El desarrollo de un niño es un proceso en el que entran en juego muchos aspectos y en el que hay que dotar a los más pequeños de diversas habilidades. Una de ellas es la capacidad de gestión emocional de manera positiva, sabiendo reconocer, identificar y aceptar todo lo que se sienten. De esta forma, se podrá establecer una comunicación sana y transparente al ser capaces de transmitir nuestro estado real.
Por ello la comunicación emocional debe ser uno de los pilares en la crianza de los hijos, tal y como indican desde Montessori Canela Internacional. Una decisión que ayudará a mejorar la convivencia dentro del hogar, y de esta forma mejorar la vida cotidiana. Porque gracias a esta apuesta, será más fácil gestionar los sentimientos y fomentar grandes habilidades como la empatía y el respeto hacia los familiares.
Saber leer los sentimientos
La misión de la comunicación emocional no es solo transmitir cómo nos sentimos, sino de ser capaces de ponernos en el lugar de los otros y apostar por la empatía. Teniendo en cuenta que la mayor parte de intercambios de mensajes en el ser humano se produce a través de la comunicación no verbal, tiene una gran importancia la observación para saber leer a los miembros del hogar, mediante distintas señales como gestos, miradas y otros movimientos.
Con los niños, estos gestos tienen una especial importancia, ya que en los primeros años la capacidad de verbalización está formándose y es muy limitada en lo que a vocabulario se refiere. Por ello, hay que estar atento a los comportamientos de los hijos para ser capaces de detectar cuáles son sus emociones, sentimientos y necesidades. «Educar desde la base es educar emocionalmente, es darles unas herramientas que son la llave maestra para abrir (o cerrar) las puertas que necesiten en su trayectoria vital.», explica Olga Carmona, psicóloga clínica.
De esta forma, la comunicación emocional son un motor que mueve el mundo y que se ha visto lastrada por algunas fórmulas que trata de hacer ver a los hijos que hay que ocultar los sentimientos negativos. Porque estos también forman del día a día de todas las personas y no se pueden eludi, sino aprender a canalizarlas, reconocerlas y aceptarlas. De esta forma, el diálogo sobre ellas permite el empoderamiento sobre nosotros mismos.
Gestión de los sentimientos
Una gestión sana de las emociones permite la liberación de las personas y fomenta la curiosidad y atención de todos. Además es una de las claves a la hora de tomar las riendas de la vida en el plano sentimental. Esto es algo que ayudará no solo a mejorar el clima de convivencia en el hogar, sino también a tener una mejor salud mental y física, ya que no hay que olvidarse de la máxima: «mens sana in corpore sano».
Si se quiere mejorar la comunicación emocional en el hogar, el primer paso debe ser dado por los padres, quienes deben dar ejemplo. Si se quiere que los hijos se expresen de manera coherente, los adultos deben ser los primeros en expresar sus sentimientos. A continuación hay que establecer una rutina que pase porque todos en casa reconozcan cómo se sienten y sean capaces de hablar sobre ello sin ningún tipo de tapujo.
El segundo paso, es la escucha activa, es decir, aprender a «mirar» de verdad a los hijos, prestar atención a lo que dice y también lo que calla, lo que me expresa con su movimiento físico, con su llanto, con su demanda de atención o de cariño. En definitiva, a observar de verdad el conjunto. Por último, hay que tratar de eliminar el juicio. Las emociones son las que son, no las que se desearía. Negar una de ellas es encapsularla en el interior, y si no se reconoce y se canaliza encontrará la manera de hacerlo más adelante, pero seguramente lo hará de una manera más violenta y dañina para esa persona.
Damián Montero
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