Ser uno mismo es una meta a la que todos aspiramos pero a la que pocos consiguen llegar. La seguridad en uno mismo es muy importante a la hora de afrontar nuevos retos y conquistar los distintos objetivos marcados. Sin embargo muchos son los complejos que se interponen entre las personas y su confianza, liberarse de ellos será el mejor camino para empezar a trabajar.
Un trabajo que debe empezar desde el hogar y en donde los padres deben ser el punto de partida que anime a sus hijos a liberarse de estos sacrificios en su día a día. Labora que empieza en torno a las 6 años, edad en la que los niños empiezan a tomar conciencia de ellos mismos y de las críticas, momento idóneo para trabajar en su confianza.
Detectar los complejos
El primer paso para trabajar contra los complejos es la detección de los mismos para empezar a reducirlos. ¿Cómo conseguir este objetivo? Desde el Hospital Sant Joan de Déu se dan los siguientes consejos:
– Prestar mucha atención a su físico. Si se observa un cambio repentino en su forma de vestir puede ser una respuesta a una crítica por parte de sus compañeros.
– Están más callados o serios.
– Empiezan a mostrar rechazo a ir al colegio o a acudir a fiestas como cumpleaños de compañeros y actividades extraescolares.
Éstas no son las únicas claves a la hora de detectar los complejos de los más pequeños. Una mala higiene de sueño, meno rendimiento escolar o una falta de apetito también puede indicar a los padres que sus hijos están siendo víctima de una serie de complejos que alteren su día a día.
Fomento de su autoestima
¿Cuál es el primer paso para eliminar los complejos en los más pequeños? Reforzar su autoestima es la clave, por ello los profesionales de este centro brindan los siguientes consejos:
– Desde edades tempranas ayudar a los hijos a que sean independientes en la realización de todo tipo de actividades y a que tomen conciencia de sus características, especialmente de aquellas que podrían ser objeto de burla u origen de algún mote como es el caso de rasgos físicos señalados, falta de habilidades o problemas en el habla, sin olvidar cuestiones vinculadas al estilo o la condición económica como el tipo o marca de su ropa y complementos.
– Todo puede influir y es básico que ellos sepan captar siempre el lado positivo de su persona y de sus compañeros. Así, puedes echar mano de ídolos infantiles para reconfortar a los pequeños sobre posibles puntos débiles. Un ejemplo habitual es el de Harry Potter, un héroe con una cicatriz en el rostro y necesitado de gafas.
– Crear entornos de crecimiento personal, evitando comparaciones que puedan ocasionarles malestar e intentando alabar sus virtudes, siempre con buen humor. También encontrar espacios y momentos para el conocimiento de ellos mismos, de sus parecidos con el resto de miembros de la familia, de las características que los definen, de posibles puntos débiles -por ejemplo, el inicio de uso de gafas o, más adelante, en edades preadolescentes, los cambios de voz en los chicos o el crecimiento de pechos en las chicas-, con el fin de estimular su confianza.
Damián Montero
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