La Pascua es el momento del año litúrgico en el que se celebran la mayoría de las Primeras Comuniones. El ritual es muy similar al de cualquier Santa Misa del domingo pero tiene dos momentos clave: la renovación de las promesas del bautismo y ese momento en el que los niños reciben por primera vez el cuerpo y la sangre del Señor.
Lo importante no son los trajes de marinerito, de almirante o de elegante señor en miniatura, ni vestidos blancos impolutos de las niñas, con sus flores en el pelo. Lo importante en la Primera Comunión es que los niños, que se han preparado durante varios años en la catequesis, ya se encuentran en disposición de recibir el sacramento de la Comunión por primera vez, la primera de muchas.
La Iglesia no establece un ritual complejo para la celebración de este día tan importante. En realidad, se trata de una misa dominical al uso en la que se potencia la participación de los niños que se van a acercar al altar por primera vez y de sus familiares. Hay dos momentos que sí suponen una diferencia con la liturgia habitual.
La renovación del Bautismo
La renovación de las promesas del Bautismo es un momento clave de la celebración. Como la mayoría de los niños son bautizados cuando todavía son bebés, no pudieron responder ellos ante el sacerdote las verdades de la fe, sino que fueron los padres los que lo hicieron por ellos.
Por eso, en la Comunión se recuerdan estas preguntas porque ahora sí las puede contestar el catecúmeno. Por un lado, el sacerdote pregunta a los niños si renuncian al pecado, a las tentaciones y a Satanás. Por otro lado, les pregunta si creen en la Santísima Trinidad: Dios Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Además, para recordar simbólicamente el Bautismo, los niños encienden una pequeña vela (muchos utilizan la que usaron en su momento en su bautizo) que encienden con la luz del cirio pascual.
La Eucaristía con pan y vino
La celebración de la Santa Misa sigue su curso con la normalidad de la liturgia. Pero es habitual que se introduzcan pequeñas variaciones. Todo resulta más solemne y más cuidado. Y se prepara la Misa de tal manera que todo los niños y familiares tengan algún papel especial: primera y segunda lectura, salmo responsorial, oración de los fieles, ofrendas, acción de gracias…
Durante el ofertorio, además del pan y el vino que son el centro de la Eucaristía, es muy frecuente que los niños lleven al altar objetos que simbolicen que están entregando toda su vida a Dios con ese acto: unos libros de texto, un balón… Es una forma de que los participantes en la ceremonia visualicen cómo nos hacemos comunión ofreciendo nuestra vida cotidiana.
La Primera Comunión para los niños
El siguiente momento especial de la celebración es de la comunión puesto que es la primera vez para los niños, que vienen bien preparados por sus catequistas y que, además, poco antes, habrán disfrutado del sacramento de la confesión para llegar limpios de corazón a este momento. Como es una ocasión tan especial, los niños comulgan con las dos formas consagradas: el pan y el vino. Habitualmente ensayan antes con pan y vino sin consagrar para que no les choque tanto. Es el momento más importante de la celebración y los invitados debemos permanecer en respetuoso silencio.
La celebración sigue su curso con la acción de gracias que suele ser muy emotiva porque los niños y sus padres agradecen esta Primera Comunión que, como su nombre indica, es la primera de muchas porque lo importante es que la familia se mantengan en esa vida cristiana que no empieza y acaba en una ceremonia sino que se compone de la fe vivida en el día a día.
Maria Solano. Profesora de la Universidad CEU San Pablo y directora de la revista Hacer Familia
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