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Volver a trabajar: cuando a mamá le toca conciliar

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Sea por decisión propia sea por necesidad, cada vez son más las madres que, acabado el tiempo de baja maternal, tienen que regresar a su trabajo. La opción de llevarse a los niños con uno durante toda la jornada no es buena ni para la madre ni para su bebé. Sin embargo, aunque requiere cierto esfuerzo, hay muchas formas de organizarse y garantizar que nuestros hijos tendrán los mejores cuidados.

La cuestión de si una madre debe o no volver a trabajar no se puede plantear así en este siglo. En ocasiones, es una elección libre. En otras, es la necesidad de aportar a la economía familiar. En cualquier caso, cada vez más mujeres tienen que dejar a sus bebés de pocos meses para reincorporarse a su puesto de trabajo. Y la fotogénica idea de llevárselo a la oficina -o al Congreso de los Diputados- no es la mejor opción ni para la madre ni para el niño.

Más allá de las reiteradas peticiones para que los poderes públicos garanticen la conciliación, los padres debemos adaptarnos a las situaciones que nos vengan impuestas y, en todo caso, evitar cualquier sentimiento de culpa por no estar presentes en cada minuto de la vida de nuestros hijos.

De hecho, mientras que los niños mayores demandan la presencia constante de los progenitores, a los bebés, si existe el apego adecuado, les basta con que alguien les dé de comer, les mantenga limpios y les procuren una buena siesta. Quién lo haga no les resulta de gran importancia, de modo que no habrá trauma alguno si es otra persona la que le da el biberón o le cambia el pañal unas cuantas horas al día.

Cuándo volver al trabajo tras la maternidad

La mayoría de las madres trabajadoras no tienen demasiadas opciones para elegir cuándo vuelven a su puesto. Las bajas maternales varían en cada lugar, desde más de un año en algunos países nórdicos hasta las 12 semanas sin remuneración de Estados Unidos o las 9 de Malasia.

En función de la normativa, existe la opción de añadir los llamados «días de lactancia». Se trata de acumular las horas de reducción de jornada a la que tienen derecho las madres por un tiempo para amamantar a su bebé.

Muchas parejas optan por sumar las vacaciones de la madre y del padre en periodos diferentes para alargar el tiempo de estancia del bebé en el hogar. Esta opción no es sencilla de poner en práctica si hay otros hermanos y deja a la pareja sin un tiempo de ocio compartido en el verano.

Quién cuida de mi bebé cuando vuelva a trabajar

Para muchos padres, la vuelta a la rutina laboral genera una enorme ansiedad ante la perspectiva de que otras personas se tengan que ocupar del bebé. Muchos padres se muestran intranquilos y ninguna opción les reporta verdadera confianza. Algunos matrimonios modifican los turnos de trabajo de modo que se puedan complementar y el niño siempre esté con uno de los progenitores.

El problema es que no se debe perder de vista la perspectiva de pareja, es decir, el cuidado de los menores no puede lastrar el vínculo entre padre y madre que dejarían de pasar rato juntos.

La opción de los centros de educación infantil es una de las más empleadas. Los controles administrativos garantizan que los pequeños están en espacios adecuados acompañados por personal cualificado en todo momento. Pero no son baratos. Para acceder a un centro público hay que solicitar plaza en el momento en el que se abren las inscripciones. Y en muchas privadas no es tan sencillo encontrar hueco. Se están poniendo de moda las llamadas ‘madres de día’, mujeres que acogen a un grupo reducido de niños en su domicilio y cuidan de ellos en un ambiente familiar. Presenta beneficios pero aún no hay legislación específica que regule esta actividad.

Los padres deben decidir si les resulta más cómodo que el centro esté cerca de su domicilio, de modo que el niño tardará poco en llegar, o cerca de su trabajo, de forma que los padres puedan acudir en caso de emergencia y los horarios -y los precios- se ajusten lo más posible a los laborales. Además, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones antes de elegir. En cualquier caso, si los padres optan por una guardería, tendrán que plantearse previamente cómo resuelven los imprevistos, tales como las posibles enfermedades de las que se contagie el niño durante el curso.

Para evitar este problema, una opción es contratar a una cuidadora, canguro o ‘babysitter». Es importante que sea alguien de confianza, que se estudien bien las recomendaciones de otras familias y, en la medida de lo posible, que los padres se reserven unos días para poder convivir con esta persona antes de volver al trabajo. La parte positiva es que, además de cuidar a los niños, ayudarán con las tareas del hogar y la cocina. En cuanto al coste, si en la casa hay más de un bebé es posible que salga más rentable contratar a una persona. Hay algunas empresas que se ocupan de la formación y gestión de empleadas de hogar.

Si se recurre a familiares para ayudar con el cuidado de los niños, en particular a los abuelos, es clave que todos definan su papel para que no haya malentendidos con cuestiones educativas. No se puede pedir a los abuelos que cuiden gratuitamente a los nietos y, además, exigirles el modo en el que deben hacerlo. Eso podría provocar tensiones intergeneracionales que van en detrimento de la vida familiar.

La cuestión de la lactancia

Numerosas investigaciones científicas avalan los beneficios de la lactancia materna frente a la alimentación con la llamada leche de fórmula. Por eso para muchas madres resulta duro empezar a trabajar y, al mismo tiempo, verse obligadas a retirarle el pecho a los bebés. Un sistema que es fácilmente compatible con los horarios laborales consiste en introducir leche de continuación en aquellas tomas en las que la madre está trabajando y mantener el pecho en la primera de la mañana y la última de la noche. De este modo, el bebé sigue inmunizado.

La madre no debe tener miedo de perder la leche por retirar alguna de las tomas. Si se hace correctamente, el cuerpo adapta la producción láctea a las circunstancias específicas. De hecho, la cantidad y el ritmo de producción de leche van variando de manera natural en los primeros meses.

Si la madre se ve obligada a viajar o sus horarios son cambiantes, será más complicado mantener este sistema. Una opción, si se lleva a cabo con previsión suficiente, consiste en ir almacenando reservas de leche materna congeladas que se descongelarán a temperatura ambiente a medida que se vayan necesitando. Y si ninguna de estas vías fuera posible, como explica la pediatra Pilar Alemán, del Centro de Salud Trafalgar en Valencia, no hay motivo alguno para sentirse culpable por optar por la leche de fórmula cuando otras posibilidades no resultan funcionales.

El apego está garantizado

Ningún padre debe pensar que, por no pasar las 24 horas del día con su hijo, va a generar un problema de apego. Si bien es indudable que buena parte del vínculo de apego entre padres e hijos depende del tiempo compartido en familia, no lo es menos que hay muchos momentos a lo largo del día en los que no se forma ese apego.

En ocasiones merece la pena calcular el tiempo real que nos hemos desprendido de un bebé para relativizar la vuelta al trabajo. Si restamos la siesta de la mañana y de la tarde, el paseo (donde no nos verían en ningún caso) y las tomas de biberón, donde lo importante es asegurar su alimento, no son tantos los minutos que los padres trabajadores se ausentan.

En estas etapas puede ser de gran utilidad ordenar adecuadamente los tiempos de modo que el que se dedique a los hijos sea al 100 por cien. Además, se deben reservar los espacios en familia y evitar que el sentimiento de culpa -tanto en el trabajo como en la casa- marque la calidad de esos momentos. Unos padres tranquilos transmitirán mucho más cariño a sus hijos y fundamentarán mejor el apego que unos padres con más tiempo pero más irascibles.

Alicia Gadea

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