¡Cuántas veces tenemos que pelear con los niños para que se vayan a dormir! Muchas veces, resulta incomprensible que les cueste tanto irse a la cama y esto desemboca en una pelea constante que se complica por el cansancio acumulado del día, no solo de los niños sino también el de los padres.
Ellos están agotados, pero no quieren ir a dormir y el cansancio que llevan encima hace que estén más irascibles y que nosotros, los padres, tengamos menos paciencia para enfrentarnos a ellos.
Las razones por las que los niños no quieren ir a la cama son muy variadas. La mayoría de las veces suele ser porque se lo están pasando muy bien jugando, viendo la televisión, leyendo un cuento… y prefieren continuar con eso que están realizando en vez de ir a dormir. Les resulta más atrayente.
En otras ocasiones, asocian el sueño a situaciones negativas para ellos, como puede ser separarse de los padres, lo cual les provoca un miedo. Y otras veces es simplemente porque temen la oscuridad, la soledad de la noche, el silencio… Cuando los miedos pasan a ser pesadillas, o incluso terrores nocturnos, la oposición y rebeldía a la hora de ir a la cama es incuestionable. Sin embargo, sea cual sea la causa que provoca esta situación de peleas constantes todas las noches, es importante ponerle freno y, si es posible, evitar que llegue a producirse.
Paso por paso para ir a la cama
Desde que son bebés es necesario trabajar ciertas rutinas que ayuden a crear un buen hábito de sueño, a que haya menos enfrentamientos a la hora de ir a la cama y que hagan especialmente agradable el momento de ir a dormir. Estas rutinas son tan básicas y elementales como mantener un horario fijo a la hora de acostarse.
También es importante establecer una «cadena de sucesos» que precedan sistemáticamente al hecho de irse a la cama: baño, cena, cuento… Si de pequeños se trabajan está cadena de sucesos sabrán que después de una cosa viene otra y, por tanto, el sueño vendrá a continuación de la rutina que tengamos establecida.
Hay que explicarles que no conseguirán nada, aunque lloren o griten y esto, además, debemos cumplirlo. Es necesario armarse de fortaleza y paciencia y no dejarse llevar por las actuaciones desmesuradas por parte de los niños. Ellos saben cómo hacer para ablandar nuestro corazón y acabar con nuestra paciencia porque nos conocen muy bien y, además, se empeñarán con todas sus fuerzas.
Es un momento en el que a nosotros nos pillarán débiles por el propio cansancio o por querer evitar ciertos escándalos que afecten a la calma y sosiego de los propios vecinos. A pesar de todo, es fundamental no dejarse impresionar por sus intentos y mantenernos muy firmes. Solo así aprenderán que sus rabietas no les han sido rentables.
De nuevo en pie
Si la situación viene provocada por miedo o inseguridad se puede tratar de llegar a acuerdos dialogados y consensuados: luz en el pasillo, música, marcar la hora de ir a la cama…
Cuando el problema está en los intentos de levantarse a lo largo de la noche o en los momentos en los que los niños se despiertan reclamando algo, es importante también mantener la norma de no sacarle de la cama ni atender de manera inmediata a su llamada. Suelen intentar llegar a la cama de los padres buscando no estar solos en la noche, pero, si caemos en esta posibilidad, lo cual no es difícil que suceda por el propio cansancio o sueño de los padres, pronto aprenderán que esta opción es válida y, también, mucho más placentera, lo que hará que les resulte muy complicado eliminarla posteriormente.
Podemos pensar que por una noche no pasa nada, sin embargo, no es algo que se quede en una sola noche. Es importante respetar los espacios de cada uno y este es uno de ellos. Además, el descanso será mejor estando cada uno en su cama, sin olvidar la importancia de unos buenos hábitos.Una vez que tienen clara la norma de que cada uno duerme en su cama, ante los intentos de levantarse no es conveniente dar demasiadas explicaciones. Las explicaciones deben ser previas. Los niños deben tener clara la norma y, como todas las normas debemos explicárselas de modo concreto y claro y sin necesidad de ser repetida constantemente. La noche no es momento de explicar la norma ni repetirla.
En el momento en que los niños traten de levantarse o se hayan levantado debemos cogerles y sin decir nada llevarles a la cama. Si esto se realiza siempre de este modo, aprenderán que su única opción es esa y no otra.
¿Qué podemos hacer?
Ante los despertares constantes acompañados de llanto, petición de cosas (agua, frío, luz…) hay que llegar a enseñarles que no deben llamar cada vez que se despiertan y, para ello, hay dos pasos importantes a seguir:Lo primero y primordial, no acudir inmediatamente al llamamiento. Muchas veces si les dejamos se les pasa y siguen durmiendo sin problema. Si consideramos que los niños no tienen ninguna necesidad y que están bien habrá que dejarles para que aprendan a continuar durmiendo y no tengan tanta demanda o necesidad de nosotros.
Y, en segundo lugar, para asegurarnos que tienen de todo y sus necesidades están cubiertas, antes de ir a dormir es importante prepararse para ello, que vayan al baño, beban agua, dejarles agua en la mesilla, el chupete cerca, o el muñeco con el que duermen, dependiendo de la edad, para que puedan servirse sin nuestra ayuda.
Suele ser costoso llegar a que adquieran este hábito por sus numerosos intentos y costará más si no se da respuesta constante y similar en cada ocasión. Para evitar esto, es preferible esforzarse y pasar unos días más complicados, pero no cambiar la pauta porque, de este modo, se superará y se llegará a conseguir el hábito.
Para nuestra tranquilidad hay que tener en cuenta que la mayoría de las reclamaciones que hacen no son porque necesiten algo, sino por mimos, mimos que no hay que dejar de dar, ¡al contrario! Sin embargo, el momento en el que van a dormir no es el mejor para darlos. Disponemos de muchos momentos a lo largo del día para mimarles y disfrutar de ellos. Este es momento de descansar para poder estar bien y disfrutar luego del día.
María Campo. Directora Pedagógica de Eduka&Nature
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