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Cómo convertir el colegio en un entorno seguro para la salud física y mental de los alumnos

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CEAPA propone convertir el colegio en un espacio completamente seguro para los estudiantes, cuidando su salud física y mental.
CEAPA propone convertir el colegio en un espacio completamente seguro para los estudiantes, cuidando su salud física y mental. – ISTOCK

El colegio es mucho más que un espacio en donde los alumnos aprenden distintas materias y van formándose de cara a un futuro laboral. Las horas que los estudiantes pasan entre pupitres y pizarras, también suponen un espacio de socialización y de otro tipo de actividades que influyen de distinta manera en el desarrollo de los más pequeños de la casa.

Por ello, desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado, CEAPA, se brindan varios consejos con el fin de proteger tanto la salud física y mental de los alumnos. Recomendaciones con las que proteger el bienestar de los alumnos y de asegurarles un correcto desarrollo y un curso escolar más llevadero y con mejores resultados.

Inseguridad en el colegio

CEAPA destaca que la percepción de peligro por parte de las familias ha favorecido el aumento de los desplazamientos en vehículo particular y los atascos a la puerta de los colegios, generando un círculo vicioso difícil de romper: más coches, más riesgo, menos niñas y niños caminando. El predominio de la movilidad motorizada en las calles va en detrimento de la seguridad y autonomía infantil.

Los accidentes de tráfico siguen siendo una de las principales causas de muerte en menores de 15 años, y el número de peatones de estos grupos de edad. Por ello se insta a los padres a buscar otros métodos que eviten estos riesgos, como por ejemplo uso de un coche compartido ara llevar y recoger los niños del colegio o, siempre que se pueda, acompañar a los estudiantes a pie hasta el centro, respetando todas las normas de tráfico.

Cuidado de la salud

La mala alimentación y una vida más sedentaria han llevado a que España se encuentre entre los países europeos donde este problema de salud pública es más grave, con una prevalencia de alrededor de un 40% de menores con sobrepeso, de los que un 19% de niños, casi uno de cada cinco, y un 17% de niñas padecen obesidad.

La obesidad infantil tiene efectos inmediatos y a largo plazo sobre la salud física, social y emocional. Los menores con obesidad corren mayor riesgo de sufrir otras afecciones crónicas de salud y enfermedades: asma, apnea del sueño, problemas en huesos y articulaciones, diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón.

También tienen más riesgo de padecer aislamiento social, depresión y baja autoestima. El sobrepeso infantil está íntimamente vinculado al sedentarismo y a la dificultad de nuestros menores para realizar el ejercicio mínimo diario necesario, entre el que debería incluirse el desplazamiento activo a los centros escolares y la actividad física en el entorno del barrio.

Por otro lado, el ruido impacta en el sistema nervioso autónomo y endocrino, dando lugar a cambios en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la liberación de hormonas asociadas al estrés, como el cortisol. Diversos estudios han observado una asociación entre la contaminación acústica y el deterioro de la función cognitiva, perturbaciones hormonales, incluida la diabetes, accidente cerebrovascular y problemas de salud mental, como la depresión y el estrés.

Propuestas de cambio

Ante esta situación, desde CEAPA, se ha presentado una Proposición no de Ley (PNL) para que los entornos de los centros escolares se conviertan en Áreas de Protección de la Salud de la Infancia. Un decálogo compuesto por los siguientes puntos:

1. Sustituir las zonas de aparcamiento que se encuentren dentro del recinto escolar por áreas estanciales y de juego.

2. Reservar en todos los recintos educativos, o en sus aledaños, un espacio seguro para el aparcamiento de bicicletas, patines y patinetes para incentivar la movilidad activa al centro.

3. Revegetar los patios escolares con arbolado y plantas que proporcionen sombra, frescor y color a estos espacios, mejoren la calidad del aire y amortigüen el ruido.

4. Limitar el aparcamiento y el tráfico en las calles del entorno y, muy especialmente, en las inmediaciones de las entradas a los centros.

5. Vigilar y hacer cumplir estrictamente la normativa viala la entrada y salida de estudiantes para que el entorno escolar sea un espacio seguro y de convivencia.

6. Priorizar la movilidad peatonal y ciclista en el viario del entorno escolar, creando corredores de acceso libres de coches, fomentando la presencia de vegetación y agua, y promoviendo zonas estanciales, de encuentro y de juego en el espacio público.

7. Integrar en la redacción del POUM (Plan de Ordenación Urbanística Municipal) medidas para fomentar entornos escolares seguros y saludables.

8. Incorporar en los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) medidas específicas de limitación y pacificación del tráfico en los entornos escolares.

9. Promover un cambio generalizado hacia el modelo de «Ciudad 30» para reducir la velocidad del tráfico en todo el viario urbano.

10. Priorizar la proximidad al centro escolar como criterio básico del área escolar, en beneficio de la infancia y de toda la comunidad, revirtiendo la implantación de «zona única de escolarización» que tan negativamente influye en el incremento de desplazamientos motorizados diarios.

Damián Montero

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