Las relaciones sociales y el concepto de amistad, como tales, no surgen hasta bien avanzada cierta edad. Los niños, como seres sociales, tienden, desde que son muy pequeños, a estar con otros niños. Necesitan estar en compañía y disfrutan mucho compartiendo tiempo con otros iguales, sin embargo, no son verdaderas relaciones de amistad.
Desde un punto de vista pedagógico, a los dos años comienzan las relaciones sociales. Antes de esa edad los niños no establecen una relación como tal, puesto que tienden a estar y jugar de manera más independiente y aislada. En un mismo espacio pueden estar niños de un año juntos jugando, pero cada uno centrado en su propio juego. En cambio, a partir de los dos años ya comienza a haber cierta interacción, de la cual perciben sus consecuencias sobre sí mismos y sobre los demás.
Conforme va avanzando el ciclo de Infantil, comienzan a experimentar las emociones asociadas a la amistad. Sienten más afinidad con un tipo de niños que con otros, tienden a estar más tiempo con un grupo determinado, hablan de los mismos niños constantemente…
10 modelos de amistad según el tipo de niño/a
Según el modo en el que se relacionen y actúen podemos distinguir entre diferentes tipos de niños:
– Niños con «muy mejores amigos». Hay niños que distinguen pronto el compañero con el que sienten más afinidad, con quien se sienten mejor, más se divierten y al que denominan su mejor amigo. Tienen otros amigos pero este es especial.
En cierto modo, esto suele ser general incluso en los adultos. Se podría decir, por tanto, que es un proceso normal dentro del concepto de amistad. No obstante, en edades tempranas, según cómo se utilice este concepto puede provocar reacciones de cierto conflicto que se deben observar y tratar de evitar.
Cuando un niño es denominado mejor amigo de otro, esto le fortalece y contribuye a mejorar y desarrollar su autoestima. Está siendo valorado y reforzado, algo que a todos gusta. El problema surge cuando se refuerza demasiado el concepto de mejor amigo por encima del resto de relaciones con los demás niños. Esto puede provocar reacciones de rechazo en el grupo y suele dar lugar a cierto aislamiento que se debe evitar, ya que no es bueno para ellos reducir sus relaciones sociales y amistades a un solo amigo. Además, en esta etapa no han podido experimentar y aprender todo lo que la amistad lleva consigo de forma implícita.
Otro problema que puede surgir si no se lleva con cierto equilibrio el concepto de mejor amigo es cuando no existe consenso entre ambos amigos. Es decir, cuando uno elige a otro niño como mejor amigo pero este no le corresponde y elige a otro diferente. Aquí surgen también sentimientos de rechazo en una etapa madurativamente débil y que supone una intervención por parte del adulto para ayudar a la gestión adecuada de estos sentimientos.
– Niños con pandilla. Otro tipo de niños que podemos encontrar son aquellos que enseguida encuentran un grupo donde se sienten cómodos, integrados y aceptados. Desde muy pequeños crean lo que se denomina una pandilla y, desde una temprana edad, desarrollan el sentimiento de permanencia al grupo y, por tanto, de respeto hacia él. Estos dos aprendizajes serán muy positivos para su vida adulta.
En este caso el adulto también debe prestar cierta atención en el tipo de relación social que están estableciendo. Debe observar que el grupo no establezca relaciones de exclusión con otros niños o demasiada competitividad o rivalidad entre pandillas, ya que esto puede dar lugar a grandes sufrimientos de los niños afectados.
– Niños que juegan con cualquiera. También existen niños que tienen una gran capacidad de relación social. Destacan precisamente por ser muy sociables y tener la capacidad empática de congeniar con facilidad con todo tipo de niños con independencia de sus cualidades y características. Generalmente, son niños con una inteligencia interpersonal muy alta. Este tipo de niños se suelen denominar, desde este punto de vista, «fáciles» porque, además de no generar problemas, en este sentido, suelen ayudar a integrar a niños rechazados, hacerles sentir bien y aceptados. En definitiva, generan buen ambiente social.
– Niños líderes. Por sus propias características hay niños que tienden siempre a ser líderes. Buscan gustar al resto, se les ve como un modelo y se les sigue como tal. Suelen tener capacidad de liderazgo, iniciativa, fuerza y poder para generar ideas y capacidad para controlar o manipular a los demás. El liderazgo puede ser positivo o negativo. Significa que hay niños que tiran de otros y de sus actitudes y acciones dependerá qué consecuencias se generan -positivas o negativas?.Cuando nos encontramos ante grupos liderados por un niño es importante que el adulto haga el ejercicio de analizar bien el tipo de liderazgo para poner las medidas que se estimen convenientes, con el fin de evitar problemas futuros importantes.
– Niños sumisos. Este tipo de niños son muy fáciles de manipular. Suelen tener capacidad para hacer con facilidad aquello que se les dice sin mostrar su propio criterio ni valoración. Se adaptan con facilidad al otro pero al no hacer juicio ni valoración crítica de lo que realizan son muy vulnerables. Esta actitud no se considera «sana» desde un punto de vista social puesto que no desarrollan su propia personalidad y los riesgos que esto conlleva pueden ser realmente peligrosos.En este caso sería conveniente ayudar al niño a desarrollar su propio criterio y darle pautas para poder transmitirlo. Aprender a decir «No».
– Niños tóxicos. Parece extraño utilizar esa palabra para un niño pero es cierto que hay pequeños que por su modo de hacer, no adecuado, logran contaminar y contagiar con sus acciones a otros niños que, si no hubiera sido por ese contagio, hubieran actuado adecuadamente.
– Niños que buscan a los tóxicos. Existen también niños que, por tendencia natural, suelen acabar siempre al lado de aquellos que no les aportan cosas positivas sino que les contaminan negativamente. Cuando esto sucede es importante tratar de ayudarles a que entren en contacto con otros niños que les puedan aportar cosas positivas, facilitarles ese contacto e interacción y no dejarles exclusivamente con ese tipo de relaciones que les puede destruir.
– Niños tímidos. Cuando un niño es tímido hay que prestarle una ayuda especial. Suele tener dificultades de relación inicialmente, pero una vez que ya conoce a los otros niños no suele tener ningún tipo de problemas.Lo importante es entenderles y nunca forzarles. Les ayudará mucho tener a su lado alguien conocido que les dé seguridad. Al tratarse de relaciones sociales es importante que su punto de apoyo, en la medida de lo posible, no seamos los padres. Se puede buscar apoyos en algún hermano, primo, vecino* que le ayude a acercarse a los otros niños de forma paulatina.
– Niños que no quieren estar con niños. Hay niños a los que no les gusta estar con otros niños y tienden a estar más con adultos o incluso con niños muy bebés. Se sienten más cómodos en esos entornos que con sus iguales.Ante este tipo de casos debemos tratar de potenciar sus encuentros con otros niños para que aprendan la socialización. Buscar el modo de integrarles y aunque no lleguen a ser muy activos socialmente, tratar de que tengan ciertos momentos de relación social con iguales.
– Niños solitarios. Este tipo de niños suele tender a estar solos siempre. Evitan estar con otros niños e incluso con otros adultos. Se sienten cómodos solos, sin ningún tipo de relación.Al igual que en el caso anterior, es necesario trabajar con ellos una cierta socialización por ser considerada una característica natural intrínseca al ser humano.
María Campo
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