El descubrimiento de los periodos sensitivos del aprendizaje de los niños ha demostrado la importancia de la estimulación de diferentes áreas del cerebro en momentos concretos del desarrollo. La etapa que va de los tres a los cinco años es crucial para el dominio del lenguaje, el desarrollo psicomotor y la capacidad comunicativa.
Desde el momento en el que nacen nuestros hijos, nos sorprendemos de lo rápido que pasa el tiempo, cuánto crecen y cómo poco a poco se van convirtiendo en una personita con sus características propias. A los tres años, este constante aprendizaje de nuestros hijos se ve acelerado. Parece incluso que cada vez que nos damos la vuelta han aprendido una habilidad nueva, han aprendido a utilizar una palabra sofisticada de manera correcta o están imitando nuestras expresiones en circunstancias que se prestan a ello.
El desarrollo cerebral en la etapa de preescolar
En la edades de preescolar transcurre un periodo intenso de desarrollo cerebral guiado por dos procesos simultáneos: la sinaptogénesis y la mielenización. La sinaptogénesis se encarga de hacer conexiones entre neuronas siguiendo patrones sofisticados y promoviendo sinapsis nuevas. La mielanización se encarga de envolver los nervios con una capa protectora de grasa que facilita la veloz transmisión de señales neuronales.
La combinación de ambos procesos aumenta la eficiencia del cerebro e incrementa la velocidad del procesamiento de los estímulos así como una mejor comunicación entre regiones cerebrales. Eso hace que los niños de entre tres y cinco años estén programados y preparados para aprender de básicamente todo a lo que se vean expuestos.
De esta manera, si bien el mayor desarrollo neuronal ocurre en los primeros años de vida, es a los tres años cuando este proceso llega a su punto máximo y el cerebro está preparado para convertirse en un nido de abejas donde siempre hay trabajo y aprendizaje. Los niños absorben no solo contenidos académicos y lenguaje, sino también reglas sociales, el uso correcto de palabras complejas, incluso hay una optimización de sus habilidades psicomotoras.
La base del aprendizaje se consolida en los primeros años de vida
El aprendizaje es un proceso continuo a lo largo de la vida. Muchos procesos empiezan a echar raíces a esta edad pero puede ser que no sean funcionales hasta más tarde. Hay partes del cerebro, como el control de impulsos o la emisión de juicios racionales, que, si bien a estas edades asientan sus bases, no se ven desarrolladas hasta mucho después e incluso no se ven activadas hasta pasada la adolescencia.
Asimismo, las sinapsis relacionadas con el lenguaje crecen principalmente durante los primeros tres años de vida. Es en la edad de preescolar cuando se aprenden y se utilizan apropiadamente hasta diez palabras nuevas por día. Pero es alrededor de los diez años cuando se aprende que una misma palabra puede ser utilizada para fines diversos. Es también a esta edad que se aprende a escribir con una mayor propiedad gramatical. Todos estos procesos están vinculados a esas primeras sinapsis creadas en la infancia, pero van madurando y aumentando su complejidad a lo largo de la vida.
Periodos sensitivos para el aprendizaje infantil
El cerebro de los niños esta programado para crecer en una secuencia de abajo a arriba de tal manera que se desarrollan primero las partes básicas, encargadas de las funciones vitales, y posteriormente la corteza, encargada del pensamiento más complejo.
Dentro del desarrollo hay periodos críticos en los que los niños son especialmente sensibles a los estímulos. Si bien naturalmente las neuronas estarán particularmente dispuestas a crear nuevas conexiones, estimular apropiadamente a nuestros niños durante estos periodos aseguran que estas conexiones se establezcan mejor y con mayor fortaleza. La importancia de crear conexiones fuertes y variadas yace en que aumentarán la funcionalidad de estas conexiones y estos cimientos serán la piedra angular de múltiples facultades futuras.
Maite Balda Aspiazu. Psicóloga y Máster en Neurociencias Cognitivas
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