas de su vida en las que hace las cosas súper sin jugar a ser nadie (atarse fenomenal los cordones, escribir su nombre…) y, sobre todo, dirigir su atención hacia los personajes que tienen más virtudes (aunque no pasa nada si quiere ser el Doctor Maligno de vez en cuando)
3. La fantasía hay que equilibrarla con la contrapartida de la acción. Hay que animar y enseñar a los niños a hacer cosas y asegurarles algunos éxitos, como pintar, dejarles que nos ayuden en la cocina… Así, saldrán de sí mismos y se orientarán hacia la realidad.
4. Que se relacionen y hagan amigos desde pequeños es importante para los hijos ya que han de aprender a convivir con los demás desde pequeños, pues sería peligroso que un fantasía o mundo interior mal entendido les llevara, en el futuro, a aislarse.
Debemos aprovechar todos los momentos que podamos para conversar con los hijos y responder a sus preguntas, incluso a las más fantásticas. Nuestro ejemplo y nuestras contestaciones les servirán de referencia, por lo que hemos de tener en cuenta y decidir si seguirle la corriente cuando comience a hablar de monstruos, o hablar con él de un modo más serio y real.
Ricardo Regidor
Asesoramiento: Lucía Herrero. Psicóloga y orientadora familiar
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