Ser autónomo también significa tener el control de los propios sentimientos. Tanto si son emociones negativas, como si es el impulso para hacer algo, esto también forma parte del proceso de crecimiento. Hay que tener en cuenta que en ciertas edades es normal que todavía aparezcan algunos berrinches con frecuencia, pero es necesario aprender a trabajar para tomar el mando en este sentido.
Es a esto a lo que se le llama «autorregulación«. Algunos niños tienen más dificultades que otros, pero lo cierto es que, si los padres no intervienen, los problemas para calmarse irán a más. Por supuesto, esto no pasa por evitarles las situaciones difíciles para que los malos sentimientos no aparezcan. ¿Cómo conseguir que alcancen esta parte de su autonomía? Estos son algunos consejos del Child Mind Institute.
¿Qué es la autorregulación emocional?
La autorregulación es aquella capacidad que tienen los niños para manejar sus emociones y comportamientos, de acuerdo a cada situación. Esto conlleva se capaz de resistir aquellas reacciones más emocionales ante estímulos que los perturben, y saber cómo calmarse cuando el enfado aparezca, adaptándose al cambio y a las expectativas, manejando la frustración sin estallar.
Los problemas de autorregulación aparecen de diferentes maneras en función de cada niño. En algunas ocasiones estos aparecen de forma instantánea a través de un estallido sin previa acumulación. En otros casos, estos sentamientos negativos se acumulan y terminan apareciendo después de un periodo acumulativo, dando lugar a un arrebato de comportamiento.
¿Cómo enseñarles autorregulación?
Al igual que en otros casos, los padres son el primer foco de aprendizaje para los hijos en el caso de la autorregulación que el primer paso debe ser enseñar a los niños cómo reaccionar ante los estímulos negativos que pueden aparecer. Hay que ayudar a los niños a no estallar frente a ciertas situaciones y a que elijan cuidadosamente la respuesta que deben dar.
Los hijos se enfrentan a la adquisición de las habilidades de autorregulación de la misma manera encaran otros aprendizajes académicos o sociales: teoría y proporcionar casos en los que ponerlo en práctica. Cuando se piensa en ello como una destreza que se debe enseñar cambia el tono de los padres y el contenido que se les transmite, favoreciendo la retroalimentación que reciben de los niños.
La clave para aprender habilidades de autorregulación es no evitar situaciones que son difíciles de manejar para los niños, sino entrenarlos a través de estos contextos y proporcionar un marco de apoyo hasta que puedan manejar estos desafíos por su cuenta. De esta forma se brindarán una base desde la que actuar cuando estas situaciones aparezcan.
Damián Montero
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